La Corona británica en jaque

Buckingham vetó a las minorías étnicas en altos cargos de la casa real, según 'The Guardian'

La identificación de los jóvenes con los duques de Sussex pone en cuestión el porvenir de la institución

EL ÚLTIMO INCENDIO DE MEGHAN Y HARRY PONE EN CUESTIÓN EL PORVENIR DE LA INSTITUCIÓN Y ECHA NUEVO COMBUSTIBLE AL DEBATE SOBRE EL SENTIDO DE LA REALEZA.

Meghan desliza una confidencia a la reina, cuando aún no se cruzaban puñales en público, en 2018.

Meghan desliza una confidencia a la reina, cuando aún no se cruzaban puñales en público, en 2018. / AFP

Begoña Arce

Begoña Arce

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El 19 de mayo de 2018 lucía un sol radiante en Windsor. Desde muy temprano, la policía había cortado al tráfico en las calles y miles de personas se apostaban en las aceras para ver pasar a los novios. Harry y Meghan Markle recibieron una gran ovación cuando, recién casados, se pasearon en coche de caballos entre la multitud. Una boda real perfecta.

"El día en que la monarquía abraza el futuro multicultural de Gran Bretaña", pregonaba el 'Daily Mail', que echaba las campanas al vuelo. Los duques de Sussex "reflejan verdaderamente a la Gran Bretaña moderna". "Las personas birraciales –proseguía el tabloide ultraconservador– son el grupo étnico que más rápidamente crece en el país, pero pueden a veces sentirse marginadas e incomprendidas. Tener a alguien como Meghan hablando de esos asuntos puede ser lo que hace falta". Seguramente hacía falta, pero cuando finalmente Meghan ha hablado de "esos asuntos", lo último que ha recibido de la familia real o de la prensa como el 'Mail' son parabienes y mensajes de agradecimiento.

BRECHA GENERACIONAL

La brutalidad y rapidez de la ruptura entre los Sussex con la institución monárquica ha sido un reflejo de los tiempos que corren. La interpretación de la entrevista de Oprah Winfrey ha mostrado la brecha generacional a la hora de valorar lo dicho en ella. Un "así es, si así os parece", porque cada cual ha sacado las conclusiones que ha querido.

Los defensores de la pareja han visto confirmadas las sospechas de racismo, de incomprensión con los problemas de salud mental y la incapacidad de la monarquía británica de acoger a los que llegan nuevos a 'La Firma', como ya ocurriera con la princesa Diana. Pero también se han sentido validados quienes recelaban de las intenciones premeditadas de una estrella menor de la televisión americana; una arribista, pensaron, y no han dado crédito a sus acusaciones de racismo y maltrato psicológico contra la familia real.

Los sondeos han mostrado que en el primer grupo están la mayoría de los norteamericanos y muchos de los jóvenes en el Reino Unido. En el segundo, los británicos de cierta edad, nostálgicos del pasado, aferrados al ejemplo inamovible de una soberana que ya ha cumplido 94 años y lleva 70 en el trono. 

Los defensores de la pareja han visto confirmadas las sospechas de racismo e incomprensión con los problemas de salud mental

En América han alabado a Meghan, Michelle Obama, Hillary Clinton e incluso el presidente Joe Biden. Los asuntos a los que ha aludido la duquesa trascienden su experiencia personal y traumas, reales o fingidos. El semanario británico 'The Economist' apunta a que quizá la más dañada con la entrevista no sea la monarquía sino "la reputación británica de sociedad liberal, tolerante con la diversidad racial".

MOMENTO DE CONFRONTACIÓN

Las acusaciones llegan en un momento de confrontación en el Reino Unido, con la revisión crítica del pasado imperial o la relación de grandes personajes históricos con la esclavitud. En los últimos años se han derribado estatuas y se cuestiona el origen colonial de antigüedades guardadas en los museos.

El historiador británico Simon Schama, profesor de la Universidad de Columbia, cree que "todo es un asunto de crisis de identidad". Schama ha hablado en el 'New Yorker' de la polarización sufrida con el Brexit y de cómo la unidad del Reino Unido se ve amenazada por la posibilidad de un referéndum de independencia en Escocia. "Hay una especie de neurosis nacional, que normalmente aplacaría la monarquía. Pero la monarquía está atrapada, tratando de hacer dos cosas contradictorias –señala Schama–. Para calmar una crisis nacional debe ser una institución intemporal, pero para la gente joven británica en particular debe ser una institución de nuestro tiempo".

Un 46% de los consultados por ‘The Observer’ cree que la familia real ha sido racista "en los últimos años"

En un sondeo de Opinium publicado por el dominical 'The Observer', el 46% de los consultados cree que la familia real ha sido racista "en los últimos años". La mayoría, un 55%, piensa que el Reino Unido debe seguir siendo una monarquía, pero esa aceptación ha caído seis puntos desde noviembre de 2019. Cabe decir que hay una clara brecha generacional. Entre los 18 y los 34 años, favorables y contrarios a la Corona alcanzan el 37% cada uno, mientras que los mayores de 65 la apoyan de forma abrumadora (72%). 

LARGO HISTORIAL DE CRISIS

Una vez pasada la primera avalancha de reacciones al 'talk-show' de Oprah Winfrey, empieza a haber consenso de que —por el momento– la Corona británica no se tambalea. La institución, anteriormente, ya había salvado otras papeletas iguales o peores.

Estos días se compara exageradamente la espantada de Enrique y Meghan con la abdicación en 1936 de Eduardo VIII por Wallis Simpson. Aquel fue un terremoto que trastocó la línea de sucesión al trono, algo que ahora no está en cuestión. La propia boda de Isabel II suscitó tensiones al haber elegido por esposo a alguien demasiado próximo a la Alemania de Hitler. Las hermanas del duque de Edimburgo estaban casadas con altos oficiales nazis. Hace 25 años, las revelaciones de adulterio de Diana de Gales y la volcánica reacción popular tras su muerte pusieron contra las cuerdas a los Windsor. Los británicos cuestionaron la reacción de la reina Isabel II y la reputación del príncipe Carlos, cuya popularidad nunca ha sido excesiva, quedó destruida.

La última década había discurrido en relativa calma. Guillermo y Catalina han resultado ser una pareja muy aburrida, que se ha amoldado a las exigencias de la institución y a la consigna de lavar los trapos sucios en casa. El escándalo retornó con la entrevista fallida del príncipe Andrés a la BBC, sobre su relación con el pederasta americano Jeffrey Epstein. Quien ha tenido fama de playboy desde sus años universitarios, cuando trabó amistad con Ghislaine Maxwell –inculpada en la red de tráfico de chicas menores de edad–, niega haber mantenido relaciones sexuales con una de las menores del caso. El FBI aún trata de interrogar al hijo de Isabel II, que ha sido apartado de todas las tareas oficiales de la familia real.

FUTURO INCIERTO

A pesar de las crisis, la monarquía británica ha mantenido la popularidad década tras década gracias a la figura de la reina. Sin embargo, cuando desaparezca, es de prever que las cosas van a ser muy diferentes. El anacronismo de la institución se debatirá con más vigor, al igual que se está cuestionando en otros países. De cara a un futuro cercano, el no haber sabido, o no haber querido, encontrar un hueco en la familia real para Meghan puede haber sido una oportunidad perdida.

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