La trastienda de los 'realities': "Se busca gente que se rompa ante la cámara"

La muerte de Verónica Forqué ha puesto el foco sobre la tóxica relación entre salud mental y telerrealidad

Muchos 'castings' buscan drama y personajes "a los que odiar o endiosar"

Verónica Forqué

Verónica Forqué / El Periódico

Abel Cobos

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Desde la muerte de Verónica Forqué, el pasado lunes, se ha hablado mucho sobre la telerrealidad, los 'castings' y la responsabilidad de las productoras en la selección de los concursantes. ¿Deberían haber detectado a tiempo que necesitaba apoyo psicológico? ¿Se alimentaron de su dolor para generar polémica? ¿Fue irresponsable la edición del programa? Muchas preguntas, pero ninguna respuesta unánime, solo un festival de reproches y búsqueda de responsabilidades sobre su muerte. 

Pero, ¿cómo se ha llegado a este punto? En la televisión, como en redes sociales, se busca la viralidad, cultura en la que el desprecio y la burla funcionan como combustible, a menudo a costa de triturar personalidades frágiles. “En la radio el único criterio es que hable bien y sea interesante. En un plató hay más pie a jugar con el exhibicionismo” –afirma una productora de la cadena Ser, que trabajó en televisión–. Por eso, muchas veces, le das prioridad a perfiles más estridentes y excéntricos”. 

En su experiencia, un personaje “daba juego” si “es un salado” o “si creará escándalos”, porque “ambos factores son buenos para el producto final”. Lo ideal de un 'casting', por lo tanto, es saber equilibrar entre estos perfiles, y si luego alguno se viraliza, “sea para mal o para bien”, más conversación social se genera alrededor del programa y, por lo tanto, “más publicidad y audiencia”.

Alguien a quien odiar

“Cuando haces un 'casting' hay muchos factores en juego...”, reflexiona otro productor de televisión, que prefiere no dar su nombre. Por ejemplo, “siempre tiene que haber algún personajazo, alguien que sepa interactuar con el presentador y los guiones”, explica. ¿Eso quiere decir alguien con problemas de salud mental? “No, rotundamente no. Una persona que no esté mentalmente sana puede ser imprevisible, y buscas a alguien que sepa improvisar, no que vaya a ser caótica”. 

A veces, "el 'casting' se centra en personajes que den drama y que provoquen o absoluto desprecio o total simpatía", admite un productor

Sin embargo, experiencias recientes no avalan esta opinión. Entre otros, 'La isla de las tentaciones', que ha basado sus 'trailers' y acción dramática en torno a la de desesperación, tristeza y rabia de sus protagonistas. Es fácil recordar el bombo televisivo que se le dio a Christopher, de la primera temporada, y su grito de “¡Estefanía!”, o a Zoe, cuya confrontación en plena crisis nerviosa a su pareja, Josué, fue el gran reclamo de la presente edición. “Sí, siempre hay casos como en 'La isla de las tentaciones', que el 'casting' se centra en personajes que den drama”, que vayan a “romperse frente a la cámara” y que provoquen entre los espectadores “o absoluto desprecio o total simpatía [...], alguien a quien odiar y alguien a quien endiosar”, admite el productor. 

Belén Esteban.

En 'Gran Hermano VIP', Belén Esteban fue puesta al límite para deleite de la audiencia. /

Al límite por la audiencia

Otro ejemplo es 'Gran Hermano VIP', donde “Belén Esteban fue puesta al límite para deleite de la audiencia”. Aun así, “esta no debería ser, ni es, la tónica habitual en una productora”, se afana a recalcar. Eso sí, reconoce que, tomando decisiones de 'casting', “el equipo va con una idea preestablecida, tiene unos perfiles fijados que confía que sabrán dar buena tele, e intenta ponerlos en situaciones para que potencien estos rasgos”. Por ejemplo, al gracioso le harán pullitas para que las devuelva, al que hace chistes cuando está nervioso le someterán a un poco más de presión, y el que da 'one-liners' tendrá siempre una cámara apuntándole. 

Aun así, “el equipo muchas veces se equivoca”, y puede ser que el que parecía que iba a ser más soso sea, al final, el más conflictivo. Y esto, a veces, “es una alegría”, porque, aunque siempre busquen “humor y buen rollo”, “tristemente, en un 'reality', una pelea te llena minutos y da audiencia”, concluye el productor. Lo ratifica Ricardo de Pascual, doctor en Psicología Clínica y de la Salud: “Las emociones negativas tienen más tirón, y no solamente en la televisión, también en las redes sociales. No hay nada que guste más que un rapapolvo. Será que no hay vídeos de 'youtubers' famosos peleándose”. 

Bajas pasiones

El periodista Gerardo de la Torre Cortés, conocido como Gerardo Tecé, recientemente reflexionó sobre la muerte de Forqué en el medio CTXT, haciendo hincapié en el rol de los espectadores que contemplaron el circo mediático y tampoco hicieron sonar las alarmas. Cree que “hemos naturalizado el sufrimiento” cuando lo vemos en televisión, ya sea en formato discusiones, peleas o debacles emocionales. “Quizá porque pensábamos que eran guiones y actuaciones”, elucubra, “pero el caso de Verónica ha demostrado que no, que son reales”.

