8-M: ¿y ahora qué?

Tras los la sacudida feminista de los últimos años, ocho referentes del movimiento apuntan hacia dónde debe dirigirse la lucha

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zentauroepp47067480 mas periodico protesters form triangles with their hands dur200306164426 / REUTERS / VINCENT WEST

Núria Marrón / Gemma Tramullas / Juan Fernández

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La revuelta feminista que ha explosionado en los últimos años y que ha mostrado músculo en los 8-M masivos ha provocado una sacudida cultural cuyo alcance aún es difícil de calibrar. A la vez, sin embargo, muy poco ha cambiado en la vida de las mujeres, como demuestra la cartografía de la discrimación que arrojan los datos. Del pensamiento a las violencias y de la clase a la maternidad, hablamos con ocho referentes del movimiento sobre por dónde debe seguir ahora la lucha.

El futuro del movimiento


Marina Subirats: "Ahora hay que transformar el mundo"

En 1995, Marina Subirats participó como directora del Instituto de la Mujer en la cuarta (y última) Conferencia Mundial sobre de Pekín de las Naciones Unidas, donde el término empoderamiento apareció por primera vez a nivel oficial. Veinticinco años después, el feminismo estaría superando esta fase y entrando en otra más política. 

«Hemos dado un salto extraordinario, especialmente las jóvenes –afirma la reputada socióloga–. Hoy hay más mujeres que hombres con títulos universitarios y nadie se atreve a presentar una candidatura política donde no haya mujeres. El feminismo ya no se enfoca solo en la liberación y en la igualdad.  Ahora lo que toca es cambiar el mundo».

"La clase trabajadora ya no es el sujeto revolucionario, ahora lo son el feminismo y la ecología"

Las economistas feministas hablan de un conflicto entre el capital y la vida: «Tradicionalmente las mujeres hemos preservado y cuidado la vida y como mujeres es lo que debemos hacer, por lo tanto debemos oponernos al capital, que destruye la vida, y tomar otro camino. De ahí que el feminismo esté absorbiendo causas como la ecología, la inmigración o la desigualdad».

Para Subirats, el futuro de la humanidad depende que que las mujeres consigan sus objetivos. «La clase trabajadora –opina– ya no es el sujeto revolucionario;  ahora lo son el feminismo y la ecología. Porque no habrá igualdad plena si no transformamos el mundo».

Después de una larga etapa de 'masculinización' de la mujer y del mundo en general, considera que habría que recuperar la aportación femenina: «Ahora el cambio más grande tiene que venir de los hombres. El modelo de masculinidad que ha imperado hasta ahora es tóxico y mata». Esta última frase la apoya en datos: «Aparte de que ellos tienen una esperanza de vida más corta, a partir de los 3 años empiezan a morir más niños que niñas y hacia los 20 años por cada mujer fallecida hay tres hombres». Las causas de las muertes de hombres jóvenes serían, por este orden: suicidio, accidente de tráfico, consumo de drogas, homicidio y deportes de riesgo. Subirats considera que hay que «rebajar la obligación de violencia en los niños» y tender hacia «la desaparición de los géneros». G. T.

Violencias machistas


Ana Bernal Triviño: "Sin educación, seguirán subiendo violadores"

Resulta complejo sondear qué está pasando en ese pozo ciego que aún son las violencias machistas. Por un lado, afirma Ana Bernal-Triviño, «el melón ha explotado». Millones de mujeres, ya sea a través de denuncias y sobre todo del #MeToo y el #cuentalo, han empezado a rasgar el muro del silencio. «Y eso es un auténtico logro, porque estas agresiones solo pueden sostenerse sobre el silencio y la complicidad». Sin embargo, ni la credibilidad de las denunciantes ha sido restituida –«solo cuando Plácido Domingo ha pedido perdón se ha acabado creyendo a las 27 mujeres que lo denunciaron»–, ni las cifras han descendido.

