La Navidad más luminosa de la historia

Se disparan los presupuestos en luces navideñas. Su impacto en el ánimo y el consumo es tan evidente como inquietante el derroche energético.

Texto: Juan Fernández

La publicidad lleva varios días anunciándolo, pero la verdadera llegada de la Navidad –con todo lo que esta palabra supone de experiencia íntima, familiar, social, religiosa, festiva y comercial, según cada cual– no acontece hasta que tiene lugar el encendido del alumbrado navideño. En Vigo fue a mediados de noviembre, en Barcelona este miércoles 24, un día después lo hará Madrid, al siguiente le tocará a Sevilla, y entre el último fin de semana de noviembre y los primeros días de diciembre estarán funcionando a pleno rendimiento los inacabables kilómetros de bombillas led que iluminarán el país de una punta a otra hasta la noche de Reyes.

Entre la población ha calado la sensación de que esta época del año empieza cada vez más pronto. Sin embargo, la carrera que iniciaron varias ciudades en la última década por alargar este tiempo inflamado de emociones, celebraciones y compras (hasta hace poco, nadie oía un villancico en una megafonía callejera ni veía una guirnalda iluminando una farola hasta después del puente de diciembre) parece haberse detenido en las jornadas postreras de noviembre, coincidiendo esa otra cita comercial, el Black Friday, que ha quedado anclado en el imaginario colectivo como la antesala consumista de la Pascua.

La Navidad de este año está marcada por el regreso a la normalidad

La novedad de la próxima Navidad no vendrá de la mano de su duración sino de su incandescencia. Después de la del año pasado, que estuvo condicionada por las restricciones a la movilidad debido a la pandemia, la de 2021 se anuncia como la del regreso a la ‘normalidad’. Con mascarillas, sí, y en según qué zonas con el certificado de la vacuna siempre a mano, pero sin el miedo a compartir aceras, tiendas y restaurantes con muchedumbres que marcó la última Pascua.

A esta celebración parecen haberse unido con devoción los ayuntamientos de todo el país, que este año han tirado de billetera sin reparos para que la Navidad de 2021 sea la más brillante que se recuerde. Todas las grandes ciudades han incrementado los presupuestos que tenían destinados a alumbrado navideño, no solo respecto a 2020 sino comparado con cualquier ejercicio anterior (ver gráfico). Habrá más calles iluminadas que nunca, estarán cubiertas por más bombillas led y sus formas compondrán inéditas creaciones luminosas. A vista de satélite, España va a resplandecer cada noche de las próximas seis semanas como nunca antes lo había hecho.

“Las luces nos recuerdan que la vuelta a la vida precovid es posible, y nos transmiten seguridad y tranquilidad ", dice un experto en neuromárketing

Si la Navidad es el rito social por antonomasia, el alumbrado es uno de los atributos que mejor contribuyen a dotarla de sentido comunitario, aparte de aportar una de sus identidades más reconocibles. Pasear junto a otros ciudadanos bajo las luces que decoran las calles se convertirá en los próximos días en la experiencia navideña más nítida y cercana a la que tengamos acceso, y este efecto, que opera igual todos los años, alcanza una especial relevancia en este momento justo de la pandemia. “Tras tantos meses difíciles, tenemos ansia de normalidad. En este contexto, la iluminación navideña nos recordará cada noche que la vuelta a la vida anterior al covid es posible. Esas luces nos transmitirán seguridad y tranquilidad”, analiza Mikel Alonso, experto en 'neuromarketing'.

