Elecciones en EEUU: El sinuoso camino hasta el 20 de enero

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Idoya Noain

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Los expertos, académicos y estrategas de las campañas llevan meses calculando y preparando escenarios de lo que puede pasar en EEUU. El caos aparece en muchos de ellos. También, la incertidumbre. Porque la enmienda 20 de la Constitución es cristalina en que el mandato de un presidente «debe acabar» a las 12.00 del mediodía del día 20 de enero, pero la ley Electoral de 1887 que guía los pasos previos y que los expertos definen como «enrevesada e impenetrable», «confusa y espantosa» y «una ciénaga de ambigüedad», no permite asegurar que entonces habrá solo un candidato que se presente a tomar el relevo.

La primera fecha clave en el proceso tras las elecciones es el 8 de diciembre. Esa es la fecha que este 2020 está marcada por ley para que los estados envíen sus resultados definitivos, asegurando la reunión de los electores del colegio electoral que este año se reúnen en cada capitolio estatal el 14 de diciembre. Pero perfectamente puede suceder que haya estados que para entonces no hayan terminado de contar, ya sea por retrasos ante la avalancha de votos por correo, ya por las demandas que se dan casi por seguras. Y se abre la primera gran grieta.

La primera fecha clave tras la electoral es el 8
de diciembre, cuando los estados tienen que informar de los resultados definitivos

Sería posible que los gobiernos estatales decidan sus propios electores, evidenciando aún más uno de los problemas democráticos del sistema de colegio electoral, que elude la elección directa. Y tampoco se puede descartar, por vacíos legales, que en los estados donde las legislaturas y el gobernador son de distintos partidos acaben enviando dos electores diferentes. En cuatro de los estados bisagra clave (Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Carolina del Norte) los republicanos controlan legislaturas y los gobernadores son demócratas.

Más interrogantes

A partir de ahí la pelota quedaría en manos del Congreso, donde según estipula la ley de 1887 las dos cámaras deben tener el 6 de enero su sesión conjunta para certificar el colegio electoral. Los escenarios que se abren ahí no están menos llenos de interrogantes. En una de las hipótesis la presidenta de la Cámara Baja podría llegar a asumir la presidencia en funciones el 20 de enero pero con Trump y Biden reclamándola también.

No es raro que haya vértigo ante el potencial de una crisis constitucional que se ha rozado antes dos veces en la historia.

En 1876 y en 
el 2000 se rozó
la crisis constitucional.
La última vez fue el Supremo el que decidió la victoria de Bush por
537 votos

En 1876 se evitó dos días antes de la fecha marcada para la toma de posesión cuando el demócrata Samuel Tilden abandonó la pelea con el republicano Rutherford Hayes, pero fue, en palabras del profesor Lawrence Douglas, «una catástrofe que se evitó con un desastre». Hayes tuvo que pactar la retirada de tropas federales del sur con que los republicanos protegían los derechos de los esclavos negros emancipados y poner fin a la Reconstrucción.

Al Gore tiró la toalla

El otro antecedente se vivió en el 2000. Se suele recordar que fue el Tribunal Supremo el que acabó decidiendo finalmente que George Bush, por 537 votos, era el ganador, pero en la letra pequeña quien evitó lo que puede pasar ahora fue Al Gore, que optó por no continuar usando las herramientas constitucionales que tenía a su disposición.

Gore era un institucionalista, como lo es Biden, y decidió poner la estabilidad del país ante todo. Esta vez las cosas son distintas. «No hay ninguna opción de que nadie vaya a decir en algún momento que es mejor para el país que aceptemos, nos rindamos y luego intentemos ganar en cuatro años», le ha dicho un veterano demócrata a 'The New Yorker'. «Nadie piensa que se puede sobrevivir a otros cuatro años de Trump. La campaña piensa que esta es una batalla existencial». 

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