"El melón de las violencias ha explotado y ahora queda todo por hacer"

Al contrario. El año pasado aumentaron el 15% los asesinatos machistas y las denuncias por violencia sexual se incrementaron el 38% entre el 2013 y el 2018. Y aunque Bernal-Triviño estima que es cierto que ahora se denuncia más –«es un agujero negro que nunca llegamos a calibrar: ¿realmente qué cifras manejaríamos si todas hablásemos?»–, también considera que «estamos peor que antes». Según la analista, el hecho de que el machismo y el negacionismo hayan saltado al discurso político de la mano de Vox –y de la ultraderecha organizada en Europa y EEUU– y se propague también de forma infecciosa por las redes sociales a través de «youtubers reaccionarios», legitima la misoginia y activa  bulos y «debates absurdos y ya superados» que alimentan las violencias y cortocircuitan los avances.

"El machismo no es un virus ni una enfermedad, sino un proceso de cultura y aprendizaje"

Sobre este avispero, la especialista considera que queda todo por hacer. «Y ese todo –subraya– es literal»: además de mejorar la ley de violencia de género y de crear la de violencia sexual (presentada esta semana), «estamos teniendo que volver a defender el aborto e incluso la existencia de la brecha salarial», cuando lo que realmente urge, asegura, es invertir en educación. «Si no, seguirán creciendo nuevas generaciones de violadores».

Las medidas punitivas solo ponen el parche cuando el mal ya está hecho, afirma la especialista, por lo que es necesaria una formación sexual y afectiva desde los ciclos de infantil que fomente masculinidades no tóxicas y que potencie el autoconocimiento y el respeto hacia el otro, la cultura del deseo y una sexualidad basada en la exploración y el placer, y no en la violencia y la dominación. «La ley del 2004 ya recogía actuaciones en el ámbito educativo y no se ha hecho nada. Y como el machismo no es un virus ni una enfermedad, sino un proceso de cultura y aprendizaje, ahí es donde está la solución: en que surjan nuevas generaciones libres de estereotipos y mandatos de género».  N. M.

Jóvenes y diversidad de género y sexual


Elizabeth Duval: "El movimiento perderá fuelle si se institucionaliza"

El impulso enérgico y feroz de las más jóvenes ha sido uno de los rasgos que ha distinguido a la sacudida dada por el movimiento feminista de los últimos dos años. En esa marea de adolescentes y veinteañeras que han alzado la voz para reclamar dignidad y derechos, la figura de Elizabeth Duval (Alcalá de Henares, 2000) ha llamado la atención por la argumentación elaborada de su discurso y el descaro de su puesta en escena. 

Lesbiana, activista trans, performer y escritora –en enero publicó su primer poemario, 'Excepción', y este mes sale a la venta su primera novela, 'Reinas'–, la madrileña es, a sus 19 años, una de las mujeres que se han batido con más coraje –en la calle, en las tribunas y en las redes– para defender la causa feminista. Por eso, su advertencia merece ser escuchada cuando señala: «Temo que el movimiento pierda fuelle si se institucionaliza. El objetivo del feminismo no es alcanzar un ministerio de Igualdad de perfil feminista ni cambiar ciertas leyes, sino transformar la sociedad, y esa tarea aún sigue pendiente», afirma desde París, donde estudia Filosofía en la Universidad de la Sorbona.

"El conflicto entre algunas feministas y parte del colectivo LGTBI nos perjudica a todas"

Identidades y deseos

En la capital de Francia le toca pasar de nuevo este 8-M, añorando una vez más –van dos años que le pilla allí– las multitudinarias marchas que se celebran en España –«aquí hay mucha menos movilización», se lamenta–, pero a la vez preocupada por las señales de cisma que detecta en el ambiente. De hecho, como mujer trans, vive en la zona cero de uno de estos conflictos. «El enfrentamiento entre algunas feministas y parte del movimiento LGTBI no ayuda a ninguna y nos perjudica a todas. Debemos debatir acerca de todo, incluida la teoría queer, pero sin que esto nos enfrente, porque es más lo que tenemos en común que lo que nos separa», señala. 

