Manu Ríos: la estrella de 'Élite' que vive por y para la fama

Actor, cantante, modelo e ‘influencer’, encarna la la fórmula del éxito de la serie: juventud, belleza, carisma, sensualidad y unas obvias ansias de hacer lo que sea por ser relevante

Manu Ríos

Manu Ríos

Abel Cobos

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Cuando anunciaron el fichaje de Manu Ríos como protagonista de la cuarta temporada de ‘Élite’, las redes se llenaron de críticas. “Si solo es un influencer”, “¿acaso sabe actuar?”, “¿cuál es su talento más allá de ser guapo?”, “en Netflix no te miran el currículum, sino los seguidores”, se repetía constantemente en Twitter e Instagram. En parte, tenían razón, puesto que Manu era un nombre más de la estrategia que, según la periodista cultural Ainhoa Marzol, sigue la serie para ser un ‘hit’: un reparto lleno de nombres con grandes cifras en Instagram, y meterlos a interpretar un guion mediocre basado en el “drama de brocha gorda”. 

Un año después, Ríos vuelve para la quinta temporada de ‘Élite’ y ha protagonizado ‘La edad de la ira’, de Atresplayer. Las ofertas le siguen llegando y, mientras, sus detractores callan. Y no por la inesperada buena calidad de su actuación que, como apuntan la mayoría de las críticas, exprime al máximo la mediocridad del guion del drama adolescente de Netflix, sino porque encarna los valores sobre los que se yergue el éxito de la serie: juventud, belleza, sensualidad, carisma, y unas obvias ansias de hacer lo que sea por ser relevante.

Famoso como vocación

Así lo apuntaba él mismo en una entrevista con el periodista Juan Sanguino, a quien le confesó que llevaba trabajando desde que tiene uso de razón para hacerse famoso, algo que solo podría haber sucedido en la década de los 2010, cuando se democratizó el acceso a la fama, y sin cuyas herramientas digitales Ríos no podría presumir de los 10 millones de personas que le siguen la pista en redes. 

“Justin Bieber era mi máximo referente porque de niño vi cómo empezó en YouTube y triunfó”, afirma Ríos, que estudió al milímetro la viralidad de esta estrella nacida de lo digital

Para recapitular: Manu Ríos nació en 1998 en Calzada de Calatrava, en Ciudad Real. Sí, el pueblo de Almodóvar. La fama de Ríos no se hizo esperar y, con 13 años, equipado con una cámara y el Movie Maker de Windows, grabó sus propias versiones y las subió a YouTube. “Justin Bieber era mi máximo referente porque yo vi cómo, siendo un niño, empezó en YouTube y triunfó”, recuerda. Por supuesto, como adolescente hambriento de fama, siguió los pasos del canadiense, estudiando al milímetro la viralidad de esta estrella nacida de lo digital y emulando sus pasos. Tuvo éxito: sus canciones llegaron al millón de visualizaciones.

De Youtube a los 'talent'

De YouTube saltó a la televisión, en el programa ‘Cantando en familia’, del canal regional de Castilla La Mancha, y ahí, ante los focos, interpretando ‘Será que no me amas’, de Luis Miguel, reafirmó lo que ya sabía: quería vivir ante las cámaras el resto de su vida. Poco a poco, y ‘talent show’ a ‘talent show’, fue abriéndose a más y más público, amasando una base de seguidores que, para su mayoría de edad, ya habían traspasado el umbral del millón. Y el resto es historia: llamadas, oportunidades, y las consecuentes recriminaciones de haber llegado donde está no por su talento, sino porque es un buen reclamo publicitario para cualquier proyecto en el se involucre.

Se extiende un cierto el hartazgo hacia esas celebridades que intentan buscarle un propósito casi divino a su fama, proyectándose como figuras de Delacroix guiando a la sociedad

A diferencia de tantos otros, Manu Ríos no parece esconder ese deseo y esa hambre por hacerse famoso. Le da igual que lo conozcan como ‘influencer’ (y todas las connotaciones peyorativas de la etiqueta) o incluso que lo señalen como un títere 'marketiniano'. Él apela al trabajo duro y que, precisamente, si le llaman es porque nunca ha dejado de intentar ocupar ese puesto en el ‘spotlight’, sea como actor, modelo, cantante o ‘influencer’. Lo que fuera, de donde le llamasen. Aunque, siempre, evitando convertirse en “un juguete roto”, como apunta su madre, que siguió de cerca su carrera. 

Único propósito: entretener a los 'fans'

Algunas personas comparan ya a Ríos con Julia Fox, la “Kim Kardashian de marca blanca”, como la bautizó la prensa rosa estadounidense en cuanto empezó a salir con su, ahora expareja, Kanye West. Como apuntaba ella misma en 'Variety', “toda publicidad es buena, mientras te hagan caso…”, una actitud que fácilmente podría haberle explotado en la cara y que, sin embargo, desde la propia revista, se tradujo en un baño de elogios, asegurando que “en un Hollywood con una constante fachada de perfección, es refrescante ver a alguien siendo honesta sobre su objetivo de ser famosa, sin más”. 

Ante el hartazgo del público hacia esas celebridades que intentan buscarle un propósito casi divino a su fama, proyectándose como figuras de Delacroix guiando a la sociedad, la honestidad de figuras como Fox o Ríos parece indicar que vuelve, aunque sea de rebote, ese fenómeno tan dosmilero de los famosos autoconscientes de que su único propósito es entretener a los fans. Y para muchos, ya era hora.  

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