Meng Wanzhou & Ren Zhengfei

La 'familia Huawei': intrigas políticas, fortuna y fama súbita

La directiva de la compañía de móviles, recién liberada después de tres años retenida en Canadá, es también la heredera de un imperio que fundó su padre a partir de 5.000 dólares prestados

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Adrián Foncillas

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La anónima ejecutiva detenida tres años atrás en Canadá desembarcó como una diva en China esta semana. Algunos habían rastreado su vuelo oceánico y millones siguieron las retransmisiones televisivas. A Meng Wanzhou la esperaba la alfombra roja y una multitud en el aeropuerto de Shenzhen y los mensajes de bienvenida desde la torre de control y los iluminados rascacielos de esa futurista macrourbe sureña y sede de la multinacional Huawei.

El vuelo chárter contratado por el Gobierno que aterrizó en un aeropuerto cerrado desde la pandemia dio la medida de la relevancia y su discurso abrochó el final feliz. "Al fin estoy en casa", anunció. Se definió como "una ciudadana china corriente", aclaró que ni en un solo momento dejó de sentir "el cariño y el calor del Partido, la patria y el pueblo", descubrió "un faro de fe" en cada bandera china y aplaudió el liderazgo del presidente, Xi Jinping. 

Desde Pekín se la había presentado como una Juana de Arco empujada a la pira de la guerra comercial que libran China y EEUU

Desde Pekín se la había presentado como una Juana de Arco empujada a la pira de la fragorosa guerra comercial que libran las dos grandes potencias. Su regreso en vísperas de las vacaciones nacionales ha disparado el patriotismo. Se entiende como el fin de un atropello histórico y el imparable auge de un país que ya no se deja pisotear. "Una gran victoria del pueblo chino", bramó la prensa oficial. Acertaba al definirla como una "presa política" y silenciaba que también lo eran los dos canadienses que encarceló Pekín como respuesta. Un enjuague entre China, EEUU y Canadá resolvió el conflicto con un intercambio de prisioneros con aroma de guerra fría.  

De mecanógrafa a directora financiera

Es improbable que Meng disfrute de los focos tras una vida anónima. Pasaba desapercibida entre la nutrida colonia china de Canadá y pocos sabían en su país que era hija de Ren Zhengfei, fundador y presidente de Huawei. Su detención en el aeropuerto de Vancúver desencadenó una febril tarea biográfica.

Nació en Chengdú, adoptó el apellido materno a los 16 años en contra de la tradición, fue contratada por el Banco de la Construcción de China y un año después entró sin privilegios en la empresa familiar. Fue mecanógrafa, atendió llamadas, elaboró catálogos y otras funciones administrativas. Estudió un máster de contabilidad en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong y regresó a la compañía con el bagaje necesario para subir en el escalafón. Sobre su asalto al último peldaño hubo dudas.

Durante su arresto en Canadá, ha seguido ejerciendo de directora financiera y despunta como posible sucesora

Ren había establecido, tras superar un cáncer en 2011, un sistema rotatorio de cuatro presidentes para que todos estuvieran preparados para relevarle cuando fuera necesario. Dos años después explicó en un e-mail interno que su sucesor debería juntar visión, carácter y sólidos conocimientos de la industria. "Nadie en mi familia tiene esas cualidades", sentó. Meng contaba con los primeros y es probable que haya acumulado los últimos desde que fue nombrada directora financiera. Ha seguido al timón durante el arresto domiciliario en una de sus dos mansiones en Vancúver. Tenía de vecino, irónicamente, al consulado estadounidense.  

No hay detalle que hoy desprecie el público. Se glosa su donaire y se escruta con atención entomológica sus vestidos y accesorios, incluso la tobillera electrónica que fiscalizaba sus movimientos cuando le fue concedida la libertad condicional. Se habla del apoyo incondicional de su marido y de las visitas durante su reclusión de su masajista y profesor de arte. Se subraya su carisma, diplomacia e inteligencia que le han despejado el camino en un gremio masculino. "La princesa de Huawei", la llaman en China.  

Represión en la Revolución Cultural

Su sofisticación representa la evolución generacional de aquellos empresarios que bregaron en un país que se desesperezaba. A Ren y Meng les une su discreción y audacia, y les separa el resto. El padre trufaba sus arengas a sus trabajadores durante la guerra tecnológica con EEUU. "Si no puedes hacer tu trabajo, échate a un lado y deja espacio para que el tanque siga avanzando. Serás bienvenido si acudes al campo de batalla", conminaba. Había padecido las hambrunas del Gran Salto Adelante, la represión durante la Revolución Cultural y el menosprecio en sus inicios empresariales.  

Líder del 5G

Ren es el séptimo de siete hermanos en una familia menesterosa. Se licenció en Ingeniería Civil y entró en el Ejército pero nunca alcanzó un rango elevado porque su padre había sido etiquetado de capitalista durante la Revolución Cultural. Abrió una fábrica para dotar de uniformes nuevos a las tropas cubiertas con remiendos y fracasó en el sector petrolero antes de comprender que el país necesitaba mejorar sus telecomunicaciones.

De un puñado de amigos consiguió los 5.000 dólares para fundar Huawei y empezó vendiendo en el interior los componentes que compraba en Hong Kong. Trabajó 16 horas diarias, sufrió depresión y ansiedad, y se diferenció del resto invirtiendo sus magros dividendos en la investigación cuando la copia aseguraba el éxito inmediato. Funcionó. Huawei lidera hoy la industria del 5G que cambiará nuestras vidas y destina casi la mitad de su masa laboral a la investigación. Ese imperio, algún día, será de Meng.

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