En opinión de Duval, la fase de la visibilidad del movimiento feminista debe dar paso a la del cambio cultural. «Y para que eso ocurra, hay que hablar mucho de precariedad, de educación, de control de las identidades y los deseos, de las situaciones reales. Queda lo más importante, que es poner sobre la mesa el cuestionamiento del mundo tal y como está organizado», advierte. J . F.

Mercado laboral


Carmen Juares: "El feminismo debería ser más inclusivo"

Tras seis años cuidando a una anciana con alzhéimer y saliendo solo 12 horas los sábados, el primer día que pisó la universidad pensó que ella no pertenecía a aquel espacio. Con el apoyo de sus compañeras, ha llegado al último curso del grado de Trabajo Social, una victoria del empoderamiento colectivo de las migrantes, que están conquistando espacios que les estaban vetados.

«La sociedad está acostumbrada a vernos en los parques cuidando niños o empujando sillas de ruedas –afirma–. Necesitamos generar espacios de calidad donde las mujeres podamos mirarnos a los ojos sin prejuicios y tratarnos como iguales, cada una con nuestra otredad, pero no viéndonos solo como blancas o migrantes». 

"No dejemos que el sistema rconvierta a mujeres emancipadas en explotadoras de otras mujeres"

Compartir el pregón de las fiestas de la Mercè junto a Leticia Dolera le permitió visibilizar la semiesclavitud de las trabajadoras internas y la precariedad general de las trabajadoras del hogar y los cuidados. El año pasado, estas mujeres encabezaron el 8-M en Barcelona y este año la Vaga Feminista ha vuelto a situar esta lucha como prioritaria.

Pero Juares Palma advierte de que cuando se manifiestan para que las trabajadoras del hogar que cotizan tengan derecho al paro vuelven a ser cuatro gatos: «Para nosotras, el 8-M son los 365 días del año. Vale que el 8-M reivindique acabar con la brecha salarial y romper el techo de cristal, pero si eso va por delante de abolir la ley de extranjería o pedir mejoras para las internas o las personas tras la manta, a mí no me representa. El feminismo debería ser más inclusivo y tener en cuenta las necesidades de todas las mujeres».

Igual que se ha conseguido sacar la violencia machista del ámbito privado y situarla como un problema social, para ella también habría que sacar los cuidados del ámbito familiar. «Unámonos para reclamar más residencias y centros de día –reivindica Juares Palma– y no dejemos que el sistema convierta a mujeres emancipadas en explotadoras de otras mujeres en situación de necesidad. Si no, la frase de situar la vida y los cuidados en el centro no será más que un eslogan vacío». G. T.

Maternidad y cuidados


Esther Vivas: "Necesitamos reducir la jornada laboral"

Si para una cosa han servido las huelgas del 8-M ha sido para empezar a hacer emerger todos esos trabajos habitualmente no remunerados y realizados por mujeres que sostienen la vida y la economía, y que, en cambio, duermen en el cuarto de las escobas de las políticas públicas y de las teorías económicas. La paradoja es que ese andamio hasta hace poco invisible ha ido aflorando a la par que se precarizaban las condiciones de vida. Así, tras 10 años de crisis, se empieza a constatar, por ejemplo, que la maternidad se ha convertido «en un privilegio», apunta Esther Vivas. Los nacimientos han caído el 30% y se ha producido una severa selección socioeconómica en la natalidad: ha aumentado el grueso de madres de perfiles profesionales altos y se ha desplomado entre desempleadas y trabajadoras precarizadas. Además, la atención a la dependencia sigue abandonada, con lo que cuidar de familiares en la absoluta intemperie puede acabar devorando la salud. 

