EL GRAN RETO DEL MUNDO DEL DEPORTE

¿Dónde deben competir las mujeres trans?: variedad de criterios, malestar y derechos en el aire

Las marcas que están consiguiendo las mujeres trans en las pruebas femeninas de élite están convulsionando el mundo del deporte

El deporte ante el desafío trans

El deporte ante el desafío trans

Juan Fernández

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La integración de las personas transgénero en la sociedad lleva tiempo avanzando, aunque a trompicones, en infinidad de ámbitos de la vida pública como la política, la cultura, el Derecho o el mundo educativo, pero parece haber topado en los últimos años con un territorio, el del deporte, donde la apuesta por la normalización ha tornado en señales de duda y desconfianza, y las conquistas igualitarias alcanzadas por la comunidad trans se están traduciendo en muestras de incomodidad y rechazo por parte de otros colectivos. 

La irrupción de mujeres transgénero en competiciones deportivas femeninas de élite, en las que han empezado a conseguir marcas y récords, está convulsionando el mundo del deporte, llegando a cuestionar, incluso, los propios sistemas de categorización utilizados hasta ahora en las distintas modalidades. 

La satisfacción de las trans al verse incluidas como mujeres en las pruebas contrasta con la alarma que se ha desatado en el deporte femenino, al que muchas participantes ven herido de muerte si a partir de ahora han de enfrentarse en las canchas y las pistas a mujeres que nacieron y crecieron como hombres. 

LIa Thomas, antes de la prueba del 200 en los campeonatos universitarios de EEUU

LIa Thomas, antes de la prueba del 200 en los campeonatos universitarios de EEUU / Brett Davis / USA Today Sports

La controversia, a menudo no exenta de grandes dosis de transfobia, está poniendo sobre la mesa un debate que va más allá de los agravios generados por los éxitos del deporte transgénero y, directamente, plantea si en el futuro seguiremos distinguiendo entre pruebas masculinas y femeninas, o si estas serán como las hemos entendido hasta ahora.

Triunfos trans

Esta polémica ha ido subiendo de tono en los últimos años al calor de los triunfos cosechados por las mujeres trans. El más reciente ha sido el de la nadadora norteamericana Lia Thomas, que acaba de convertirse en la número uno de su país con una llamativa ventaja sobre el resto de competidoras aunque nunca había pasado del puesto 462 cuando competía en la modalidad masculina. Pero en tiempos recientes ha habido otros casos similares, como el de la atleta trans norteamericana CeCe Telfer, que ha logrado en las pruebas femeninas los éxitos que nunca cosechó corriendo con varones, o la ciclista canadiense Rachel Mckinnon, que en 2019 consiguió un récord en la modalidad de sprint de 200 metros nunca antes alcanzado por una mujer.

La inclusión de las deportistas trans debe equilibrar el derecho a la no discriminación con la igualdad de oportunidades entre las participantes

Estas marcas han provocado un creciente malestar en el mundo del deporte que se expresa en las redes sociales y a través de declaraciones de conocidas figuras, como el exatleta Sebastian Coe, actual presidente de la federación internacional de atletismo World Athletics, que ha proclamado que “el género no puede triunfar sobre la biología”, o la extenista Martina Navratilova, ferviente defensora de los derechos de la comunidad LGTBI, que ha calificado los éxitos deportivos del deporte trans como “tramposos e injustos”.

Ventajas

El nudo sobre el que descansa este debate es la ventaja que las mujeres trans podrían tener sobre las biológicas por haberse desarrollado físicamente como hombres antes de transitar hacia su nueva identidad de género. 

Hasta ahora, la carga de testosterona en sangre ha sido el baremo utilizado para identificar y tasar esa diferencia competitiva. “Pero esta hormona no es lo único que nos diferencia, ni tampoco influye igual en todos los deportes. Hombres y mujeres tenemos distinta complexión ósea y muscular, y esto también cuenta en cómo corremos, saltamos, jugamos o disparamos”, advierte el doctor Miguel del Valle, presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte.

¿Estas diferencias podrían acabar alterando las competiciones? Irene Aguiar, asesora jurídica especialista en derecho deportivo, no tiene duda: “Todos los estudios señalan que los hombres son un 50% más fuertes, un 15% más rápidos y desarrollan un 40% más de potencia que las mujeres. Las pruebas deben practicarse en igualdad de condiciones, pero la presencia de mujeres trans en las modalidades femeninas tumba este principio. No es juego limpio”, señala la jurista. 

La ciclista Rachel McKinnon

La ciclista Rachel McKinnon. / El Periódico

Pilar Calvo, secretaria general de la Asociación de Mujeres en el Deporte Profesional y campeona de tiro al plato, lo expresa en términos más dramáticos: “Esto supondrá el fin del deporte femenino. El puesto que ahora ocupa una trans, antes lo ocupaba otra deportista que al final acabará renunciando a su carrera”.

