Mia Khalifa, la exestrella porno que reniega (sin éxito) de su pasado

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Nando Salvà

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Desde enero del 2015, meses después de haber dejado su trabajo como camarera en una hamburguesería para empezar una carrera en el cine para adultos, Mia Khalifa ha sido una de las grandes celebridades de esa industria. En Pornhub, una de las principales 'websites' pornográficas, actualmente ocupa el quinto puesto en el ránking de actores más populares, y sus escenas superan los 900 millones de visionados.

La joven, de 27 años, reclama a las grandes plataformas que retiren los 11 vídeos que grabó durante tres meses en el 2015 

Lo llamativo del caso, sin embargo, es que la joven, de 27 años, lleva seis sin dedicarse al porno; de hecho, ejerció de actriz durante apenas 90 días de finales del 2014, y desde entonces ha intentado sin éxito que los 11 vídeos que protagonizó –y que, aseguró recientemente, la «atormentarán de por vida»– sean eliminados de internet por parte de Pornhub y la productora BangBros. Ahora, sus fans acaban de prestarle apoyo creando una petición en favor de la causa en la plataforma solidaria Change.org, y en solo unos días han logrado más de 1,8 millones de firmas.

Cuando el 'clickbait' es un hiyab

A pesar de su popularidad, y de los millonarios beneficios que sigue generando a ambas empresas, Khalifa asegura que en su día obtuvo 12.000 dólares por su trabajo y que desde entonces no ha recibido ni un pago más. A cambio, confiesa, ha sido objeto de acosos, humillaciones públicas y numerosas amenazas de muerte por parte del Estado Islámico y otros grupos terroristas yihadistas, entre ellas una captura de Google Maps en la que aparecía la localización de su apartamento. «Durante años, no me he sentido a salvo ni a la hora de ir sola al supermercado», ha comentado ella al respecto.

La exestrella denuncia haber sido objeto de acoso y amenazas de muerte por parte del Estado Islámico

El motivo de esas intimidaciones es uno de los vídeos protagonizados por la actriz, que nació en Beirut (Líbano) y durante la niñez emigró con sus padres a EEUU, en el que aparece interpretando a una joven musulmana –ella fue educada en el catolicismo– y practicando sexo ataviada con el hiyab. En el momento de su estreno, las imágenes causaron un gran impacto entre los consumidores de pornografía, por la novedad que el uso de iconografía islámica suponía por entonces en el contenido para adultos y por el supuesto morbo añadido que probablemente les proporcionaba la visión de una mujer árabe con velo siendo dominada por un hombre blanco.

Violaciones en Pornhub

La explotación de las mujeres, especialmente de las más vulnerables, es algo habitual en el mundo del porno. Ejemplo flagrante de ella es el caso de Rose Kalemba, secuestrada a los 14 años y violada durante un ataque de 12 horas que fue grabado en un vídeo y puesto a disposición de los espectadores de Pornhub. Tras intentar suicidarse, la joven solicitó a la web que eliminara las imágenes de su catálogo pero fue ignorada durante meses, hasta que amenazó con acudir a los tribunales. El negocio del ocio para adultos está lleno de casos como el suyo. El de Khalifa no es uno de ellos.

Después de todo, ella debe su fama al porno y nunca ha dejado de sacar partido de ella. Actualmente tiene 21 millones de seguidores en Instagram, 3,3 millones en Twitter y 8,8 millones en TikTok, y suele usar las redes para lanzar migajas a los nostálgicos de su pasado en forma de fotos sensuales y consejos sexuales. Por supuesto, tiene todo el derecho a hacerlo, aunque eso la sitúe en una tierra de nadie entre el derecho a controlar su propia imagen y su responsabilidad en el uso que hace de ella.