CASO ROCÍO

Así es Fidel Albiac, el marido de Rocío Carrasco

Frente a los alardes de agresividad de Antonio David Flores, el marido de Rocío Carrasco se perfila en los platós como el hombre "cuidador" y la nueva masculinidad

Matar a los hijos para dañar a la madre: la punta del iceberg de la violencia vicaria

ALBIAC

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Abel Cobos

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El caso de Rocío Carrasco lo invade todo. Ha pasado de serie documental a impregnar la política, las sobremesas y las vidas de todos. Probablemente no quede ni un hogar donde no se haya hablado del tema. Y aunque los protagonistas estén claros, Carrasco, su exmarido Antonio David Flores, y los hijos de ambos, otros personajes están alzándose entre las sombras de esta denuncia pública de maltrato.

Como figura opuesta a Flores, este hombre dibujado como un tipo agresivo y retorcido que representa lo peor de la violencia machista, en los platós de televisión se está redefiniendo y glosando a Fidel Albiac, el actual marido de Carrasco, como alguien cuidador, salvador y capaz de crear una relación sana para la hija de Rocío Jurado. Incluso, como cuenta en el documental, es "gracias a Fidel", a su “fortaleza” y a su “bondad”, que sigue viva.

Pero Albiac es de pocas palabras. Apenas ha hecho intervenciones públicas, manteniéndose siempre en la sombra y sin complicar ni hacer todavía más pública la vida de su mujer. Una de las pocas veces que habló en televisión fue empujado por María Teresa Campos y fue escueto, pero no por ello poco revelador. En un alegato a favor de las relaciones sanas, habló de Carrasco con un “la función de la pareja es apoyarse el uno al otro y tirar hacia adelante, como los de Alicante. Con mi mujer hay siempre más momentos buenos que malos, y uno malo no supera los 100 buenos”, añadió.

 Rocío Carrasco y Fidel Albiac, en Madrid.

 Rocío Carrasco y Fidel Albiac, en Madrid. / EFE / VÍCTOR LERENA

Incluso su supuesto enemigo, Kiko Matamoros, eterno defensor del exmarido de Carrasco, lo ha elogiado. Matamoros, además, lo catalogó de buena persona y disipó algunos rumores que se ciernen sobre él, como el que lo acusa de distanciar a Rocío de sus hijos, o el supuesto episodio de violencia de género, que quedó sobreseído en dos horas.

Un hombre 'no tóxico'

Albiac, probablemente de forma inconsciente, se ha unido así al selecto grupo de hombres "no tóxicos", aquellos que, desafiando a la figura tradicional del hombre con testosterona que se impone con violencia sobre la mujer, están siendo celebrados como iconos del momento actual: la era del feminismo, del #MeToo, de las relaciones sanas, de denunciar el 'mansplaining', el 'manspreading' y ese largo etcétera que, hasta hace nada, era bastamente silenciado.

Como Fernando Simón, Albiac sería "la prueba de que la masculinidad puede expresarse de otra manera", señala Ana Requena Aguilar

Esta nueva masculinidad cuenta con cada vez más referentes, desde actores, cantantes y celebridades hasta filósofos y políticos. Uno de los casos más paradigmáticos lo hemos tenido en nuestras pantallas desde que empezó la pandemia: Fernando Simón. “El tipo amable que se cuela en casa cada día para hablarnos de la pandemia. Claridad, calidez, cercanía, calma, mesura. Puede que Fernando Simón se esté convirtiendo en un icono de la nueva masculinidad o, más bien, en la prueba de que la masculinidad puede expresarse de otra manera”, aseguraba a principios de la pandemia Ana Requena Aguilar, fundadora del blog 'Micromachismos'.

Unas cualidades similares se le adjudican al hermético Albiac. Al menos, por parte de los que lo conocen: “divertidísimo”, “humilde”, “tranquilo”, “inteligente”, “cuidador”, fueron algunas palabras que usaron de sus defensoras, entre las que se encuentran María Teresa y Terelu Campos, Carmen Borrego o Belén Rodríguez.

Según Requena, estas nuevas masculinidades rehúyen de la humillación y la agresividad tradicional, y reconocen la empatía y la humildad. En este sentido, los alardes de agresividad de Antonio David Flores, como cuando amagó pegar a Aída Nízar tras insinuar, hace años, lo que hoy sabemos tras el documental, están, cada vez más, condenados a desaparecer. O, al menos, así será si más hombres toman la batuta de Albiac o Simón y ponen estas nuevas masculinidades como un ejemplo a seguir. 

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