LÍDER DE LA OPOSICIÓN BIELORRUSA

Svetlana Tijanóvskaya: "La pandemia empuja la protesta contra Lukashenko"

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Irene Savio

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Mientras en Estados Unidos dos septuagenarios se disputaban la Casa Blanca, la bielorrusa Svetlana Tijanóvskaya, enrolada accidentalmente en la política –su marido, el bloguero y activista Serguéi Tijankovki, fue arrestado en mayo–, explicaba la batalla sin fin para destronar al autoritario Aleksandr Lukashenko, una de las últimas 'reliquias' soviéticas y el político europeo que ha aguantado más tiempo en el poder (26 años).

Desde su exilio en Vilna (Lituania), donde se refugió tras denunciar el fraude en las elecciones presidenciales del pasado agosto, la líder de la oposición bielorrusa contesta a las preguntas de EL PERIÓDICO y concluye con una reflexión sobre el papel de la pandemia en el anhelo de cambio de los bielorrusos: el avance de un mundo nuevo que desplace al anterior.

-Tres meses después de las elecciones y tras la acusación de fraude, Lukashenko sigue ahí. No se avanzado en la petición de una transición que lleve a unas nuevas elecciones. ¿Es una derrota?

-[Hace una mueca de hastío] Eso no es así. Nada ha ido mal. Todo está yendo maravillosamente. ¡Los bielorrusos llevan tres meses saliendo a la calle, protestando contra el régimen y su violencia, y mostrando solidaridad. ¡Es una victoria! La forma de pensar de los bielorrusos ha cambiado para siempre. No acepto que me diga que ha sido una derrota. Ya hemos ganado. Es solo una cuestión de tiempo.

-Pero la demanda no se ha cumplido. Imagino que estará molesta.

-Lo estoy, sí. Se ha declarado presidente sin serlo [pese a que solo fue reconocido por dos potencias, Rusia y China, Lukashenko juró como presidente en septiembre]. Actúa como si no hubiera pasado nada, como si viviese en otro mundo y nosotros fuéramos nadie. Si de verdad fuera un líder, se daría cuenta de que los bielorrusos han cambiado y escucharía a su gente. Nosotros intentamos dialogar con él y no nos respondió. Intentamos buscar ayuda de mediadores europeos para entablar un diálogo, pero tampoco nos ha escuchado.

-¿Cuál es el siguiente objetivo?

-Unas nuevas elecciones transparentes, libres y justas, con observadores internacionales y una nueva comisión electoral. Y considerando la violencia sin precedentes de estos meses, también reclamamos que los responsables de estas atrocidades sean castigados.

"Lukashenko actúa como si no hubiera pasado nada, como si viviese en otro mundo y nosotros fuéramos nadie"

-Mientras tanto, ¿qué piensan hacer?

-Continuar con la protesta hasta el final. No hay manera de que Lukashenko lo pueda impedir porque no somos un movimiento con un solo líder. Hay mucha autoorganización. No hay nada que nos haga colapsar. Queremos vivir con mayor libertad.

-¿Resistirán el invierno y la pandemia? ¿No se está enfriando ya la protesta?

-Resistiremos el invierno, la primavera y lo que haga falta. No pararemos. El Gobierno debe entender que la única salida es el diálogo. No queremos que nadie sufra ni física ni económicamente. Queremos algo tan sencillo como sentarnos y hablar.

-¿Hablar con quién?

-Estamos esperando a la persona del Gobierno que asuma la responsabilidad [de abrir una negociación con la oposición]. En Lukashenko no confiamos más.

-¿Se ha establecido alguna negociación hasta ahora? 

-No. Nada. Le tienen tanto miedo que nadie se atreve.

-Y eso que la relación entre Lukashenko y Rusia parece ser de amor-odio.

-Si hablamos del Kremlin, al principio vimos que le daba dinero y respaldo, pero ahora no le apoyan abiertamente, solo observan y esperan a ver qué pasa. Hace unos días, en los medios rusos incluso mostraron imágenes de la protesta y la violencia contra los activistas.

-¿Qué cree que empujaría a Lukashenko a irse?

-Mucha presión, fuera y dentro del país.

-¿Han buscado apoyos en Europa?

-Las sanciones [de la UE a funcionarios cercanos a Lukashenko] han sido un apoyo real, y estoy segura de que se ampliarán. Además, la UE no ha reconocido la legitimidad de su presidencia. Entendemos que Europa no puede ponerse en nuestro lugar, pero querríamos que las naciones que la integran fuerar más valientes y rápidas en su respuesta. 

-¿Sigue intacta la alianza entre los movimientos de la oposición que usted lidera?

-Sí. Se han dicho muchas cosas horribles de nosotros, así funciona la propaganda; pero seguimos unidos como nunca en nuestra determinación de lograr un cambio.

-Se vieron imágenes duras de la represión policial, pero, al menos al principio, pareció que rehusaban a lanzarse contra las mujeres. ¿Tienen simpatizantes en las fuerzas del orden? 

-¿En la policía?

"Estoy segura de que la mayoría
de los policías y de las instituciones de Bielorrusia querrían un cambio, pero se comportan como esclavos"

-En la policía y en las instituciones en general.

-Estoy absolutamente segura de que la mayoría de las personas que forman parte de la policía y de las instituciones también quieren un cambio. Les gustaría apoyarnos pero se comportan como si fueran esclavos. 

-¿Sus protestas seguirán siendo pacíficas? 

-No soy responsable de lo que hace cada persona en Bielorrusia, pero nuestra estrategia es mantenernos en la vía pacífica. Hasta ahora no ha habido violencia en nuestro bando. 

-¿Cuántos activistas hay encarcelados? 

-Es difícil decirlo. Ya durante la campaña electoral había unos 100 presos políticos. Ahora entran y salen muchos. 

-Su marido es uno de ellos.

-Sí.

-¿Tiene contacto con él?

-Todos tienen derecho a recibir a sus abogados pero no a sus familias. No podemos hablar con ellos ni siquiera por teléfono.

-¿Hay pruebas de tortura?

-Tenemos muchas pruebas de maltratos, torturas e incluso violencia sexual contra personas arrestadas. Por eso es importante el 'Mecanismo de Moscú' [la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) usó esta herramienta para publicar el 6 de noviembre un informe –rechazado por Lukashenko y Rusia– que sostiene que hubo fraude en los comicios]. Sabemos menos de lo que ocurre en las prisiones porque los que están dentro tienen miedo.

-¿La pandemia ha tenido algún papel en la protesta? 

-Es uno de los motivos que empuja a los ciudadanos a protestar. [En los meses de la primera ola] todos vieron cómo el Gobierno no ayudaba a la gente, ni a los médicos. Decía que podíamos curarnos bebiendo vodka. Hubo una actitud muy irrespetuosa de las autoridades hacia los ciudadanos: funcionarios que se burlaban de los pacientes, los médicos y los enfermeros, completamente desamparados. Y a la vez, se organizaron recogidas de dinero para costear las mascarillas y el material sanitario. Fue así como la gente entendió que uniéndose se puede lograr el cambio.

Apuntes biográficos

Hasta el pasado mayo, Tijanóvskaya, madre de dos hijos, era prácticamente una desconocida incluso en Europa. El arresto de su marido, el bloguero Serguéi Tijankovki, un opositor bielorruso muy activo, dio un vuelco a su vida.

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