METOO EN LA UNIVERSIDAD

Eva Bussalleu: "A veces parece que tengan que tocarte el culo para que se considere discriminación de género"

La Universitat de Girona ha reconocido que la científica ha sufrido discriminación en el acceso a la información y recursos en su grupo de investigación

La justicia anuló el concurso en el que perdió la plaza porque el tribunal estaba compuesto solo por hombres

Eva Bussalleu / MeToo Cuaderno

Eva Bussalleu / MeToo Cuaderno

Núria Marrón

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Cuenta la bióloga Eva Bussalleu que incluso los estudiantes se le encararon el día que fue a recoger sus pertenencias al laboratorio de su grupo de investigación, tras haber perdido su plaza frente al compañero al que acusó internamente por acoso. “Siempre se me recibía con malas caras y hostilidad, pero aquella vez mi bata estaba estropeada y rayada de arriba abajo, me habían quitado el nombre de la taquilla y todo lo que había dentro había desaparecido”. Sin dar crédito a cuanto estaba ocurriendo, tuvo que interceder la propia directora de la Oficina de Salud Laboral para que la investigadora pudiera recuperar sus cosas.

Aquel “esperpéntico” incidente no fue el último capítulo –ni por supuesto el primero- de la larga batalla que Bussalleu ha mantenido con un compañero de su equipo de investigación y su catedrático. Resumiendo mucho: la científica mantiene que durante casi una década se le ha hecho luz de gas y se ha tejido una telaraña abrasiva que buscaba su expulsión y que ha asfixiado su carrera. “Se me han negado recursos e información, se me han vetado artículos y dirección de proyectos, y hasta se han apropiado de material, datos e ideas”.

Discriminación sí, acoso no

El caso, sin embargo, no estalló hasta que ella (con un embarazo con complicaciones “agravado por el estrés y la ansiedad que sufría”) pidió estabilizar su plaza y la acabó perdiendo ante su colega, que se presentó al concurso a pesar de que la suya salía al año siguiente, explica la investigadora. Con sus 17 años de carrera dinamitados y su salud doblegada ("sufrí sangrados, lo que peor llevo es que pude perder a mi hijo"), Bussalleu decidió compartir su caso en redes, interpuso dos demandas ante los tribunales y tramitó otras dos denuncias internas, una laboral y otra por discriminación de género. Según cuenta la bióloga, en su grupo, en el que no eran extraños los comentarios sexistas y las actitudes paternalistas, las mujeres cargaban con el trabajo invisible: hacían desde las fotocopias hasta las traducciones de última hora. De hecho, cinco investigadoras, cuenta la científica, han abandonado el grupo en los últimos años. 

 "Las pequeñas agresiones sostenidas en el tiempo también provocan heridas graves", afirma la bióloga

La universidad, por su parte, decidió que la denuncia interna se tramitaría por vía ordinaria –“a menudo creo que te tienen que tocar el culo o pegarte una bofetada para que se considere discriminación género, pero las pequeñas agresiones sostenidas en el tiempo también provocan heridas graves”-, y finalmente se determinó que en el grupo había habido mala praxis y abusos de autoridad y que Bussalleu había sufrido discriminación en el acceso a la información y recursos.

Fue una victoria a medias, dice, porque “reconocieron las situaciones, pero no lo calificaron de acoso”. Sus grandes espaldarazos, no obstante, llegaron del tribunal contencioso administrativo, que declaró nulo el concurso por falta de paridad del tribunal, y, sobre todo, del apoyo “extraordinario” que ha recibido del entorno universitario. El lema “Eva readmissió” salpicó paredes y actos de solidaridad en la universidad hasta que en septiembre fue de nuevo contratada. Aun así, este episodio tampoco supuso el final de esta historia.

Sus compañeros, dice Bussalleu, siguen en marcha con sus hostilidades y ella todavía tiene dos ‘rounds’ pendientes: el concurso de la plaza, que aún no se ha convocado porque la otra parte recurrió la nulidad, y la celebración del juicio laboral que debe dirimir las circunstancias de su salida y si hubo vulneración de derechos fundamentales. “Mi deseo es que la universidad deje de ser un lugar excelente para los acosadores y creo que poco a poco se va consiguiendo. El nuevo protocolo de la UdG, por ejemplo, ha incluido propuestas significativas”. Desde mayo, además, la composición de todos los órganos colegiados debe respetar el principio de paridad.

Si consideras oportuno hacernos llegar alguna experiencia de acoso o violencia machista en el entorno académico, por favor escribe a cuaderno@elperiodico.com

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