Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

¿Quién protegió a Noelia de Mingo?

Todos los controles y medidas de rehabilitación han fallado con la doctora reincidente

Noelia de Mingo, la doctora que asesinó a tres personas en 2003, detenida por acuchillar a otras dos

Noelia de Mingo reingresa en el psiquiátrico de la cárcel de Fontcalent

Noelia de Mingo

Noelia de Mingo / EFE / JUAN M. ESPINOSA

En el año 2003, Noelia de Mingo estaba contratada en la clínica de la Concepción, dependiente de la Fundación Jiménez Díaz. Noelia no asistía a las sesiones clínicas, insultaba a su pacientes, se negaba a hacer guardias. Noelia no se relacionaba con nadie. Comía sola y sufría un tic compulsivo que llamaba la atención: se quitaba motas y pelos inexistentes de la ropa. En el hospital le llamaban «la loca».

Uno de sus superiores le aconsejó que se sometiera a una evaluación psiquiátrica. Días después, Noelia se presentó con su madre en su despacho. La familia De Mingo y la familia Jiménez Díaz, ambas procedentes del Molar, ambas millonarias, mantenían excelentes relaciones que se remontaban a varias generaciones atrás. El médico vio peligrar su puesto de trabajo, y no informó del comportamiento de Noelia.  

Protección

Noelia tenía especial fijación con dos compañeras. Con Leila El Ouaamari, porque era marroquí y musulmana (y ella procedía de familia ultracatólica). Y con María Alcalde, porque era la mejor amiga de Leila. Ambas se quejaron de que habían sido amenazadas por Noelia. De que les había dicho que las apuñalaría. De que Noelia tenía obsesión con los cuchillos.

Ante estas quejas, el tutor de Noelia y el jefe del Servicio de Reumatología reunieron a Leila y María –junto a médicos, enfermeras y secretarias–, y les dijeron que dejaran de "acosar a Noelia".

Tres muertos y ocho heridos

Tres días después de esta reunión, Noelia mató a Leila e hirió gravemente a María. También mató a dos personas más e hirió de gravedad a otras siete. Tres muertos y ocho heridos. Una de ellas ha quedado inválida de por vida. Todos apuñalados con un cuchillo jamonero.

Dos días después de los asesinatos, Juan de Mingo, padre de Noelia, declaraba en la radio que su hija era «maravillosa, un ángel del señor, mandada del cielo».

Noelia fue condenada a 25 años de reclusión en un hospital psiquiátrico.

Desentendimiento del hospital

La sentencia mantiene que los responsables del hospital «pudieron hacer algo y no lo hicieron» (textual). Pero nadie los demandó, ni siquiera por falsedad documental, a pesar de que se habían firmado las guardias de Noelia, cuando todo el hospital sabía que no las hacía.

Noelia solo cumplió 9 años de reclusión. Los profesionales dictaminaron que podía residir con su madre. Carlos Sardinero, abogado de las víctimas, se opuso. La madre era demasiado mayor y, sobre todo, ya había negado en el pasado la enfermedad y los delirios de su hija, y había amenazado a los profesionales que los hicieron notar.

Coartada familiar

Sardinero declaró: "Que quede constancia de que solo una parte acordó el cambio de medida y que nosotros hemos hecho todo lo posible para evitar riesgos, exigiendo mayores controles, pues podría ocurrir una desgracia".

Noelia se fue a vivir con su madre. Su madre volvió a encubrirla cuando Noelia amenazó de muerte a un pariente o cuando se escapaba de casa. La madre siempre la protegió, no reveló sus recaídas y tampoco informó al psiquiatra de las conductas violentas de Noelia.

El pasado lunes, Noelia de Mingo acuchilló a dos mujeres. Con un cuchillo jamonero. Una de ellas se debate hoy entre la vida y la muerte.

Normalmente mis artículos tienen una coda final, una espacie de moraleja. En este no la va a haber. La historia habla por sí sola. 

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