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Justin Kan: el gran "fracaso" del creador de Twitch

El emprendedor pincha con Atrium, una empresa de servicios legales, y pierde 75 millones de dólares

Justin Kan, cofundador de Twitch

Justin Kan, cofundador de Twitch / Youtube

Ignasi Fortuny

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Hablar del fracaso con -más que presumiblemente- unos cuantos centenares de millones de dólares en el banco tampoco parece un trance muy complicado de pasar. «A la gente le encanta hablar del éxito, pero hoy voy a hablar del fracaso». Justin Kan, el estadounidense que creó el embrión de Twitch, se ha puesto en frente de una cámara para relatar como ha perdido, ni más ni menos, que 75 millones de dólares en su último negocio. Calderilla para el ideólogo de la plataforma digital más de moda en la actualidad. El agujero en el pantalón de Justin Kan se llama Atrium, una empresa que ofrecía servicios legales para creadores. En tres años, de 2017 hasta 2020, la compañía fue cayendo y junto a ella la venerada figura de su fundador. La empresa -revela Kan- se centró más en conseguir clientes que en pensar en lo que ofrecían, en el producto, y a quien se dirigían exactamente. «Caímos en el abismo de intentar servir a todos». Y el hambre capitalista sufrió un revés . No funcionó esta vez. 

Figura de éxito

El emprendedor, que ahora cuenta 37 años, inventó en 2007 un sitio web para transmitir vídeos llamado Justin.tv, donde mostraba su vida las 24 horas del día. En una época en la que los realities, los Gran Hermano, ya llenaban las parrilas de la televisión convencional de todo el mundo, un chaval con una cámara en la cabeza y una mochila en la que cargaba todo el equipo enseñaba su vida sin interrupciones. Entonces, la revolución más palpable fue que logró disminuir los costes de las transmisiones en vivo. Después, la idea ha ido creciendo tanto como las posibilidades de internet. El filón definitivo fue el vínculo con los videojuegos, lo que acabó popularizando Twitch. Esa tecnología diseñada por un chaval de 24 años evolucionó a la citada plataforma, que fue vendida a Amazon por casi mil millones de dólares tan solo siete años después, en 2014

Con ese currículum -cuenta Kan- había cola de inversores que le querían abrir las puertas de sus cajas fuertes para su nueva idea. El empresario, nacido en Seattle y de madre china y padre estadounidense, explica que la idea de Atrium salió porqué «odiaba hacer el trabajo legal para mis startups y nunca entendía realmente por qué estaba pagando». Lo explica tumbado en el suelo en un vídeo grabado en un dormitorio y publicado en su canal de Youtube. Tiene un aura zen, un discurso pausado. Graduado en Física y Filosofía en la Universidad de Yale, dice ser un amante de «las historias, las ideas». No le interesa ya eso de ser CEO.

Kan, óbviamente, tiene las necesidades cubiertas de sobra y ahora, además de las varias empresas en las que está metido de una u otra forma, dedica tiempo a compartir sus experiencias y dar «consejos de vida» en su canal, que ya cuenta con más de 100.000 subscriptores, y que está lleno de frases trascendentales dirigidas a nuevos creadores en busca de luz. A ellos les dice ahora que hay que hay que «sentirse orgulloso del fracaso y utilizarlo como insignia»

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