"Los cuidados son un derecho y una obligación, no solo de las mujeres: también de los hombres y del Estado"

«Vivimos en una sociedad hostil con la vida que no está pensada para cuidar de las personas, algo consustancial a la experiencia humana», afirma la periodista, quien añade que si bien la revuelta feminista ha sacado del armario temas tabús «como la violencia obstétrica, la depresión posparto o la pérdida gestacional y ha convertido la maternidad en un campo en disputa y de derechos por ganar», aún queda mucho por andar. «Los cuidados son un derecho y una obligación, no solo de las mujeresy aquí hay una responsabilidad individual y colectiva: de los hombres [que apenas hacen un 25%] y del Estado, que debe destinar recursos y no puede seguir lavándose las manos».

¿Y por dónde empezar? Pues urgen, según Vivas, «una reducción de la jornada de trabajo» que reparta el empleo y evite que acabemos devorados por los tiempos laborales; ayudas directas a la maternidad –como la ampliación del permiso y el apoyo a las familias monomarentales (el 56% están en riesgo de pobreza); intervenciones sobre la pobreza infantil; servicios de cuidados durante todo el ciclo vital y, en definitiva, un cambio del modelo de sociedad. «Apostar por la vida también es acabar con la precariedad laboral y la especulación inmobiliaria». N. M.

Cultura y medios


Lucía Lijtmaer: "Debemos aliarnos con el antifascismo"

Como mujer comprometida y analista del tiempo que le ha tocado vivir, Lucía Lijtmaer conoce de primera mano la evolución que ha vivido en los últimos años el movimiento feminista, del que sus escritos la convierten en juez y parte. Ha alzado su voz para unirla a la de otras tantas mujeres, pero también ha usado su palabra para dar trasfondo reflexivo al relato feminista y prevenirle de los peligros que le acechan, especialmente en el campo que, por su especialidad, más le atañe, que es el de la cultura y los medios de comunicación.

Y en ese terreno, su olfato y su experiencia le alertan de algunas carencias que considera preocupantes. «Veo que se pone mucho el foco en el número de mujeres que dirigen empresas o instituciones, pero no se habla de las condiciones laborales de las trabajadoras. Los medios se centran en las chicas jóvenes, blancas, urbanas y de clase media, pero no oigo hablar de cómo están las inmigrantes, ni las kellys, ni las mujeres de edad avanzada. Echo en falta más diversidad en los medios a la hora de abordar la situación de las mujeres», reflexiona.

"Se pone mucho el foco las mujeres que dirigen empresas o instituciones y muy poco en las condiciones laborales de las trabajadoras"

En su opinión, el «feminismo 4.0 corre el riesgo de banalizarse». Y aclara: «A veces parece que nos lo jugamos todo al éxito o fracaso que tengan las marchas y huelgas, pero lo importante son los cambios que impactan en la vida de las mujeres, y en ese terreno hemos avanzado poco. La espectacularización del 8-M no responde a la realidad de este movimiento». 

A la convocatoria de este año, además, los distintos colectivos feministas acuden bajo un cierto clima de polarización, un disenso que ella achaca al éxito de la ultraderecha a la hora de introducir en la agenda pública debates que hace un año no existían. «Es curioso que un enemigo común como ese haya logrado dividirnos». Aun así, su diagnóstico de la situación es optimista. «Hay intereses muy sólidos en dinamitar este movimiento, pero intuyo que las chicas que han interiorizado el discurso feminista ya no van a volver atrás. Precisamente, esa amenaza exterior podría darnos fuerza. El futuro del feminismo pasa por aliarse con el antifascismo». J . F. 

Ciencia y salud


Carme Valls-Llobet: "Urge aceptar la ciencia de la diferencia"

Durante años acudió a las manifestaciones del 8-M cuando no reunían a más de 1.000 mujeres: «Ver estas últimas me ha emocionado». Esta masiva participación ha influido también en el ámbito de salud: «Mi percepción es que las jóvenes son más críticas y no se someten a las normas patriarcales de la medicina. Por ejemplo, no aceptan que se les receten anticonceptivos sin pedir explicaciones de las consecuencias sobre su salud. Se acabó la fe ciega en los médicos».

