Elecciones en EEUU: el (disputado) voto religioso

zentauroepp55481084 u s  president donald trump donates money as he attends a ma201022175519

zentauroepp55481084 u s president donald trump donates money as he attends a ma201022175519 / REUTERS / CARLOS BARRIA

Idoya Noain

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Puede que no haya habido un presidente menos religioso en la era moderna de EEUU que Donald Trump, por más que se declare protestante presbiteriano. Su primer mandato, sin embargo, ha acercado a una parte fundamental de los cristianos blancos –el grupo religioso de población más numeroso y el más influyente en las urnas– a algo parecido al éxtasis.

En el 2016, el subgrupo de los evangélicos blancos, que conforman el 17% población pero representan el 26% del electorado, dieron al republicano un respaldo del 81% que fue fundamental para que llegara a la Casa Blanca. No hubo reticencias ante sus aventuras extramatrimoniales, o ante el escaso reflejo en su vida personal o en su discurso de los valores cristianos. Primó la idea de que era un "ungido por dios", el elegido para combatir los peligros del secularismo y pluralismo que, según ellos, amenaza a la nación cristiana excepcional que a sus ojos es EEUU.

La "voz de los no nacidos"

Y ahora, esa derecha cristiana de postulados más conservadores y nacionalistas –que empezó a organizarse políticamente en los años 70 y fue cimentando su peso en los mandatos de Ronald Reagan y de los dos presidentes Bush– ha alcanzado la comunión plena con la política que sale del Despacho Oval, con ese desdén compartido hacia la democracia liberal.

El nuevo Supremo
amenaza el derecho al aborto, caballo de batalla de evangélicos blancos y católicos conservadores

Cuando el pasado domingo Trump, al que no se veía en un servicio religioso desde finales del año pasado, fue a una megaiglesia evangélica en Las Vegas, el predicador le dio las gracias, entre otras cosas, por trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, al tiempo que ponía el foco principal en que haya dado "voz a los no nacidos" y nombrado jueces que "defienden valores conservadores y judeocristianos".

Cuando este lunes se confirme en el Senado, controlado por los republicanos, a la jueza católica Amy Coney Barrett para el Supremo –donde el presidente ya colocó también a Neil Gorsuch y Bret Kavanaugh–, se habrá consumado un duradero y trascendental giro hacia una mayoría conservadora (6-3).

Un puzle más complejo que en el 2016

La puerta estará así abierta para, tras una lucha de casi 50 años, acabar con el derecho al aborto, uno de los principales caballos de batalla para la mayoría de evangélicos blancos y para los católicos más conservadores, una de las cuestiones predominantes en la configuración de los llamados "votantes de tema único".

Trump gana
entre evangélicos y católicos blancos y protestantes que no son evangélicos ni cristianos renacidos

El voto religioso en las elecciones del 3 de noviembre, no obstante, se plantea más complejo y matizado de lo que lo fue en el 2016. Un sondeo realizado por el centro Pew tras el primer debate y el positivo de Trump por coronavirus mostraba al republicano en posición de ventaja entre evangélicos blancos (78-17 frente a Biden), protestantes que no son evangélicos ni cristianos renacidos (53-43), y católicos blancos (52-44).

Cabe decir, sin embargo, que el presidente se enfrenta el reto de los cambios generacionales, ya que hay un grueso de jóvenes evangélicos menos conservadores que sus padres en algunos aspectos y con inquietudes respecto a cuestiones como el cambio climático o la violencia de las armas.

Cambio entre evangélicos moderados

A la vez, la retórica de Trump, junto a políticas suyas como la separación de niños inmigrantes de sus familias, el veto a los musulmanes o incluso los asaltos a la reforma sanitaria de Barack Obama aun en medio de la pandemia, han provocado que evangélicos más moderados decidan darle esta vez la espalda y votar por Biden, incluso cuando para ellos también el aborto ha sido tradicionalmente un tema definitivo.

Se trata de grupos como Evangélicos ProVida por Biden, que han declarado que, "en su conjunto", las políticas del demócrata "defienden mejor la ética de la vida a la que da forma la Biblia que las de Donald Trump".

