Liz Phair: "Ahora envidio la chulería de cuando era joven"

La descarada heroína del rock de los 90 pasa revista a errores propios y ajenos en sus memorias, 'Historias de terror'

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zentauroepp53927065 mas periodico liz phair foto elizabeth weinberg200708224539 / ELIZABETH WEINBERG

Juan Manuel Freire

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A comienzos de los 90, Liz Phair (New Haven, Connecticut, 1967) causó sensación y sentó cátedra con sus canciones de rock alternativo descaradamente feminista, sin miedo a la explicitud sexual ni la vulnerabilidad emocional.

Su cumbre fue el disco 'Exile in Guyville' (1993), una respuesta corte-por-corte al 'Exile on Main Street' de los Rolling Stones, pero fue con el siguiente, 'Whip-smart' (1994), y en concreto el tema 'Supernova', que consiguió una nominación al Grammy a mejor interpretación vocal rock femenina. Llegó después un constante cambio de disfraz sonoro, no siempre bien entendido, que acabó enviando a Phair a la verdadera independencia y la composición puramente 'de oficio' para televisión.

Reivindicada en los últimos años por una nueva generación de trovadoras alternativas (Soccer Mommy, Snail Mail, etcétera), Phair hace repaso de su camino vital en unas memorias, 'Historias de terror' (Contra), sobre experiencias que durante mucho tiempo había preferido no recordar o reconocer.  

"En esencia, creo que todos somos buenos, pero las buenas personas también pueden hacer fechorías"

Una primera pregunta inevitable: ¿cómo llevan el covid-19 en Manhattan Beach?

Por lo general me siento privilegiada. Pero, claro, esto es una montaña rusa de emociones. Hay días en que me alegra poder pasar tanto tiempo con mi hijo. Otros días veo las noticias y me voy a la cama con ansiedad y no puedo dormir.

Al menos puede hacer algo que se le da muy bien: escribir. No ha grabado los dos discos que prometió a finales del 2015, pero, a cambio, nos ha regalado estas memorias tan singulares.

Esos dos álbumes no llegaron a buen puerto. Hablo sobre el tema en el episodio 'Hashtag'. Uno de ellos debía ser una colaboración con alguien [Ryan Adams, para más señas] que resultó ser una persona disfuncional y exasperante.

Como el libro se llama 'Historias de terror', sería fácil pensar, enseguida, que viene a hablarnos sobre cosas que le hicieron. Pero también habla de cosas que usted misma hizo, o debió hacer y no hizo. Eso es valiente.

Supongo que sí. Pero estoy bastante acostumbrada a decir la verdad cuando escribo. Fui directa en mis canciones y el mundo no se acabó. Estaba aterrada cuando iba a publicar 'Exile in Guyville', ya que mis padres iban a oír mis letras explícitas de sexo, pero los nervios se me pasaron en cuanto salió. Escribir el libro fue peor. En este caso los nervios me duraron todo un verano [risas].

Si todos nos decidiéramos a escribir un libro como el suyo, quizá el mundo acabara siendo mejor.  

Creo que todos somos, en esencia, buenos, pero también creo que las buenas personas pueden hacer fechorías. El libro nació de mi afición a juzgar a los políticos por cosas que hicieron en el pasado. Me paré a pensar: '¿Y si alguien examinara tu pasado? ¿Qué encontrarían?'.

Fue más duro escribir estas historias, me decía, que hacer canciones confesionales. ¿La música endulza los malos tragos?

He compartido aspectos de mi vida privada con anterioridad, pero esta vez era distinto porque no podía mentir, ni decorar, ni inventar. Se trataba de hablar de lo que no quería hablar. Porque no afrontar estas historias de terror me estaba impidiendo avanzar y abrazar la vida como quería. Creo que, al final, fue un ejercicio útil. No sé si tiene mucho sentido querer controlar nuestro propio relato todo el tiempo. La gente se empeña demasiado en crear sus vidas a través de Stories de Instagram.

