De Dalí a Rosalía: La espardenya es sexy

De origen payés y proletario, Yves Saint Laurent las convirtió en ‘dress code’ estival de las celebridades de los 70 y ahora sigue en los pies de las ‘influencers’.

Rosalía se ha aliado con Nike para sacar las ‘AF1 Espardille’, un ‘mix’ que rinde homenaje a su abuelo.

Combo espardenyes

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Natalia Ferrando

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Unas deportivas con cintas para atarlas al tobillo y la suela cosida con la tradicional puntada visible es la última remasterización de la espardenya, una creación de Rosalía para Nike que ha bautizado como AF1 Espardille. «Me inspiré en un tipo de calzado tradicional que mi abuelo solía usar todo el tiempo; siempre estaba trabajando», explicó la cantante en el pódcast The Gurls Talk, haciendo bandera de su catalanidad.

Dalí, de quien Rosalía ha echado mano en Instagram para promocionar la nueva colaboración con la marca, elevó el estatus de este calzado payés. Casi tan icónicas como su bigote, resultaban sus espardenyes Pinxo, con tres cintas por tobillo, que llevaba tanto para trabajar como para sus descansos frente al mar en Portlligat, con o sin calcetines según la temperatura. Pero fue Yves Saint Laurent, tras coincidir en los 70 en una feria en París con el matrimonio formado por Lorenzo Castañer e Isabel Sauras, quien les imprimió glamur y universalidad. El diseñador quería convertir la espardenya en un calzado que estilizara más las piernas femeninas. «¡Si Saint Laurent quiere una alpargata con cuña, la tendrá!», resolvió Castañer, encantado con el encargo, que acabó siendo el modelo estrella de la marca Castañer.

Las espardenyes –de esparto y algodón– eran un calzado campesino y obrero, y los esfuerzos de Castañer, que abrió en 1927 su primer taller en Banyoles, se concentraron en darle un carácter más noble, con materiales como el yute, el algodón o la piel, además de fibras de seda y rafia. Al estallar la Guerra Civil, el bando republicano nacionalizó la firma, que se volcó en la producción de espardenyes de set vetes (siete cintas) para los soldados. Precisamente en 1936, el fotógrafo Pere Català Pic convirtió la alpargata en un símbolo antifascista al retratarla pisoteando una cruz gamada para un cartel del Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya.

La vuelta chic

A medida que el país se recuperaba de la contienda, las alpargatas parecían abocadas a la extinción. No resistían a las inclemencias del tiempo ni a los terrenos pedregosos, tampoco eran aptas para un uso intensivo, y la tecnología del calzado iba avanzando. Sin embargo, al tiempo que jóvenes catalanistas y nacionalistas las recuperaban en los años 60 y 70 como símbolo de afirmación nacional, Yves Saint Laurent consiguió que se asociaran a lo chic, a los días ociosos de verano, a los enclaves exclusivos frente al Mediterráneo. Antes de eso, Lauren Bacall ya se las había puesto en Cayo Largo, y la emularon Grace Kelly, Sofía Loren y Audrey Hepburn. También Humphrey Bogart y Gary Cooper, dentro y fuera del set, demostraron que eran unisex.

En el cine español, parecieron funcionar como amuleto de una jovencísima Penélope Cruz, que en Jamón, jamón (1992) gastaba suela por los Monegros o las llevaba cuando se entregaba al amor bajo el toro de Osborne, completando el look con minivestidos y pendientes de aro.

Las espardenyes se mimetizaron con el paisaje de la Costa Brava, con el look navy de Coco Chanel. Y se apuntaron más firmas:_Gucci fabrica modelos que rondan los 500 euros; y Loewe apuesta por la lona en su colección Paula’s Ibiza, que homenajea a la boutique balear mítica en los 70. 

Si algo ha garantizado el futuro de la espardenya es su naturaleza customizable. Tras casi un siglo, Castañer ha sorprendido con una colección cápsula, en colaboración con el creador británico Paul Smith, donde mandan las rayas de colores contrastados: antes colaboró con Manolo Blahnik y Missoni en iniciativas similares. Otra firma histórica, Toni Pons –hace 75 años que se fundó en Osor y en la década de los 60 se estableció en Girona– hace gala de su sostenibilidad. Sus alpargatas se fabrican íntegramente en España, muchas con materiales naturales o reciclados, y cuenta con una colección vegana, libre de cualquier componente de origen animal, donde predominan materiales como telas o lino. Entre sus especialidades llaman la atención diferentes propuestas para novias como el modelo Amelie, de raso blanco y con tiras cruzadas.

Desde la calle de Avinyó de Barcelona, reivindica su aportación a la espardenya moderna La Manual Alpargatera, en marcha desde 1940, cuando Joan Oliver compró lo que ya era una alpargatería con la intención de hacer evolucionar el calzado proletario por excelencia. Poner cuña a las alpargatas y alegrar los estampados, con bordados y colores vivos, fue algo que promovió la esposa del fundador, Emilia Oliver, un espíritu creativo que el establecimiento se ha esforzado en mantener. Entre las novedades de La Manual Alpargatera destaca un modelo de ganchillo –Carmen, de producción limitada– y las bailarinas Aitana, con tiras de badana para atar al tobillo. Los estampados de la colección Barcemola! han incorporado motivos de la ciudad, como el panot –las baldosas típicas diseñadas por Puig i Cadafalch–, el forjado de las farolas de paseo de Gràcia o las tapas de las alcantarillas.

El modelo Pinxo es el demandado por las colles castelleras y, entre los clientes, destacan los Mossos d’Esquadra, que calzan espardenyes en su uniforme de gala y que agradecieron al dueño actual –Joan Carles Tàsies– que pusiera goma en las suelas para evitar que se les empaparan cuando llovía. También las llevó el papa Juan Pablo II, que durante años recibió un modelo sin cintas.

Zapatilla viral

Las espardenyes han demostrado potencia viral. Alohas, una marca de Barcelona omnipresente en Instagram, apostó por ellas en verano de 2018, apoderándose del lema The Endless Summer, título del mítico documental de surf de 1966. Un año después, llegó el boom empresarial, con un modelo de negocio basado en la producción bajo demanda, sin tiendas físicas, que se promociona a través de influencers como María Pombo y Gala González. Son espardenyes de inspiración gladiadora, clásicas con un exterior de piel y cuña de yuta, o con empeine peep-toe y relieve de serpiente, con precios que oscilan entre los 60 y los 150 euros.

La espardenya ha burlado su destino como pieza de museo, por mucho que el par setentero de Yves Saint Laurent forme parte de la colección del Victoria & Albert Museum de Londres y que el MoMA de Nueva York las incorporara en 2017 a la exposición Is fashion modern? (¿Es moderna, la moda?), que llevó a su comisaria Paola Antonelli a una cuidada selección de objetos pensada a lo largo de 20 años. A la espera de que Rosalía y Nike pongan precio y fecha de salida a las AF1 Espardille tras el hype, si algo está claro es que la espardenya tiene una larga vida por delante. El furor de famosos e influencers por Ibiza, festivales como Coachella y vacaciones náuticas no hacen más que confirmarlo.

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