Biden defiende
mejor que Trump "la ética de la vida de la Biblia", afirman grupos evangélicos provida

De este grupo forman parte voces como Jerushah Duford, nieta del fallecido reverendo Billy Graham, una de las figuras evangélicas más influyentes del siglo XX. "Genuinamente me gustaría que el Partido Demócrata diera más valor a la vida en el útero, pero de la misma manera me gustaría que el partido republicano diera más valor a la vida fuera del útero", declaraba en 'The New York Times'. "No puedes elegir solo una de ellas y definirte como provida".

Los católicos hispanos, con Biden

La misma idea argumentaba la semana pasada el padre Erick Martinez en la vieja iglesia católica de Santa Bárbara, en la Pequeña Habana de Miami. "El aborto no se debería usar como un banderín político para manipular a la gente. Y lo que importa de un mandatario es que gobierne con justicia y equidad para todos, y que los valores del Evangelio, que son universales, sean observados", decía tras la misa de 12: "No creo que Trump sea provida si no puede respetar la vida de los inmigrantes o de las minorías".

El demócrata
tiene el apoyo
 de evangélicos negros, judíos, ateos y agnósticos, y quienes no se declaran "nada en particular" 

En sus palabras –o en las que a la salida del servicio pronunciaba Norma, cubana de 59 años:  "A la hora de votar uno se mueve por los hechos y por cómo se ha tratado a los más pobres o desfavorecidos"– late la brecha que hace que el subgrupo de los católicos hispanos, el 5% del electorado, aparezca en el sondeo del centro Pew del lado de Biden, con el 67% de los apoyos.

El demócrata, que de ganar sería el segundo presidente católico en la historia de EEUU tras John Fitzgerald Kennedy, también cuenta con el respaldo mayoritario entre los evangélicos negros (90%); los judíos (70%); los ateos y agnósticos (83%), y el grupo que más crece en EEUU: quienes se declaran "nada en particular" (el 62% de los cuales dice que votará por Biden).

Raza, clase y género

El voto religioso, lo que representa y su intensa disputa en estas elecciones, no se puede entender sin el contexto del renovado momento de conciencia y lucha contra la injusticia racial de los últimos meses. Tampoco puede explicarse sin atender a cómo el cristianismo blanco se ha movilizado frecuentemente por cuestiones de raza, clase y género, especialmente después de que en los años 70 iniciara su intensa politización movido –antes que por combatir la legalización del aborto– contra el fin de la segregación racial en las escuelas.

"Trump usa la religión para enfrentar a los trabajadores blancos con los afroamericanos», explica un profesor de Georgetown

Según explica el profesor de Religión y Política en la Universidad de Georgetown Terrence Johnson, "hay evangélicos blancos que apoyan a Trump y a su Administración por lo que sienten como logros: los jueces del Supremo, el lenguaje sobre proteger la vida humana, la vida en los 'suburbs'... Eso galvaniza a la derecha", explica el especialista en una entrevista telefónica.

El señuelo del socialismo

Según el profesor, "la Administración Trump está usando la religión para reforzar el binarismo racial y para enfrentar a la clase trabajadora blanca con los afroamericanos y todos aquellos que puedan ser considerados como 'el otro'". Por contra, añade, el cristianismo negro está utilizando la fe para reforzar "la idea de la justicia social y combatir políticas que hacen daño a pobres y marginados".

Para la campaña demócrata, estas elecciones representan "una lucha por el alma de la nación", un "quiénes queremos ser"

Apunta el profesor que los mensajes de la campaña republicana que abundan en que Biden "sacrifica sus valores católicos para arrodillarse ante la masa izquierdista" están azuzando el miedo a que la victoria demócrata desate "una tormenta de socialismo". Un discurso, afirma el experto, que está dañando particularmente los esfuerzos de Biden para avanzar en las comunidades latinas, sobre todo entre los hombres preocupados por mantener el bienestar económico que hayan podido conseguir.

Por su parte, el mensaje del demócrata, señala Johnson, es que estas elecciones representan una lucha "por el alma de la nación". Y aunque el profesor entiende que parte de ese lenguaje apela al mismo ideal de "nación excepcional y señalada por Dios" que mueve a la ultraderecha religiosa, también considera que, "en el nivel más básico", Biden "captura el sentido ideal de quiénes queremos ser". "Al menos –concluye el especialista–, en este momento ese lenguaje es necesario para empezar el trabajo de reparación, luego ya se podrá hacer algo más matizado. Es un punto de inicio". 

Suscríbete para seguir leyendo