El armario poscovid: sale el sujetador, entran las deportivas

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Noelia Sastre

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Algo parecido a cuando después de un largo y cálido verano volvemos al pantalón y cambiamos la camiseta de tirantes por el sujetador. Una cosa así sería regresar a la oficina en septiembre tras cinco meses de teletrabajo. Sería, que no será, porque la pandemia continúa, el teletrabajo ha llegado para quedarse y, con él, una necesidad de prendas confortables. De modo que en otoño seguiremos pensando en vestirnos como lo hemos hecho desde marzo, con ese auge de las prendas y accesorios "on-screen": los que entran en el encuadre de una videollamada.

Importa todo lo que se ve de cintura para arriba. Camisas, jerséis, camisetas, chaquetas, collares, pendientes y diademas. Piezas formales en la pantalla e informales de medio cuerpo para abajo. De calle y de casa al mismo tiempo, vestidos al 50%, lo que influirá en nuestra relación con la ropa, dicen los expertos, pero también en los diseñadores de moda y en los accesorios, con menos importancia de los zapatos o bolsos, que quedan fuera de plano.

Comodidad ante todo. Piezas de punto y algodón, conceptos como 'athleisure' (moda deportiva) se unen al 'workleisure' (prendas cómodas pero con materiales y detalles de oficina). El 'dress code' ha cambiado radicalmente desde que comenzó la pandemia. Y con la pantalla en muchos casos como único contacto con los compañeros, la clave es la 'prenda Zoom', aquella camisa o blusa junto al escritorio que sirve para estar rápidamente presentables en las videollamadas. Según LinkedIn, el 42% de quienes trabajan desde casa tienen una a mano para dar buena imagen sin vestirse de calle de pies a cabeza cuando están sentados en la mesa de la cocina.

Códigos relajados

En la nueva normalidad tampoco se aplica el "look del día". El coronavirus ha simplificado los armarios, aunque los códigos de vestir llevan tiempo relajándose incluso en las instituciones financieras, ahora sin traje ni corbata para la mayoría de los empleados. Hasta Goldman Sachs cambió sus normas el año pasado, pidiendo "sentido común" al vestirse.

También el calzado pide comodidad. Así, pasaremos de las Birkenstock en verano a las zapatillas deportivas en otoño: el buscador de moda Lyst ha colocado a Nike por encima de las firmas de lujo, con un aumento del 106% en las búsquedas, de forma que el famoso 'commuter shoe' que popularizó el personaje de Melanie Griffith en 'Armas de mujer' (1988) desbancará a los tacones que se guardaban en la oficina desde que las mujeres se incorporaron al mundo corporativo en los 80. Seguramente la pandemia acabará con el 'under-desk shoe', cuyas ventas han bajado el 70% este año.

Como también ha caído el uso del sostén. Al menos el armado, que ya en la última década había dejado paso a los deportivos. Quizá la puntilla a esta evolución del corsé del siglo XIX que es el sujetador la estén dando movimientos como 'Saggy boobs matter' (las tetas caídas importan), liderado por la escritora Chidera Eggerue, quien ha explicado así su decisión: “Pensaba que debía lucir unas tetas tiesas, pero me resultaba muy incómodo y decidí mostrarme como soy sin que la sociedad me tenga que penalizar”.

Los pijamas sustituyen a la lencería

En la misma línea se apoya 'Free the nipple' para dejar de esconder los pezones. Ahora personajes como Lena Dunham apoyan desde sus redes sociales la campaña 'Say yes to masks and no to bras. Free the titi but protect de city' (di sí a la mascarilla y no al sujetador. Libera la teta pero protege la ciudad), en un intento de concienciar sobre el uso de la mascarilla al tiempo que abandonan el sujetador, una prenda que algunas mujeres utilizan por razones de salud (como reducir el dolor de espalda), pero para otras es simplemente una cuestión estética.

El pecho, nos han dicho durante siglos, es demasiado alegre como para tener vida propia. Pero los días sin sujetador del confinamiento también han llegado para quedarse, y a partir de ahora muchas no querrán volver a las armaduras. De hecho, los pijamas han sustituido a la lencería en las ventas 'online' (aunque nunca para videollamadas; tampoco nada que recuerde al gimnasio funciona para reuniones de teletrabajo).

Conclusión: fuera sujetadores, dentro mascarillas, convertidas ya en la reina de los accesorios en este momento en el que cada vez cobra más sentido la fusión entre trabajo y placermasculino y femeninodeporte y descanso, y sostenibilidad, artesanía y producción local. Y un consumo más responsable para el bolsillo y el planeta.

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