Novedad editorial

El rescate de la obra de Coll, ovni modernísimo de la historieta española de los años 50 y 60

Luis Garbayo analiza el trabajo del autor en ‘Coll. Trayectoria de un historietista insólito’ (Norma), volumen que recopila asimismo abundante material gráfico, con casi 150 originales a tinta

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Josep Coll, en su mesa de dibujo en su casa de Cerdanyola, a finales d elos 50 o principios de los 60

Josep Coll, en su mesa de dibujo en su casa de Cerdanyola, a finales d elos 50 o principios de los 60 / Familia Coll / Norma

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

Barcelona
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Josep Coll (Barcelona, 1924-Barcelona, 1984), solo Coll en el arte, fue un ovni en la historieta española de los años 50 y 60. Hablando de ovnis: el partido que podría haberles sacado en tanto que as del movimiento dibujado. Pero no captaron su interés, quizá porque la fiebre por la ufología de los 70 le pilló ya con solo medio pie en el cómic. Luis Garbayo analiza su obra en 'Coll. Trayectoria de un historietista insólito' (Norma), volumen que recopila asimismo abundante material gráfico del creador. Destacan casi 150 originales a tinta que convierten en atentados las impresiones en cuatricomía de 'TBO', revista donde Coll publicó el grueso de su trabajo. "Fue un caso excepcional -resume Garbayo-. Su refinamiento no tiene parangón en sus contemporáneos españoles".

Página de 'Coll. Trayectoria de un historietista insólito'

Norma

En el libro, Garbayo emparenta a Coll con "la invención de Herriman, la línea y el gesto de McManus y Hergé, la geometría de Soglow, la delicadeza de Sempé... y más allá del dibujo, el ingenio visual de Keaton, el silencio elocuente de Tati y el 'instante decisivo' de Cartier-Bresson". No dice el autor que le influyeran, ni siquiera que conociera su trabajo, solo que la obra de Coll tiene confluencias con la de estos artistas. Aunque "está claro", señala, que a McManus y a Soglow los conocía, ambos se publicaban en España, el segundo en 'TBO'. Sea como fuere, Coll acumuló en su obra elementos radicalmente modernos en su momento y que todavía hoy forman parte de una asentada idea de modernidad: trazo limpio y esencial, repetición del encuadre y el punto de vista (esto le habría encantado a Andy Warhol), composición geométrica de las páginas, gusto por la velocidad de aviones, automóviles y motocicletas (de ahí el suspiro por la ausencia de ovnis).

Adiós a la albañilería

Coll publicó sus primeras historietas en 1948 en las revistas 'Chispa', 'KKO' y 'Mundo Infantil'. Un año después probó suerte en 'TBO' y la tuvo. Abandonó su trabajo como albañil para dedicarse por completo a la historieta. Garbayo califica de "prodigiosa" su evolución desde esos inicios hasta 1955-56. "Dices: 'No puede ser el mismo dibujante'", añade.

'TBO' era una cabecera que empezaba a quedarse anticuada, máxime en comparación con la frescura de los dibujantes de Bruguera. Garbayo, sin embargo, considera que fue una suerte que Coll acudiera y permaneciera en 'TBO', la revista de su infancia. "Allí se le permitió hacer unos juegos que en otro lugar no se le habrían permitido -argumenta el autor-. A menudo se especula sobre qué habría pasado con Coll si hubiera tenido personajes fijos como Escobar, Vázquez o Ibáñez. Creo que lo suyo era otra cosa y que un personaje fijo habría ido en contra de su experimentación".

Página de 'Coll. Trayectoria de un historietista insólito'.

Norma

En realidad, Coll sí tuvo personajes fijos en sus comienzos. Y arquetipos fijos en su plenitud, como el mendigo, el pescador, el hombre motorizado o, sobre todo, el náufrago. "La soledad de los náufragos de Coll no es circunstancial sino esencial -expone Garbayo-. Ser náufrago para Coll no es un accidente, es un oficio de vida. Es: 'Todos somos náufragos y a ver si con el ingenio logramos sobrevivir'. En general, los protagonistas de Coll son hombres solos. Desde el punto de vista técnico, hay que ser muy bueno para conseguir que una historieta con solo un personaje tenga fuerza y resulte atractiva. Lo hacen muy pocos". Mínimo contacto con la realidad española tenía la obra de Coll, un limbo de "humor blanquísimo normalmente resuelto a la manera del absurdo", en palabras de Garbayo.

Reconocimiento y suicidio

Estrella indiscutible de 'TBO', donde en vida vio publicadas 232 portadas suyas, Coll regresó al oficio de albañil en 1964, aunque siguió dibujando para la cabecera en su tiempo libre. Mucho menos, claro. Así de bien pagada estaba la historieta. 'TBO' compensó la bajada de producción de Coll con la publicación de historietas inéditas que tenía en el cajón y de historietas ya publicadas, sin pagárselas pues las había comprado con anterioridad y los derechos de autor eran una fantasía en el cómic español.

Página de 'Coll. Trayectoria de un historietista insólito'.

Norma

Con la reivindicación de la línea clara por parte del tebeo 'Cairo' en la década de 1980, Coll fue rescatado como máximo exponente español del estilo bautizado por Joost Swarte. En 1984 recibió el premio del Club de Amigos de la Historieta, en la cuarta edición del Salón del Cómic de Barcelona, y empezó su colaboración con 'Cairo'. El 13 de julio de ese año se suicidó. Sufría una depresión profunda. "Max es admirador y deudor reconocido de Coll -indica Garbayo-, y diría que también influyó a la escuela valenciana vinculada a 'Cairo', por ejemplo a Micharmut y Daniel Torres".

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