ENTREVISTA A UN FISCAL ITALIANO

Nicola Gratteri: "Camino del colegio, solía ver cadáveres tapados con sábanas"

La obsesión del fiscal más conocido de Italia es acabar con la Ndrangheta, cuyos cabecillas ha sentado en el banquillo de los acusados en el mayor juicio contra la organización de toda la historia

El fiscal italiano Nicola Gratteri

El fiscal italiano Nicola Gratteri / Alberto Pizzoli / Afp

Irene Savio

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Desde hace años es la cara más conocida de la lucha contra la Ndrangheta, la mafia nacida en el siglo XIX en Calabria (sur de Italia) considerada la más peligrosa de Europa. Una gran multinacional del narcotráfico que desde pueblecitos remotos de la bota italiana opera en todo el planeta, se ha infiltrado en la sociedad y ha ejecutado despiadados homicidios. La vida pública de Nicola Gratteri ha estado marcada por la misión de acabar con este grupo criminal. Cada entrevista, cada libro que ha escrito, cada operativo que ha puesto en marcha, cada conferencia que ha dado en Roma, Berlín o Washington, cada polémica que ha protagonizado, ha tenido esta lucha en el centro. En 1989, cuando apenas tenía 30 años, lo amenazaron por primera vez. «Estás con un hombre muerto», le dijeron a su entonces prometida. Poco después, le asignaron escolta. Su protección policial ha ido a más en el último mes, a causa de la exposición mediática que está recibiendo por el megajuicio que involucra al mayor número de imputados acusados de pertenecer a la Ndrangheta de la historia: más de 300. Su objetivo principal es el clan Mancuso, considerado uno de los más peligrosos de esta mafia. 

Usted lleva muchos años luchando contra la Ndrangheta, y, por fin, ha llegado la hora de este gran juicio. ¿Qué significa eso en este momento de su vida?

Es un juicio importante para mí, pues se pone a prueba mi manera de ejercer como fiscal. Cuando asumí este puesto, el 16 de mayo de 2016, les dije a mis colegas que me parecía inútil llevar adelante decenas de pequeñas investigaciones a 10, 20 o 30 personas de la misma familia. Por eso sugerí que partiéramos del análisis de un territorio, que finalmente fue la provincia de Vibo Valentia, para ver cómo se movía la familia Mancuso en su conjunto, comprender su articulación y sus relaciones con las otras familias, también las menos importantes. Y nos dimos cuenta de que la idea funcionaba. Así reconstruimos las relaciones entre la familia Mancuso y las satélites. Y sí, fue agotador y fue arriesgado, pero creo que solo de esta manera se puede entender cómo interactúan las mafias en un territorio, su dimensión y permeabilidad.  

Comprendo. Me ha respondido el fiscal. ¿Me puede decir ahora qué piensa el hombre que nació y creció en esta tierra?

Mire, yo amo esta tierra de una manera visceral. E hice todo lo que pude para quedarme aquí, también cuando me ofrecieron irme, tomar otros caminos. Por eso me siento legitimado a hablar de ella. Y, claro está, mi sueño es que seamos liberados. Sé que no es fácil. Conozco bien la filosofía criminal, sé cómo piensan y cómo reaccionan. Por eso sentiría una enorme satisfacción si lograra liberar aunque fuera un pequeñísimo pedazo de esta tierra. 

Ha contado en alguna ocasión que, de pequeño, vio cadáveres en las calles de su pueblo.

Sí, así es. Vivía en una localidad que se llama Geraci e iba a la escuela en Locri, a 10 kilómetros de distancia. Recuerdo que para recorrerlos a menudo hacía autostop y durante el viaje miraba por la ventanilla y a veces veía a muertos tirados en el suelo, envueltos en sábanas. Pero los hijos de algunos miembros de la Ndrangheta también iban a mi misma escuela, hacían lo que hoy llamamos 'bullying', eran chulos que se entrenaban para comportarse como futuros criminales. Y yo todo esto no lo aceptaba, no encajaba con mi forma de ser y de pensar porque había tenido la suerte de nacer en una familia de personas honestas y eso me había ayudado muchísimo. En esos años elegí en qué bando quería estar. Quién sabe qué hubiera pasado si hubiera nacido cien metros más abajo, en una familia de la Ndrangheta. 

¿De qué años me habla?

