ELECCIONES 4M

El 'hecho diferencial' madrileño': ¿por qué Madrid es de derechas?

En contraste con otras capitales como París, Londres o Nueva York, la capital y su área metropolitana tienen un irreductible voto conservador

Eva Cantón

Eva Cantón

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

“Nos sienta a todos como ropa de niño pobre: corta y larga. Lo que tiene de urbe, lo tiene también de campesino y lugareño”, dice Andrés Trapiello en su último libro, ‘Madrid’ (Destino), al hablar de la ciudad que estos días de vísperas electorales invade todas las tertulias políticas.  

Un “pueblo grande y revuelto”, en palabras de Benito Pérez Galdós, en el que la derecha se hace fuerte. Enrique Tierno Galván, Juan Barranco y Manuela Carmena han sido los tres únicos alcaldes de izquierdas que ha tenido la capital desde 1979. Y la presidencia de la comunidad solo estuvo en manos del Partido Socialista cuando la ocupó Joaquín Leguina (1983-1995). Desde entonces, el Partido Popular marca el paso y, según las encuestas, seguirá haciéndolo. ¿Por qué? ¿Es Madrid más conservadora que otras capitales europeas como París, Londres o Berlín a las que generalmente vemos como bastiones progresistas? ¿Qué es diferente?

"En los últimos 25 años se ha afianzado una idea de ciudad libre y emprendedora que remite al 'land of freedom'", explica Paola Lo Cascio

La hipótesis que avanza la historiadora Paola Lo Cascio es que, a lo largo de estos últimos 25 años, se ha afianzado la construcción de un ecosistema político y unos referentes culturales -ese discurso sobre Madrid de “ciudad libre y emprendedora”- que remite al concepto norteamericano de ‘land of freedom’ (tierra de libertad).

Urbanismo neoliberal

En términos historiográficos, argumenta, está relacionado con el hecho de que la derecha española, primero Alianza Popular y luego el PP, se reconstruye con referentes no del todo europeos. “Hay una fascinación por el mundo atlántico. Se ve bien con José María Aznar, la foto de las Azores no es solo geopolítica, es una apuesta cultural”, sostiene Lo Cascio.

“El mito de la casa adosada, en un barrio con seguridad y sin el bullicio del centro habla de la superación personal e individualismo", afirma Lo Cascio

Por otro lado, influye cómo se ha desarrollado el crecimiento de la ciudad. Hay barrios y urbanizaciones que son también “ecosistemas culturales”. “El mito de la casa adosada, con jardín, en un barrio con seguridad sin el bullicio del centro, habla de la superación personal y al mismo tiempo habla de la negación de lo comunitario. Exalta lo individual”.

Alberto Ruiz-Galardón, Esperanza Aguirre e Isabel Díaz Ayuso.

Alberto Ruiz-Galardón, Esperanza Aguirre e Isabel Díaz Ayuso. / Efe / David Fernández

Abstencionismo geográfico

Hay además elementos para explicar el comportamiento electoral de los votantes madrileños. Uno es lo que los expertos llaman la “abstención diferencial geográfica”, es decir, que las zonas más deprimidas económicamente -votantes potenciales de los partidos de izquierda- suelen acudir menos a las urnas que los de áreas más ricas, más movilizados, que tradicionalmente apoyan a la derecha. 

Eso provoca, en opinión del politólogo Alberto López, que los partidos progresistas partan con desventaja en cualquier comicio. “En Madrid se produce en mayor grado que en otros sitios esa relación entre geografía y voto”, explica.

Ariete regionalista

Para entender el triunfo de la derecha, López añade otra variable. El Partido Popular de Madrid -especialmente a partir del liderazgo de Esperanza Aguirre (2003-2012)- se ha convertido en un partido regionalista. “Los madrileños interpretan que es quien mejor defiende los intereses de la comunidad. Pasa en Galicia con Nuñez Feijóo y antes también con el PSOE andaluz. Instalan un marco regionalista y no tanto una ideología distinta a la de la oposición”.

Ayuso apela a la aguirrista 'marca Madrid' para reivindicar competencia tributaria y vender su bajada de impuestos

Siguiendo la línea que une a Isabel Díaz Ayuso con Esperanza Aguirre se entiende que la actual presidenta de la comunidad se haya apoderado de la 'marca Madrid' para elaborar un mantra fiscal similar al de partidos catalanes que defienden una mayor competencia tributaria. Al final, cala el mensaje de que el PP de Madrid baja los impuestos mientras el PSOE los sube en el resto de España. 