A juicio de Gerardo Tecé, "hemos naturalizado el sufrimiento” cuando lo vemos en televisión, ya sea en formato discusiones, peleas o debacles emocionales.

Coincide en que este tipo de 'realities' se pueden definir como una industria que se alimenta y enriquece de los rasgos más frágiles de sus concursantes. Y que, a través de la maquinaria del capitalismo, encuentra una forma de lucrarse de personas un tanto rotas. Jorge Carrión, autor de 'Lo viral', advierte de que “las bajas pasiones son el carburante principal [de la telerrealidad]”. Y como vivimos en una sociedad absorbida por el cansancio, la soledad y la ansiedad, “al sistema le interesa que estemos mal”, porque podrá sacar tajada económica, entre otros métodos, potenciando este tipo contenido. 

Mike Thalassitis se quitó la vida tras participar de 'Love Island UK'.

Mike Thalassitis se quitó la vida tras participar de 'Love Island UK'. /

Maltrato psicológico

Entre la avalancha informativa de esta semana, varios periodistas e internautas se afanaron en repescar otros casos similares, demostrando que este no ha sido un episodio aislado. “38 personas ‘murieron por suicidio’ tras aparecer en 'reality shows'”, titulaba el diario británico 'Metro', en 2019, después de que se quitara la vida Mike Thalassitis, participante de 'Love Island UK', en uno de los artículos que se han vuelto a hacer virales a raíz de la muerte de Forqué. 

Y no son solo víctimas mortales. Al contrario, estas son, solamente, la punta de un iceberg de maltrato psicológico a los concursantes que lleva aconteciendo en nuestras pantallas durante décadas, de forma estructural y sistemática, y que la audiencia afronta con pasividad. En 'Masterchef' ya había “episodios reprochables, con actitudes clasistas y de todo tipo, y nunca había pasado nada”, denuncia Tecé. Y en las grandes franquicias de 'realities' estadounidenses, lo mismo. 

Por ejemplo, Taylor Armstrong, protagonista del manido meme de una mujer gritándole a un gato. La escena de donde surge la imagen es del 'reality' 'Real Housewives of Beverly Hills', que no se cortó un pelo en grabar a una mujer, en plena crisis nerviosa, que acababa de estallar por no poder contener más el dolor que le provocaba sufrir violencia de género. Unos meses más tarde, su marido acabó suicidándose. A la siguiente temporada, cuando Armstrong encontró cierta estabilidad emocional y familiar, fue despedida. 

 Luann de Lesseps, participante de 'Real Housewives of New York City', cuya lucha contra el alcoholismo ha sido retratada durante las 13 temporadas.

 Luann de Lesseps, participante de 'Real Housewives of New York City', cuya lucha contra el alcoholismo ha sido retratada durante las 13 temporadas. /

Despedida tras la ‘rehab’

De la misma franquicia, Kim Richards, tía de Paris Hilton, se mostró totalmente vulnerable frente a la cámara, mostrando sus problemas con el alcoholismo. Una vez se recuperó, fue despedida. Según anunciaron varios medios, los productores del 'show' dijeron que “solo gusta a los fans cuando es un desastre emocional”.

O, también, el caso de Luann de Lesseps, participante de 'Real Housewives of New York City', cuya lucha contra el alcoholismo ha sido vastamente retratada durante las 13 temporadas del formato, y que los fans han convertido en un icono pop. Hasta puedes encontrar en Amazon pósteres de su retrato policial, detenida por conducir borracha. Ahora, los tabloides afirman que Luann vuelve a beber, y decenas de seguidores están banalizando su recaída con mensajes irónicos y perniciosos. “Bien hecho Luann, volviendo a beber para que asegurarse que la próxima temporada sea un éxito”, comentaba una twittera. 

Como asevera Tecé, “la culpa la tenemos todos, incluidos los consumidores”. Los fans absorben fácilmente la toxicidad de estos formatos, y hasta la replican. Las decenas de mensajes con odio que todavía se pueden leer en el Instagram de Forqué lo demuestran. Pero no hay una respuesta clara al porqué de este cinismo, más allá de, como añade de Pascual, “son los hábitos de consumo que nos enseñado”. La industria televisiva “sabe que el sufrimiento funciona, pero porque tampoco te vende otra cosa”. Es decir, tenemos el paladar educado (o, más concretamente, desensibilizado) a este dolor mediatizado. 

Presión ciudadana

¿Hay optimismo en el futuro? Depende. De Pascual y Tecé advierten de que, sin presión ciudadana, no habrá cambios reales. Como sucedió, por ejemplo, tras la violación de una concursante en 'Gran Hermano', que los anunciantes se retiraron del espacio para evitar polémicas. 

Rompiendo una lanza a favor de estos programas, Gerardo cree que los “realities no son siempre así”. “O quiero pensar que no lo son”. Y, de hecho, este discurso ha ganado peso durante estos últimos días, con el estreno de 'Lego masters' y 'Celebrity Bake Off', que, según la crítica, se centran en la química de los personajes con los presentadores, y no tanto en los dramas personales. ¿Es posible una telerrealidad diferente? 

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