La capacidad crítica es clave para enfrentarse a los estereotipos de género: «No solo por tener más mujeres en el poder esto mejorará. El gran cambio cualitativo es ver mujeres jóvenes críticas con lo que se les ha enseñado, que piden una formación diferencial y que tienen ganas de saber más».

Ha habido un empoderamiento de las mujeres en defender sus derechos sexuales, reproductivos y en visibilizar problemas que eran tabú, como el ciclo menstrual, pero aún hay camino por recorrer. «Queda pendiente algo más sutil, la violencia en el acto médico, el no escuchar y no dar información a la persona. Está cambiando, pero sigue habiendo un machismo inherente en la ciencia».

El consumo de psicofármacos es más elevado entre mujeres debido a las cargas sociales femeninas

En este sentido, Valls asegura que «urge aceptar que existe una ciencia de la diferencia», que un fármaco que se le receta a un hombre no tiene por qué irle bien a una mujer y que hay enfermedades, como las autoinmunes, que son «claramente de mujer». Asimismo, en su último libro, 'Medioambiente y salud', aporta estudios que corroboran que las mujeres son más vulnerables a la contaminación ambiental, entre otras cosas porque tienen un 15% más de células grasas, que es donde se concentran pesticidas y disolventes. 

También el consumo de psicofármacos (hipnosedantes, analgésicos y antidepresivos) entre las mujeres sigue siendo más elevado que entre los hombres, una realidad asociada a las cargas sociales femeninas. A más edad, más recetas, de ahí que mientras la cifra de mujeres entre 15 y 44 años que consumen estos medicamentos es del 20%, la media asciende al  38% cuando se incluyen las mujeres hasta los 80 años. G. T.

Ecofeminismo


Yayo Herrero: "Hay que vivir de otra forma"

La conciencia colectiva ha empezado a interiorizar que el planeta se va a pique si no lo cuidamos. Conocemos los grados de temperatura que subirá la atmósfera en las próximas décadas, los kilómetros de playas que vamos a perder, las migraciones que esos cambios van a provocar. Sin embargo, en esos diagnósticos no suele haber miradas con perspectiva de género. No se cuenta que la mayoría de las víctimas del calentamiento global van a ser mujeres, ni que la cultura extractivista que gobierna hoy la economía impacta especialmente en las vidas de ellas, ni que la contaminación afecta en mayor medida sobre sus cuerpos por motivos hormonales.

«Por no contarse, no se cuenta algo en lo que nadie repara, pero que es terrible: las mujeres serán las primeras en morir ahogadas en las riadas que provocará el cambio climático porque en muchas regiones, por razones culturales, no saben nadar», advierte esta activista ecofeminista preocupada a partes iguales por el medioambiente y los derechos de las mujeres.

"Las mujeres serán las primeras en morir ahogadas en las riadas que provocará el cambio climático"

En su caso, ella llegó a estos desde su inquietud ecologista a través de un concepto que, en su opinión, los conecta: los cuidados. «Tradicionalmente, las mujeres nos hemos encargado de cuidar los cuerpos y las personas. Y la preocupación medioambiental va, precisamente, de eso, de cuidar el planeta. El feminismo y el ecologismo coinciden en poner la vida en el centro, ambas luchas tienen mucho que aprender mutuamente», explica.

Herrero es de las que ven la botella medio llena, sobre todo la del feminismo. «Ha conseguido capilarizar la sociedad y provocar cambios legislativos, ojalá el ecologismo hubiera avanzado tanto en estos años», suspira. 

¿Y ahora, qué? En su opinión, el reto que tiene por delante este movimiento es parejo al medioambiental: «Ya no se trata de crear nuevas leyes ni de modificar ciertos hábitos, sino de aprender a vivir de otra forma más equitativa y justa». «Y en ese cambio de mentalidad, el ecologismo y el feminismo van de la mano», señala. J. F.