Otros factores

Desde los colectivos LGTBI se pone el acento en otros factores distintos al sexo para señalar las diferencias que se dan en el desempeño deportivo. “En el tenis y la esgrima, los zurdos suelen ganar más que los diestros, y los corredores etíopes y jamaicanos corren más que el resto de atletas, pero a nadie se le ocurre proponer que compitan aparte. Las personas trans soportan una presión psicológica que merma su capacidad deportiva, pero este condicionante nunca es tenido en cuenta”, advierte Víctor Granado, presidente de la Agrupación Deportiva Ibérica (ADI), que promueve la inclusión de las personas LGTBI en el deporte. 

Omaira Perdomo.

Omaira Perdomo. / EFE

En opinión de este activista, estamos ante un “debate falaz” que evidencian casos como el de Caster Semenya, la atleta sudafricana intersexual, campeona olímpica en Londres 2012 y Río 2016, que lleva una década batallando con los organismos deportivos, con tratamientos hormonales y estudios genitales incluidos, para que sean admitidos los éxitos que consiguió sobre el tartán en la categoría femenina, donde desea seguir compitiendo. La atleta ha acabado llevando su caso al Tribunal de Derechos Humanos.

Reglamentos

En los últimos 20 años, el deporte internacional ha ido adaptando sus reglamentos para incorporar a las personas trans a los campeonatos. En 2003, el COI autorizó a las mujeres trans participar en las modalidades femeninas siempre que se hubieran sometido previamente a una cirugía de reasignación de sexo y que se aplicaran una terapia hormonal que minimizara sus ventajas competitivas. En 2015, esta entidad redujo las trabas a una mera declaración de identidad de género femenina y a que los niveles de testosterona de la participante estuvieran por debajo de 10 nanomoles por litro de sangre durante 12 meses antes de la competición.

En noviembre del año pasado, el COI fue un paso más allá y suprimió estos requisitos. Además, rechazó los exámenes físicos que se utilizaban para evaluar a las deportistas trans por considerarlos “irrespetuosos y dañinos” y dejó en manos de las federaciones la fijación de los criterios que permiten la participación de las mujeres transgénero en las competiciones. 

Caster Semenya celebra el triunfo en la final de los 800 metros. 

Caster Semenya, cuya intersexualidad desafía el binarismo que describe el sexo biológico, ha llevado su caso hasta el Tribunal de Derechos Humanos.  / IVAN ALVARADO

Variedad de criterios

Actualmente, en el mundo del deporte se da una amplia variedad de criterios: mientras la federación internacional de rugby prohíbe que compitan personas de distinto sexo biológico, otras, como el atletismo o la natación, siguen utilizando los índices de testosterona para autorizar o denegar a las a mujeres trans su participación en las modalidades femeninas.

En España, 10 comunidades autonómicas tienen leyes LGTBI que permiten a los deportistas federarse y competir en función del sexo que declaren, pero la Ley del Deporte que se está discutiendo ahora mismo en el Congreso no entra en este asunto y tampoco lo hace la ‘Ley Trans’ que también está pendiente de ser aprobada. “Las competiciones las organizan las federaciones y son ellas las que marcan las normas, no el Gobierno”, alegan en el Consejo Superior de Deportes.

En España, 10 comunidades autonómicas tienen leyes LGTBI que permiten a los deportistas federarse y competir en función del sexo que declaren

Al amparo de estas normativas autonómicas, la canaria Omaira Perdomo consiguió federarse como jugadora de voleibol antes de alcanzar la mayoría de edad y desde 2017 compite en la máxima categoría femenina nacional de un deporte que empezó a practicar cuando aún era un niño. “Cada cuerpo es un mundo y no es justo juzgar a todas por igual. Las personas trans convivimos con un prejuicio que a menudo nos impiden avanzar. En mi caso, ha sido un estímulo para luchar y demostrar que podía ser una más de mi equipo, como el resto de compañeras”, afirma la jugadora del Voleibol Leganés.

Malestar creciente

La normalización de la realidad transexual en la vida pública permite augurar que cada vez serán más las personas con identidades no normativas en las categorías deportivas. Esta circunstancia, que no causa problemas entre los hombres trans que desean participar en las modalidades masculinas, genera un creciente malestar entre las deportistas. ¿Cómo compaginar un derecho que las mujeres trans consideran “básico y humano” con la supervivencia del deporte femenino que se siente amenazado?

No hay polémica en cuanto a los hombres trans que desean participar en las modalidades masculinas

En opinión de Pilar Calvo, la única fórmula posible es que exista una modalidad general donde compitan todos los deportistas que quieran, sin distinción de sexo, y otra específica reservada para las mujeres biológicas. “En caso contrario, nuestras marcas nunca podrán igualar a las del resto de participantes”, señala la tiradora. Irene Aguiar le ve una pega a este modelo: “Acabaría relegando la categoría femenina a algo secundario”, señala la experta en derecho, quien aboga por mantener el sexo biológico como norma para establecer las categorías deportivas.

Apelando a cómo se relacionan con la identidad sexual las nuevas generaciones, Víctor Granado propone caminar hacia sistemas mixtos como los que se dan actualmente en el deporte infantil, donde a menudo los equipos están hechos de chicos y chicas. “Hay que respetar el derecho de las mujeres que solo quieran competir con mujeres, pero en el futuro no tendrá sentido separar a personas que van a querer participar juntas”, pronostica. 

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