En pandemia

Resiliencia, la palabra de moda

El término se ha convertido en el talismán invocado para salir fortalecidos de la pandemia. Los expertos dicen que hay que ejercitarla en la bonanza y enseñarla en las escuelas

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JUAN FERNÁNDEZ

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El libro que Pedro Sánchez publicó al poco de llegar a la presidencia del Gobierno estuvo a punto de titularse ‘manual de resiliencia’. No en vano, lo que relata en sus páginas es un perfecto caso de adaptación a una adversidad de la que el protagonista salió fortalecido, que es lo que define esta palabra. Al final, el marketing se impuso a la audacia y el viaje que el líder socialista trazó desde su salida de la sede de Ferraz hasta su entrada triunfal al Palacio de la Moncloa acabó titulándose ‘Manual de resistencia’, que es una palabra más conocida y vende mejor. Probablemente, si ese libro se publicara hoy, aquel dilema nominal no se repetiría, vista la popularidad que el término ‘resiliencia’ ha alcanzado en los últimos tiempos.

Desde que empezó la pandemia, líderes políticos de distinto origen, destacados nombres de la economía y rostros populares de variada condición han evocado este concepto en algún momento con la confianza de saberse comprendidos por el gran público. A veces lo hicieron con pompa, como la Operación Resiliencia que lanzó Emmanuel Macron en marzo para hacer frente al coronavirus o el Plan Nacional de Recuperación, Transformación y Resiliencia que presentó Pedro Sánchez a finales de agosto con el mismo objetivo. En otras ocasiones la mencionaron con emotividad, como hizo Angela Merkel cuando invitó a los alemanes a “ser resilientes” en pleno confinamiento o la actriz Cate Blanchett, quien aseguró en la pasada Mostra de Venecia que el cine saldrá de esta “más creativo y resiliente”.

Concepto psicológico

Pero también se ha apelado a este concepto a cuento de la vil moneda, como hizo Jordi Gual, presidente de Caixabank, cuando subrayó el “modelo resiliente” que ha alcanzado la entidad tras el confinamiento, o Ximo Puig, presidente del Govern valenciano, que la semana pasada anunció “dos líneas de ayuda de resiliencia y competitividad” para apoyar a las empresas. De repente, la resiliencia ha irrumpido en el lenguaje popular y administrativo con galones de vacuna anímica –y económica- para superar la crisis del covid-19.

Los primeros sorprendidos de este fenómeno son quienes llevan años conviviendo a diario con un término que se ha colado en los despachos y las tribunas proveniente del campo de la psicología. “En el siglo pasado nadie hablaba de resiliencia. Llamábamos ‘crecimiento post traumático’ a los casos de personas que, tras sufrir una experiencia dura, en vez de venirse abajo, se crecían”, explica Rafaela Santos, presidenta del Instituto Español de Resiliencia y testigo de la evolución que ha vivido esta palabra en los últimos 15 años. “Al principio dudamos de su uso, porque en castellano no suena tan bien como el ‘resilence’ inglés del que deriva, pero lo adoptamos porque permitía desligarlo de cualquier connotación traumática. La resiliencia es mucho más que superar un golpe vital, es convertir ese golpe en una oportunidad para mejorar”, aclara esta psiquiatra.

Salir fortalecidos

De hecho, ni siquiera es patrimonio de quienes se dedican al estudio de la mente. En física, la resiliencia es la capacidad que tiene un material para recuperar su estado original tras sufrir una perturbación y se mide en unidades de tiempo. Esta acepción mecánica ofrece nuevas pistas sobre el significado que hoy pretenden dar a esta palabra sus máximos promotores, pero se queda corto. “A menudo se confunde la resiliencia con la resistencia, pero no es lo mismo. Una persona resiliente se proyecta hacia el futuro, no mira al pasado para intentar volver donde estaba antes de sufrir el contratiempo, sino que sale fortalecido de esa experiencia”, distingue la psicóloga Anna Forés, cofundadora de la Asociación para la Investigación de la Resiliencia (AIRE).

Este planteamiento parece hecho a la medida del momento que vivimos, con multitud de empresas yéndose a pique por la crisis causada por el coronavirus e infinidad de trabajadores viendo desaparecer sus oficios. Frente al socorrido “de esta pandemia saldremos más fuertes”, los que más saben de resiliencia advierten: “Ojo, saldrán así quienes sepan adaptarse. El resto, no”, señala Rubén Turienzo, experto en motivación y gestión de equipos, quien recuerda que la capacidad de adaptación no forma parte de la ciencia infusa, sino que es algo que se aprende. “El problema es que las escuelas de negocios solo enseñan a gestionar la bonanza, no las crisis. Ahora, muchos empresarios corren a reducir gastos. Gran un error. Lo que deberían hacer es renovar sus sistemas de trabajo. Empezando por implementar pequeños cambios”, opina el experto.

En las escuelas

Con su actual acepción, la resiliencia no entró en el Diccionario hasta 2014, pero desde entonces ha figurado, año a año, entre los términos más buscadas por los usuarios de la web de la RAE. Señal de un interés que la pandemia parece haber disparado. “Ahora hace falta que se enseñe en las escuelas y se hable de ella como se habla de la empatía o las emociones. Porque la resiliencia se hace imprescindible en los momentos de tormenta, pero se aprende y se ejercita cuando no truena”, advierte Anna Forés.

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