Emmanuel Carrère: "Mis libros no son necesarios, las limpiadoras sí"

El escritor francés estrena la película ‘En un muelle de Normandía’, un desgarrador retrato de la precariedad laboral en el sector de la limpieza

Emmanuel Carrère /Cuaderno

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Nando Salvà

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Mientras se convertía en uno de los grandes escritores de Francia y máximo exponente de ese género literario conocido como autoficción gracias a títulos como 'El adversario' y 'Limónov', ha mantenido una relación intermitente con el cine.

Tras ejercer de crítico primero y guionista después, dirigió el documental 'Retour a Kotèlnitch' (2003) y el largometraje de ficción 'La moustache' (2005), y posteriormente pareció dar la espalda a la gran pantalla. Quince años más tarde volvió a ponerse tras la cámara para rodar 'En un muelle de Normandía', retrato de una periodista que se infiltra en el sector de las profesionales de la limpieza para informar sobre sus condiciones laborales. Basada en 'El muelle de Ouistreham', el aclamado libro de no ficción de Florence Aubenas, la película llega a la cartelera el próximo viernes.

¿Por qué decidió usar precisamente el libro de Florence Aubenas como vehículo para su regreso al cine?

Lo leí cuando fue publicado hace una década, y me pareció tan magnífico como todos los reportajes de Aubenas. En mi opinión, es una de las mejores periodistas y de las mejores columnistas de Francia. Durante mucho tiempo se negó a que su libro fuera adaptado al cine pero, haciendo gala de la tenacidad que la caracteriza, Juliette Binoche logró que cambiara de opinión. Cuando me enteré de que Aubenas había sugerido que fuera yo el encargado de dirigir la película, me quedé francamente sorprendido. El caso es que el libro describe una realidad que no solo sigue existiendo, sino que se ha agravado. En mi país existen unos dos millones de profesionales de la limpieza, que tienen salarios muy bajos y jornadas de trabajo terribles, y están mal sindicalizadas.

"En Francia existen unos dos millones de profesionales de la limpieza, que tienen salarios muy bajos y jornadas de trabajo terribles, y están mal sindicalizadas"

Y como deja clara la película, su situación es prácticamente invisible para el resto de la sociedad.

Sin duda. En entornos laborales como oficinas, centros comerciales y fábricas, por ejemplo, las limpiadoras cumplen con su trabajo en solitario, antes de que el resto de empleados hayan empezado su jornada o después de que la hayan terminado. Y eso sin duda contribuye al menosprecio que sufren. Al principio de la pandemia, durante el confinamiento, se estableció esa diferenciación tan subjetiva entre 'oficios esenciales' y 'oficios inesenciales', y entonces quedó claro que a menudo los esenciales son los menos valorados. Yo soy un escritor famoso y aclamado pero, si mis libros no existieran no pasaría nada, la sociedad seguiría funcionando; en realidad, nadie los necesita. Sin el trabajo de limpiadoras, de barrenderos, de conductores... el mundo se para. 

"En mi país, como en toda Europa, la clase media está desapareciendo y los pobres son cada vez más pobres"

¿Le sorprende que, en muchos casos, esos trabajadores se alineen con movimientos antisistema como los 'chalecos amarillos'?

No, obviamente. El sistema los ha expulsado. En mi país, como en toda Europa, la clase media está desapareciendo y los pobres son cada vez más pobres; y el presidente francés, Emmanuel Macron, da la sensación de haberlos abandonado. Es un hombre muy inteligente, pero tiene muy poca paciencia con aquellos que no lo son tanto como él.

¿Diría que su película se muestra pesimista respecto a la lucha de clases?

Inevitablemente. Me molestan los discursos buenistas y las frases huecas como "todas las barreras pueden romperse si nos respetamos los unos a los otros". La película retrata relaciones humanas cálidas entre personas con buena voluntad, pero habría sido tramposo e ilusorio dotarla de un final feliz.

Suele decirse que el oficio de escritor es muy solitario. ¿Cómo le sentó formar parte de un esfuerzo colectivo como una película?

Me resultó balsámico, y me dio mucho placer. Y además me rodeé de un grupo de profesionales muy experimentados que compensaron de sobra mis evidentes carencias como director. Les di mucho poder de decisión, y decidí que diría "no sé" tantas veces como fuera necesario.

¿Siente que existen conexiones entre el libro de Aubenas y los que usted ha publicado? Ambos escriben sobre sus objetos de estudio en primera persona.

La diferencia es que, en 'El muelle de Ouistreham', ella nunca pone el foco sobre sí misma; no considera que sus propios estados de ánimo sean interesantes. Yo, por el contrario, tiendo a incluir reflexiones sobre mí mismo en todo lo que escribo. En ese sentido, el personaje que Binoche interpreta en la película está diseñado a modo de cruce entre Aubenas y yo. Por lo demás, los dos prevenimos del mundo intelectual, lo que en Francia se conoce como la 'burguesía bohemia', y por tanto ambos tenemos un conocimiento bastante abstracto del mundo que tanto su libro como mi película retratan. 

"Un periodista encubierto puede obtener resultados extraordinarios, pero ese método conlleva cierta impostura, cierta traición"

Existe un debate ético abierto acerca del tipo de periodismo de infiltración practicado por Aubenas. ¿Qué opina usted al respecto?

Un periodista encubierto puede obtener resultados extraordinarios, pero ese método conlleva cierta impostura, cierta traición. Al fin y al cabo, el informador pretende ser alguien que no es, engaña a sus fuentes. Y, además, ¿qué pasa cuando el periodista ya tiene el material necesario para su reportaje y abandona la infiltración? ¿Qué sucede con todos los vínculos emocionales creados a lo largo de ella? Es problemático.

Usted, que se incluye a sí mismo en sus libros, ¿ha experimentado alguna vez el mismo tipo de dilema moral?

Me interrogo muy a menudo sobre mi propio método pero, a decir verdad, casi nunca desde un punto de vista moral. Un literato tiene legitimidad para escribir lo que quiera y del modo que quiera acerca de sí mismo, no siente que haya límites ni que deba haberlos. A veces, es cierto, me gustaría poner distancia respecto a lo que escribo. ¡Pero no puedo!

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