Vigo es la ciudad española con mayor gasto por habitante en iluminación

Madrid, seguida de Barcelona, es la ciudad con mayor presupuesto en iluminación

El encendido de Madrid y Vigo cuenta, cada uno, con 11 millones de bombillas led

BCN ha contratado una potencia de 734, 96 KW en tecnología led y tendrá 100 kilómetros de vía pública iluminada

"El alumbrado, con sus tonos dorados, rojos, naranjas y amarillos, tiene un efecto euforizante", explica la psicóloga Beatriz Gil-Bóveda

La vista es el sentido que más información aporta a nuestro cerebro. Bajo ese condicionante, se comprende el impacto que ciertos estímulos visuales, como es el caso las luces navideñas, tiene sobre nuestro estado del ánimo. “Nos provocan emociones, queramos o no queramos. Pero no cualquier emoción. El alumbrado, con sus tonos dorados, rojos, naranjas y amarillos, tiene un efecto euforizante. Invita a la acción y a la alegría”, observa Beatriz Gil-Bóveda, psicóloga clínica y experta en inteligencia emocional del Col.legi Oficial de Psicología de Catalunya, quien advierte de una cara B nada desdeñable de la experiencia luminosa que nos disponemos a vivir los próximos días.

"A quienes están en duelo o viven o una mala racha personal esas luces les harán sentirse más tristes", dicen los psicólogos

“A quienes están atravesando un duelo por una pérdida o una mala racha personal, y este año hay muchos así por la experiencia que hemos vivido, esas luces les harán sentirse más tristes y deprimidos. La Navidad es una época de mucha agitación emocional. Las luces contribuyen a que estemos más sensibles”, advierte la especialista.

“Una calle cubierta de luces que parpadean es como una inmensa máquina tragaperras que nos incita a comprar"

Lo que nadie pone en duda es el efecto catalizador que la Pascua en general y el alumbrado navideño en particular tienen sobre el consumo. “Una calle cubierta de luces que parpadean es como una inmensa máquina tragaperras que llama nuestra atención y nos incita a comprar. La iluminación navideña nos hipnotiza, y además nos pilla con la guardia bajada, imbuidos de ese espíritu que invita a disfrutar y compartir”, describe Alonso.

NUEVA YORK

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PARÍS

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SINGAPUR

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MEDELLÍN

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Lo saben bien los comerciantes, que cada año reclaman más luces y adornos en sus calles para atraer clientes. Los de Barcelona están este año contentos. Tras varias temporadas dudando sobre el sentido que la ciudad debía dar a la Navidad, el ayuntamiento ha apostado por elevar el gasto en iluminación un 32,4% y cubrir de leds tramos de vía pública que antes se quedaban sin decoración luminosa. “No solo se trata de vender más, también es una cuestión de orgullo de ciudad. Pasear por unas calles bien iluminadas en una época tan especial reconforta a la gente –reflexiona Núria Paricio, directora de la asociación comercial Barcelona Oberta–. Es un gasto, sí, pero también una inversión emocional para la población”.

Barcelona quiere aprovechar la iluminación para reivindicarse como capital del diseño

Este año, además, el consistorio pretende aprovechar las luces de Navidad para reivindicar Barcelona como capital del diseño y ha convocado un concurso para darle una vuelta a la iluminación de tres zonas emblemáticas de la ciudad. En opinión de Antoni Ariola -creador de la pérgola luminosa que cubrirá la plaza de Catalunya, las lámparas de leds que poblarán el cielo de la Gran Via y la nube de estrellas cambiantes que flotará sobre Aragó-, el alumbrado navideño no tiene por qué ser sinónimo de pastiche. “El led impregnó de barroquismo las luces de Navidad y llenó los diseños de figuras recargadas. Yo he hecho lo contrario: formas lineales y ligeras fáciles de entender y sin referencias religiosas”.

Las luces forman parte de la Navidad desde el instante fundacional de este rito. “El nacimiento del cristianismo coincidió en el tiempo con otras creencias paganas romanas, como el culto al Sol Invicto y las Saturnales, que celebraban el solsticio de invierno con rituales donde la luz estaba muy presente”, explica el historiador Francisco José Gómez Fernández, especialista en el estudio de la Navidad. En su opinión, si tiráramos del hilo de las luces que decorarán nuestras calles en los próximos días, llegaríamos a los primeros cristianos que enterraban a los fieles a escondidas en la oscuridad de las catacumbas alumbrados por antorchas.

