Quién es quién en el tablero bielorruso

Del dictador Aleksándr Lukashenko al triunvirato femenino de la oposición y del president ruso a la Nobel opositora Svetlana Alexievich, pasamos revista a los rostros de la compleja y agitada política del país

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Marc Marginedas

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Tras más de un cuarto de siglo ocupando la presidencia bielorrusa, Aleksándr Lukashenko afronta los momentos más críticos de su mandato. Un dictador con olor a naftalina, un adolescente malcriado en un entorno de privilegio, y unos corajudos oponentes que, encabezados por un triunvirato femenino,  salen a la calle pese a tenerlo todo en contra, protagonizan una crisis cuya onda expansiva podria sacudir a todo el espacio postsoviético. 

Aleksándr Lukashenko. Presidente

Nadie duda de que ese aspecto y esa forma de hablar, propia de un campesino koljosiano, ayudaron al presidente de Bielorrusia a mantenerse en el poder durante más de dos décadas. Frases lapidarias del tipo «si una mujer es lesbiana, la culpa es de un hombre» o amenazas de retorcer el pescuezo de la oposición «como hace uno con un pato» no parecían pasarle factura ante los ciudadanos. Y ello, pese a que llevaba lustros falsificando de forma sistemática las elecciones, con victorias en primera vuelta y siempre superiores al 80% de los votantes. 

Todo este estado de cosas explotó en mil pedazos hace escasos meses, durante los momentos críticos de la pandemia. Temeroso de un confinamiento que dañase la economía y, por ende, sus perspectivas electorales, Lukashenko se unió al coro mundial de autócratas negacionistas o con ideas de peregrino acerca del covid-19, junto a Jair Bolsonaro o Donald Trump, negándose en redondo a adoptar medidas de excepción y recurriendo de nuevo a sus citas delirantes: «Aquí no hay virus; ¿acaso los ve usted volando? yo tampoco los veo».  Fuera, en la calle, la sociedad se organizaba para no enviar a los hijos al colegio, y las asociaciones en cada club de fútbol pedían a los fans que no acudieran a los estadios. 

Nikolai Lukashenko. 'Delfín'

Con 16 años recién cumplidos, el hijo menor del presidente bielorruso obtuvo fama internacional cuando descendió de un helicóptero, rifle en mano, dispuesto a enfrentarse a los manifestantes. Su carrera es precoz. Con 10 años participó en una sesión de la Asamblea General de la ONU. Ha acompañado a su padre en encuentros con el difunto presidente Hugo Chávez, el primer ministro ruso Dmitri Medvédev o Benedicto XVI.  En el 2013, con solo 9 años, su padre auguró que acabaría siendo presidente.

Serguéi Tikhonovski. Contrincante apresado

Con 243.000 suscriptores en su canal de YouTube –cifra 12 veces superior a la del canal estatal de información permanente Belarus 24–, Serguéi Tikhonovski se había erigido en los últimos meses en un poderoso contrincante del régimen bielorruso. Pese a sentir en la nuca la presión de los servicios secretos locales, el bloguero ha viajado por todo el país con el objetivo de difundir los problemas diarios de los ciudadanos. Fue arrestado en mayo, nada más dar a conocer sus ambiciones presidenciales.

Svetlana Tikhonóvskaya. Líder de la oposición

Es la líder indiscutida del movimiento opositor, pese a carecer de ambición o experiencia política previa. Hasta hace unas semanas, ejercía como profesora de inglés, y durante los veranos acompañaba en Irlanda a niños afectados por la tragedia de Chernóbil. Su destino cambió en mayo cuando su marido, Serguéi, un popular bloguero, fue arrestado dos días después de declarar su intención de concurrir a la presidencia del país. Svetlana le sustituyó y recibió de inmediato el apoyo unánime de la oposición. 

Maria Moroz. Jefa de campaña

Jefa de campaña de Svetlana Tikhonóvskaya. Fue detenida dos veces antes de las elecciones, en la última ocasión horas antes de que se abrieran los colegios electorales, el pasado 9 de agosto. Considerada como una mujer muy próxima a la líder opositora, tuvo que salir del país junto a su jefa de filas con destino a la vecina Lituania en un oscuro episodio en el que muy probablemente los agentes del régimen bielorruso recurrieron a las amenazas familiares para forzar el exilio de ambas.

Valeri Tsepkalo. Huido y amigo del Kremlin

Otro de los candidatos descartados por Lukashenko. Tuvo que huir del país, también tras anunciar sus aspiraciones presidenciales, temeroso, según su entorno, de que le fuera arrebatada la custodia de sus hijos. Exdiplomático y experto en nuevas tenologías, impulsó y dirigió un parque tecnológico en Minsk que se convirtió en el más grande de toda Europa oriental. Gracias a sus buenos contactos en Rusia, se especula con que podría ser la carta que jugaría el Kremlin si Lukashenko sigue haciendo agua.

Verónika Tsepkalo. Aliada de Tikhonóvskaya

Esposa del candidato frustrado Valeri Tsepkalo, unió sus fuerzas a Tikhonóvskaya tras la huida de su marido a Rusia con sus hijos. Graduada en Relaciones Internacionales por la Universidad Estatal de Bielorrusia y con estudios de posgrado en Empresa, ha trabajado para Microsoft. En un mitin, durante la campaña, relató entre lágrimas lo vivido por su madre, que fue acusada de abuso de poder en un caso fabricado cuando padecía un cáncer de grado tres. "La detuvieron en el mismo hospital", rememoró.

Víktor Babariko. Aspirante encarcelado

Otro de los aspirantes considerados presos políticos por las oenegés de derechos humanos. Fue presidente del Consejo de Administración de Belgazprombank, rama bielorrrusa de Gazprombank, uno de los principales bancos de Rusia, pero dimitió para presentarse a las elecciones. Recabó el apoyo de personajes prominentes en la pequeña exrepública soviética como la escritora Svetlana Alexievich y se colocó en primera posición en los sondeos, antes de dar con sus huesos en la cárcel junto con su hijo. 

Maria Kolesnikova. Sigue en Bielorrusia

Mujer de confianza y jefa de campaña de Babariko. Música de profesión, decidió unir sus fuerzas con Tsepkalo y Tikhonóvskaya cuando su jefe de filas fue encarcelado. Asegura en una entrevista con el portal 'Meduza' que le hubiera gustado ser una flautista de concierto, pero que sus ambiciones fueron frustradas debido a la "degradante censura" cultural que existe en el país. Pese a las presiones policiales que lleva sufriendo, es la única del triunvirato femenino opositor que aún permanece en territorio bielorruso.

Svetlana Alexievich. Nobel significada

Probablemente la más conocida figura pública de Bielorrusia. Ganadora del Nobel de Literatura del 2015, sus relatos en ruso a medio camino entre el reportaje y la literatura, con testimonios de primera mano sobre tragedias soviéticas como la explosión en Chernóbil o la guerra de Afganistán han encandilado a medio mundo. Muy crítica con toda forma de adoctrinamiento soviético, respalda a la oposición hasta el punto de formar parte del denominado Consejo de Coordinación opositor. 

Vladimir Putin. En la sombra

Como dirían en inglés, 'the last but not the least' (el último pero no el menos importante). En las manos del presidente ruso se halla el destino de Bielorrusia. En un momento de tensión geopolítica, Putin jamás permitirá que en Minsk se instale un gobierno prooccidental, aunque sí puede forzar a Lukashenko a negociar. Por el momento, ha optado por una injerencia híbrida, desplegando especialistas rusos en la televisión estatal en Minsk con el objetivo de controlar el espacio mediático bielorruso.  

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