Haga la cuenta. Tenía unos 10 o 12 años. Ahora tengo 62.

"Quién sabe qué hubiera pasado si hubiera nacido cien metros más abajo, en una familia de la Ndrangheta"

¿Quiénes son los Mancuso? 

Es una familia que tiene un poder absoluto sobre la provincia de Vibo Valentia y sobre una parte del puerto de Gioia Tauro, así como muchos contactos en el norte de Italia. Cuando empezamos con la operación, había 12 regiones italianas donde actuaba el clan, y también lo hacía en zonas de Latinoamérica. Una rama de la familia Mancuso tiene intereses en el narcotráfico. 

Ha mencionado el puerto de Gioia Tauro. Se dice que es un nudo neurálgico en el tráfico de drogas de la Ndrangheta procedente de toda Latinoamérica. ¿Se hablará de este asunto en el juicio?

Sí, en el juicio saldrá el tema del tráfico con Latinoamérica, pero también con Suiza, Bélgica, Bulgaria, Alemania…

¿Y España?

Sí, también. Es un país de paso. En España viven muchos colombianos que manejan grandes cantidades de cocaína lista para ser vendida. 

En este juicio también se hablará de la relación que esta mafia ha mantenido con la masonería.

Sí, substancialmente, ese fue el salto de calidad de la familia Mancuso. De hecho, la importancia en el panorama criminal de la familia Mancuso es que ha tenido una relación con la masonería habitualmente descrita como desviada (ilegal). En 1970, fue creada la Santa (un círculo superior exclusivo, que permitía a estos mafiosos la doble afiliación, a la Ndrangheta y a la masonería, para infiltrarse en los tejidos legales de la sociedad). Algunos ndranghetistas fueron autorizados a formar parte de esta asociación. Lo que significó tener relaciones directas, por ejemplo, con la administración pública, también con profesionales. Entraron en (lo que en Italia se llama) 'la habitación de los botones', un recinto donde se gestiona todo y se toman las decisiones. 

¿Esta es la mafia moderna de la que se habla?

Exacto. Es una mafia avanzada, la mafia de 2021. 

¿Este juicio podría ser el principio del fin de la Ndrangheta? 

No lo sé, no quiero ser demasiado optimista. Digamos que es una pista por la que ir, una piedra angular de una pared, porque nos podría permitir no solo eliminar a una familia muy poderosa, si no que también podría fijar un precedente para otras investigaciones en las que hay involucrada mucha criminalidad de cuello blanco.

Algunos han comparado este juicio con el macroproceso contra la Cosa Nostra siciliana en los años ochenta del siglo pasado. ¿Qué opina? 

La comparación es principalmente por el elevado número [de acusados]. Porque esa mafia de Sicilia ya no existe en la actualidad. La de ahora es más refinada, educada, dinámica. Los mafiosos de hoy son personas que han estudiado, han viajado, han evolucionado y modifican sus formas de actuar según las circunstancias.

«A veces pienso en la muerte, es normal. Pero, hay que seguir cueste lo que cueste. Vivir como un cobarde no tiene sentido»

¿Cuánto tiempo durará este juicio y cómo interpretaremos si ha sido un éxito o un fracaso? 

La primera fase terminará este mismo año. Y lo más importante es que a los acusados se les reconozca [como culpables de] asociación de tipo mafioso. Es posible que haya alguna absolución pero esto no significará que el juicio no ha ido bien.

¿La caída de los Mancuso podría abrir posibilidades de 'negocio' que aprovechen otros, o tener consecuencias para las alianzas internacionales de la Ndrangheta?

Sí, es posible. Podría pasar que otras familias intentarán ocupar su lugar, y eso podría provocar turbulencias dentro de la Ndrangheta.  

¿Cómo es su jornada estos días? 

Mis jornadas no han cambiado mucho. Estoy siempre en la oficina, desde la mañana hasta la noche, y también como aquí, como siempre. No voy a ninguna parte, es la misma vida que he llevado en estos últimos 2 o 3 años. Eso sí, intento, como me han pedido, estar más atento por la exposición mediática.

¿Atento? ¿Teme por su vida?

Sí, podría pasar. A veces pienso en la muerte, es normal. Pero, es importante metabolizar este sentimiento, porque no hay otra manera. Hay que seguir por el mismo camino, cueste lo que cueste. Vivir como un cobarde no tiene sentido. 

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