ENTREVISTA

Desirée Bela-Lobedde: "Estar muy empoderada no impide que salgas a la calle y alguien te llame 'negra de mierda'"

La activista afrodescendiente afirma que la autoestima no basta si en la calle hay discriminación

La escritora publica el ensayo 'Minorías'

Desirée Bela-Lobedde

Desirée Bela-Lobedde / Luciana Hofmann

Eva Cantón

Eva Cantón

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Desirée Bela-Lobedde (Barcelona, 1978), escritora y activista española afrodescendiente, conversa en 'Minorías' (Plan B) con nueve mujeres que comparten historias de discriminación asociadas a estereotipos y prejuicios.

¿Ha sufrido mucho entrevistando a esas mujeres?

[Risas] Hay gente que me escribe diciéndome que está llorando mucho con las historias, pero yo no lo he vivido así, porque hay un hilo invisible que me une a ellas. Yo también tengo mis propias historias de discriminación.

¿Cuál es ese hilo invisible?

Pertenecer a grupos estigmatizados sobre los que pesan prejuicios que hay que estar siempre derribando. Tenemos que vivir demostrando cosas, parece que nuestra existencia sea resistir a un sistema diseñado para dificultarnos la vida.

¿Pertenecer a una minoría es siempre negativo?

No. Yo estoy superorgullosa de pertenecer a la comunidad afro-descendiente. Tengo un legado, una historia diferente, otras referencias y tradiciones. Eso es enriquecedor. Pero de puertas afuera se te da otro trato.

"Parece que nuestra existencia sea resistir a un sistema diseñado para dificultarnos la vida"

¿Qué hay que hacer?

Hay que ir más allá del orgullo y del empoderamiento porque parece que cuando nos sintamos orgullosas y empoderadas, dejaremos de estar discriminadas. Y nada más lejos. Puedo tener la autoestima en la estratosfera pero eso no impide que salga a la calle y alguien me llame "negra de mierda".

¿Es un trabajo colectivo?

Es que no se trata solo de lo que tenemos que hacer quienes pertenecemos a las minorías, también quien no pertenece a ellas. Lo decía Audre Lorde: "Soy una mujer, negra, lesbiana, madre y poeta que hace su trabajo. ¿Estás tú haciendo el tuyo?".

El ensayo expone diferentes fuentes de discriminación, empezando por ser mujer.

Entra en juego la interseccionalidad, cómo tus múltiples identidades –género, raza, origen, creencia– crean condiciones únicas que te someten a una discriminación. Solo por ser mujeres vivimos situaciones de machismo y misoginia. Si además eres migrante, trans, trabajadora sexual, musulmana, asiática, gitana o con discapacidad intelectual, se van sumando cosas.

Cuando se habla de racismo nuestra mente viaja a Estados Unidos. ¿Aquí no hay?

El sistema, que es muy pillo, se encarga de decirnos que el racismo es una cosa concreta y nos hace mirar a Estados Unidos, a los asesinatos de afroamericanos por la brutalidad policial. Eso nos impide entender que la manifestación del racismo estructural en el Estado español es diferente.

"Puede que los nombres marroquís sean difíciles de pronunciar, pero la gente dice 'Schwarzenegger'"

¿Cómo se manifiesta ese racismo en España?

En las detenciones policiales por perfil étnico. Que me pare la policía para pedirme la documentación por el simple hecho de ser una mujer negra. O la violencia en los CIE. ¿Imagina que caduque su DNI y la lleven a la cárcel? La ley de extranjería, las muertes en el Mediterráneo, la dificultad para acceder a una vivienda, la poca presencia de personas no blancas en medios, editoriales o tecnológicas, pensar que las personas negras se dedican solo a la venta ambulante, el trabajo agrario, los cuidados o la prostitución... Eso también es racismo.

"Racismo es la violencia en los CIE o que me pare la policía para pedirme la documentación por el hecho de ser negra"

En el libro menciona casos de marroquís obligados a cambiar de nombre. ¿Entendemos mal la integración?

El marido de mi amiga Elena se llama Abdelouahid y cuando llegó a Lleida le dijeron que le llamarían Jordi. ¿Con qué derecho? Los nombres marroquíes pueden ser difíciles de pronunciar, pero la gente dice 'Tchaikovski' o 'Schwarzenegger'. La integración no puede ser olvidar quién eres y dejar atrás idioma, cultura y tradiciones.

¿Eso influye en la construcción de la identidad?

Sí. Es muy difícil construir tu identidad cuando socialmente se borra hasta el nombre. Cuando has nacido aquí, la adolescencia también lo complica, porque quieres pertenecer al grupo y a veces te avergüenzas de quien eres. Hay que hacer un trabajo para reconectar con lo que eres, y a veces terapia.

¿Usted lo ha conseguido?

¡Pues no sabría qué decirle! Creo que la identidad es un viaje. Me ayudó leer 'Hija del camino', de Lucía-Asué Mbomío, que habla de la sensación de no pertenecer. Si estás en España eres negra, pero si estás en Guinea Ecuatorial, eres muy blanca. Las identidades no son estancas, están en constante evolución. Eso es bonito. Da paz entender que están siempre construyéndose.

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