¿El resultado? Un ‘dumping fiscal’ desleal con otras comunidades autónomas denunciado, entre otros, por el presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig. “La especificidad de Madrid es que, al ser la capital, atrae mucha inversión y puede permitirse bajar los impuestos. Al final se produce un pseudoparaíso fiscal que se instala en el imaginario colectivo”, agrega el analista de Agenda Pública. 

Responsabilidad de la izquierda

Esa política no le pone las cosas fáciles al Partido Socialista -su candidato, Ángel Gabilondo, ha dicho que no subirá los impuestos- pero, sin negar los obstáculos, conviene observar qué papel ha jugado la izquierda en su ostracismo matritense.

"Los barrios obreros del sur sienten que, cuando gana la izquierda, los grandes proyectos no revierten en sus zonas", afirma Verónica Fumanal

"Tiene una responsabilidad, claro que sí. Hay muy pocos candidatos consolidados y da la impresión de que la izquierda ha bajado los brazos en la comunidad de Madrid”, reflexiona la experta en comunicación política, Verónica Fumanal, quien recuerda que, en el caso de la alcaldía, durante la pasada legislatura (2015-2019) Manuela Carmena (Más Madrid) no se centró precisamente en los territorios más desfavorecidos. “Todo lo contrario, su proyecto estrella -Madrid Central- fue en la Gran Vía y en la plaza de España, áreas del centro con un nivel de renta alto y mucho turismo”. Por eso perdió, por la abstención de los barrios obreros del sur que la habían apoyado.

La inflexión del 'tamayazo'

Si de pérdidas la izquierda madrileña sabe algo, de jugarretas también. El llamado ‘tamayazo’ impidió en junio de 2003 al socialista Rafael Simancas ocupar la presidencia de la comunidad por la traición de dos diputados de su partido -Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez- que, al ausentarse de la sesión de investidura, forzaron nuevas elecciones abriéndole las puertas del gobierno regional a Esperanza Aguirre. 

“El ‘tamayazo’ fue un punto de inflexión, la consolidación de un bloque político y social con el que Esperanza Aguirre inició la vuelta de tuerca de un modelo neoliberal”, señala el antropólogo Jesús Sanz. Desde entonces, prosigue, “en Madrid se ha normalizado la desigualdad y que lo que se puede esperar del Estado es menos gasto en sanidad y educación”.

“En Madrid se ha normalizado la desigualdad y que lo que se puede esperar del Estado es menos gasto en sanidad y educación", según Jesús Sanz

El antropólogo evoca las célebres frases de la primera ministra británica Margaret Thatcher cuando decía que su "gran logro era Tony Blair”, dejando claro que su legado había sido acabar con la socialdemocracia, o que “la economía es el método y la finalidad, cambiar el corazón y el alma". "Eso –apunta Sanz- pasa por resignificar el papel del Estado en la vida de las personas y, en el caso de Madrid, asumir que es escaso, y no para realizar políticas redistributivas”. 

La historiadora Lo Cascio apostilla que, “aunque no son iguales, la derecha de Esperanza Aguirre ha tenido un nivel de hegemonía similar a la que en Catalunya tuvo con Jordi Pujol”.

Izquierda con poco arraigo

A eso hay que sumar que la izquierda madrileña carece de arraigo territorial en los barrios obreros y ha puesto el foco sólo dentro de la M-30. O que al PP tampoco parece pasarle factura la corrupción, recuerda Alberto López

Puerta de Alcalá

Puerta de Alcalá / Sylvain Sonnet

“En tiempos de bonanza no penaliza. Mientras las cosas funcionen no es tan importante saber qué se hace con el gasto público o si hay malversación. En la época anterior a la crisis de 2008, tanto el PP como el PSOE se vieron salpicados por casos de corrupción, pero solo cuando llegó la crisis empezaron a ver el castigo”, resalta. 

En todo caso, López cree que en el éxito del PP puede haber otra clave: la sensación generalizada entre los votantes de izquierdas de que, cuando su partido llega al poder, ese voto no se traduce en una mejora significativa de los servicios públicos. Fumanal percibe además que en el comportamiento electoral del votante de izquierdas no influye solo la clase. “La izquierda madrileña es mucho más crítica y está menos movilizada que el votante de derechas”.

Suscríbete para seguir leyendo