Regreso del autor de ‘Papaoutai’

Stromae saca punta pop a sus problemas mentales

El cantante belga protagoniza uno de los regresos pop más esperados de 2022 con su tercer álbum, ‘Multitude’, donde apunta a sus infiernos personales tras una pausa discográfica de nueve años

                              

stromae / Cuaderno

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Jordi Bianciotto

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El golpe de efecto (perfectamente guionado) fue de aúpa: cuando la entrevistadora de informativos del canal francés TF1, Anne-Claire Coudray, le preguntó por sus episodios de infelicidad y soledad en los últimos años, Stromae se quedó mudo unos instantes y rompió a cantar su ‘single’ de estreno, ‘L’enfer’, donde sobrevuelan los desórdenes mentales y las tendencias suicidas, todo ello formulado en melodramática primera persona.

Un gag que ha causado revuelo estos días, con críticas a la cadena por confundir información y entretenimiento, y que a la postre ha representado una enésima jugada promocional perfecta para este artista de aura sufrida que conjuga las angustias existenciales a base de bailable pop ‘eurodance’ con hebillas exóticas. ‘L’enfer’ llega en un momento en que la salud mental es tema de conversación y el suicidio se anota un 7% de aumento en España en 2020 como primera causa de muerte no natural. La canción releva a ‘Santé’, otro tema con miga, en el que rinde homenaje a la clase trabajadora. "¿Y si celebramos a los que no celebran? / Por una vez, me gustaría levantar mi copa para los que no tienen ninguna", propone sobre un ritmo electrónico envuelto en notas de ‘cavaquinho’, la mini-guitarra tradicional portuguesa.

Maestro en clave

Cantar a la fragilidad humana y quitar hierro al drama a base de ‘beats’ aparatosos con vistas a África y a la latinidad, es el modo de Stromae de estar en el mundo. Se diría que, con la música, en la que se perciben rastros de la narrativa enfática de su querido Jacques Brel, ha exorcizado reveses que comenzaron a acompañarle desde muy pronto: a los nueve años, en 1994, perdió a su padre, arquitecto tutsi, en el genocidio de Ruanda. Paul Van Haver (su verdadero nombre; apellido heredado de su madre, belga flamenca) no tardó en crearse una identidad de fantasía: Stromae, ‘maestro’ al revés según las reglas del argot francés ‘verlan’.

Marca en clave con la que dio que hablar con su debut, ‘Cheese’ (2010), y sobre todo, su relevo, ‘Racine carrée’ (2013), en el que convirtió en material pop asuntos vidriosos como la discriminación racial, el tabaquismo, la dependencia de las redes sociales o las familias desestructuradas. A eso último apuntaba la celebrada 'Papaoutai' (contracción de 'papá, ¿dónde estás?'), canción en cuyo video un niño evoca la ausente figura paterna a través de un maniquí, en desolador contraste con las risueñas complicidades de las familias de su entorno.

Después de la fatiga

Canciones con las que se te encoge el corazón, con ese ánimo de hacerte bailar para no ponerte a llorar, y que Stromae ha vestido con una estética peculiar: pajarita, pantalón corto, largos calcetines, bombines, ecos del surrealismo de Magritte. Colorismo con un pie fuera de la realidad mientras la procesión corre por dentro, con episodios de agotamiento y afectación mental que en los últimos años le han apartado del ‘show business’, si bien no ha perdido el tiempo y ha desarrollado su línea de moda Mosaert.

Su tercer álbum, ‘Multitude’ (que saldrá el 4 de marzo), es uno de los más esperados de 2022, y lo presentará en una gira que, por ahora, presenta una única fecha en España, el 8 de julio en el BBK Live Festival, de Bilbao (ocho años después de su paso por Primavera Sound). Tal como Bob Dylan, vía Walt Whitman, deslizaba hace poco en su tema ‘I contain multitudes’, Stromae se dispone, según ha dicho, a hablarnos de los múltiples ángulos de su personalidad y de sus estados de ánimo: del escapismo emocional al descenso a los infiernos.

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