Las luces forman parte de la Navidad desde la fundación de este rito

Desde entonces, la costumbre de adornar con luces las noches de este tramo del calendario ha cambiado mucho. En los últimos años se ha convertido, incluso, en un gancho turístico y una herramienta política. Pocos, aparte de los lugareños, habían oído hablar de la Navidad de Vigo hasta que su alcalde, el socialista Abel Caballero, tuvo la ocurrencia de forrar la ciudad de leds y elevar el encendido del alumbrado a la categoría de “acontecimiento planetario”, según sus propias palabras. Ahora, riadas de curiosos peregrinan hasta la ciudad gallega para apreciar la virguería lumínica como quien viaja a Las Vegas.

Nadie había osado mezclar Navidad y patria hasta que Almeida instaló una luminosa y kilométrica bandera española

Tampoco se había atrevido nadie a mezclar Navidad y patria hasta que el alcalde de Madrid, el popular José Luis Martínez Almeida, decidió instalar una kilométrica bandera de España luminosa a lo largo del paseo de la Castellana. Lo hizo el año pasado con el argumento de “transmitir un mensaje de concordia y unidad en plena pandemia”, y este año ha subido la apuesta añadiendo un gran árbol luminoso cubierto por una enseña nacional hecha de bombillas en la plaza de Colón.

La calle Serrano de Madrid, en los 80.

La calle Serrano de Madrid, en los 80.

La calle de Pelai de Barcelona.

La calle de Pelai de Barcelona.

El zoo Tierpark de Berlín, este noviembre.

El zoo Tierpark de Berlín, este noviembre.

El jardín de Kew, en el sur de Londres.

El jardín de Kew, en el sur de Londres.

Este despliegue coincide en el tiempo con el precio de la electricidad más alto de nuestra historia, detalle que estos días alimenta los debates en los hogares y las tribunas. “Es contradictorio invitar a los vecinos a disfrutar del mayor alumbrado navideño de sus vidas cuando muchos tienen que apretarse el cinturón para pagar el recibo de la luz de sus casas", compara Rubén Sánchez, portavoz de la asociación de consumidores Facua. Y añade de cara al futuro: “Si cada año se iluminan más calles, con más bombillas y durante más horas, algún día tendremos que preguntarnos cuál es el límite”.

“Es contradictorio invitar a los vecinos a disfrutar del mayor alumbrado de sus vidas cuando muchos no pueden pagar la luz", dicen en Facua

La tecnología led ha obrado el milagro de poder iluminar más espacios con un menor gasto energético. El reverso de esa ecuación es acabar creyendo que todos los rincones de la ciudad deben resplandecer en Navidad. “El planeta no va a colapsar por el CO2 que emitirá este año el alumbrado navideño, pero en plena crisis climática es peligroso asociar derroche lumínico con progreso y bienestar”, advierte el experto medioambiental Andreu Escrivà.

Jul i Vinterland, el principal mercado de Navidad en Oslo (Noruega).

Jul i Vinterland, el principal mercado de Navidad en Oslo (Noruega).

“En plena crisis climática es peligroso asociar derroche lumínico con bienestar”, dice Andreu Escrivà, ambientólogo

Más allá del número de euros y leds destinados a iluminar la Pascua, el debate público tiene pendiente aclarar cuál es el tipo de celebración navideña que más conviene a las grandes urbes. “Debemos reflexionar sobre si el modelo de ciudad-escaparate que compite por hacer el mayor evento y atraer al mayor número de visitantes es lo más adecuado. No siempre más es mejor”, plantea el ambientólogo.


Este reportaje se ha publicado
en EL PERIÓDICO el 20 de noviembre de 2021

Textos: Juan Fernández
Gráficos: Ramon Curto
Coordinación: Rafa Julve