"Yo era una extraña en tierra hostil, una mujer en un entorno de hombres. Ahora hay muchas más mujeres que lo transitan con seguridad"

He estado reescuchando 'Exile in Guyville' estos días y esa Liz Phair no se parece demasiado a la del libro. Esa Phair es más chula, descarada y salvaje. ¿Se lleva bien con ella?

¡Depende del día! He sentido muchas cosas distintas. Sinceramente, tengo envidia de su chulería. No sé cómo es para el resto de la gente, pero yo solo tengo más dudas con cada año que cumplo. Cuando era joven no me importaba el punto de vista de nadie, tan solo el mío. La gente hablaba, blablablá, y yo solo me oía a mí. Ahora escucho más y todo es más complicado.

¿Diría que la antigua Phair es un buen modelo de conducta para jóvenes mujeres?

No estoy del todo segura. Depende de cómo se le escuche. Tanto esa Liz como la de ahora parecen haber inspirado a la gente. El otro día, alguien me dijo algo muy bonito en Twitter: ‘Leer este libro era lo que necesitaba para escribir más’. Si puedo ayudar a alguien a salir de su bloqueo, de cierta crisis, ya me doy por totalmente satisfecha.

"Cuando era joven no me importaba el punto de vista de nadie, tan solo el mío"

Muchas jóvenes artistas del indie rock reciente se consideran como sus hijas. Es fácil detectar su influencia en tantos buenos discos recientes. ¿Es consciente de ello?  

Es algo que advertí hará unos tres años. Empezaron a surgir muchas artistas que me recordaban a mí y que incluso citaban mi nombre. Me emocionaba bastante. Primero, porque cuando yo salí era una extraña en una tierra hostil, una mujer en un entorno rock dominado por los hombres. Ahora hay muchas más mujeres en este terreno, y además, lo transitan con toda la seguridad. Sí que las veo un poco como mis hijas. Las hijas que no he tenido.

En el prólogo de 'Historias de terror', comenta que sus canciones fueron relatos desde el principio, y que grabar un álbum era como escribir sus memorias. ¿Escribir cada episodio ha sido, un poco, como componer una canción?

En cierto modo, ha sido parecido, y en cierto modo, muy diferente. Soy una estudiosa de la estructura. En las historias del libro hago algo que suelo hacer en canciones: plantarme en mitad de la acción. Lo diferente, como comentaba antes, es que ahora no podía manipular los hechos. Algunas historias me arrastraron por el suelo y me atormentaron.

Algunos grandes compositores de canciones pierden un poco cuando se pasan a la prosa. No es su caso. ¿Puede citar escritores o escritoras a los que tenga en un pedestal y que pudieran ser una referencia?

Me han influido mucho Ernest Hemingway, E. E. Cummings o J. D. Salinger, autores que cuidaban mucho la estructura e innovaban con ella. Me obsesiona la estructura. También me atraen los contrastes. Por ejemplo, hacer algo con apariencia de simplicidad que, en realidad, esté muy elaborado.

¿Qué será lo próximo? Creo que le debe un libro a su editorial estadounidense.

Me gustan los Grandes Proyectos, y junto con el primer libro les vendí otro llamado 'Fairy tales' ('Cuentos de hadas'). Juntos forman una especie de díptico. Los dos títulos tienen algo de irónico: en el primero, advertimos que en las historias de terror podemos ser el monstruo, y en el segundo, trato de descorrer la cortina y presentar la realidad del mundo del rock. Será más musical.

No puedo dejar esta conversación sin preguntarle por su trabajo como compositora televisiva [para 'Los 100', 'Al descubierto' o 'Sensación de vivir: La nueva generación']. ¿Cómo fue esa experiencia?

Sobre todo, me bajó los humos. Componer por encargo y sin un gran reconocimiento resulta novedoso para alguien que ha sido tratada como una estrella del rock. Pero encontré fascinante todo el proceso. Me encantaba potenciar las imágenes con música. Y me encantaba también, en realidad, no ser la jefa, poder concentrarme en el oficio, solo pensar en música.

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