Ginger Lerner-Wren: «Como jueza, comparto el dolor de los acusados»

Esta jueza pionera estadounidense explica cómo conciliar justicia y salud mental

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zentauroepp52147359 barcelona 06 02 2020 cuaderno entrevista masperiodico con g200227125213 / ELISENDA PONS

Gemma Tramullas

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Cuando la jueza Ginger Lerner-Wren entra en la pequeña sala del juzgado de salud mental del condado de Broward, en Fort Lauderdale (Florida, EEUU), no se escucha al aguacil vocear el habitual «'All rise!' (¡Todos en pie!)». En su lugar, es la misma jueza quien se dirige al acusado y en un tono pausado y mirándole directamente a los ojos le dice:  «Bienvenido al juzgado de salud mental de Broward. Soy la juez Ginger Lerner-Wren. ¿Cómo está usted?».  

Más que jueza, parece usted una madre. Se  lo digo como elogio. 

¡Exacto! ¡Eso es la jurisprudencia terapéutica! Es una reforma legal muy revolucionaria que convierte a los tribunales en agentes terapéuticos. Usted ha visto en mí algo maternal y yo lo veo como un esfuerzo por humanizar el proceso judicial con el objetivo de construir una relación de confianza.

"Mi juzgado raporta dignidad a las personas, no castiga ni sanciona"

Asociamos tribunal a castigo, en cambio usted habla de cuidado, sanación y compasión.

Como jueza, yo comparto el dolor de los acusados. Este juzgado aporta dignidad a las personas, no castiga ni sanciona. Convertimos el proceso judicial en una oportunidad para escuchar y dar voz a seres humanos marginados, traumatizados y deshumanizados que hasta llegar aquí eran invisibles.

¿Pero cómo lo consigue?

Centrándome en las fortalezas de las personas, siendo consciente de que todo el mundo tiene dones, [insiste] todo el mundo. [Susurra] «¿Qué te pasó, Gemma? Cuéntame lo que te pasó, realmente quiero saberlo».

Mirar a los ojos y nombrar a la persona por su nombre hace que se sienta importante.

Lo que yo hago es coger a la persona y elevarla por encima de mí misma y del juzgado. Le hago saber que estamos aquí por una sola razón, para darle los servicios y la ayuda que necesita, porque nos importa su bienestar. Cuando la gente escucha esto en un juzgado, no sabe qué cara poner.

"No se cree que las personas que están tiradas en una esquina no puedan mejorar, pero los tratamientos funcionan"

Probablemente hace mucho tiempo que no lo escuchan.

¡Seguramente nadie se lo ha dicho nunca!

Usted confía en las personas.

Tenemos el firme convencimiento de que se puede salir de la enfermedad mental. La sociedad no cree que las personas que están tiradas en una esquina de la calle puedan mejorar, pero los tratamientos funcionan y pueden volver a estudiar, a trabajar, a tener relaciones…

Para las familias puede ser un auténtico calvario.

Las familias hablan sobre todo de falta de esperanza y precisamente de esperanza es de lo que hablamos en el juzgado de salud mental. El problema es que el sistema de atención y los servicios de salud para estas personas están destrozados, infrafinanciados y estigmatizados.

¿Por qué hay tanta gente en la calle con patologías mentales?

En Estados Unidos hubo un movimiento de desinstitucionalización en los años 60. Muchos centros psiquiátricos cerraron y en el que yo trabajaba redujeron los pacientes de unos 1.500 a 350. ¿A dónde fue toda esta gente? Sin servicios, ni viviendas asistidas, ni tratamiento, acabaron enfermando, viviendo en la calle, empobrecidos.

"Por lo menos, el 25% de las víctimas de disparos de la policía sufren una enfermedad mental"

¿Se puede hablar de justicia y salud mental sin criminalizar a las personas?

Ya están criminalizadas, ¿no? Yo solo las saco de ahí. Esta pregunta me la hacían mucho durante los primeros años del juzgado: «¿No cree que está etiquetando a las personas?».

Es una preocupación legítima.

Lo es. Pero antes de que existieran estos juzgados, las personas con enfermedades mentales permanecían el triple de tiempo en la cárcel por el mismo delito que las que no tienen esta condición. Desde que este juzgado empezó a funcionar, en 1997, hemos evitado que 23.000 personas vayan a la cárcel. ¿Qué prefiere, que haya presos presos o pacientes?

Presos, pacientes… o muertos. Se  han dado casos en los que la policía ha disparado contra enfermos en plena crisis.

Según datos de 'The Washington Post', en Estados Unidos por lo menos un 25% de las víctimas de disparos de la policía sufren una enfermedad mental. Urge que la policía trabaje codo a codo con técnicos de salud mental.

"Las familias suelen tardar 10 años en lograr un diagnóstico. ¡Imagine cómo están 10 años después!"

Según la Organización Mundial de la Salud, la mitad de las enfermedades mentales se manifestan antes de los 14 años.

¿El 50%? En Estados Unidos esta cifra es del 75%. Las familias tardan una media de 10 años en obtener un diagnóstico y mientras tanto el médico de familia les dice que su hijo o hija está pasando una crisis o una mala época. ¡Imagine cómo están 10 años después!

Un delito menor puede terminar en una condena grave. El 40% de la población reclusa tiene alguna patología mental.

El juzgado de Broward atiende delitos menores y es de presentación voluntaria. Ahora también existen juzgados penales especializados, pero si actuamos enseguida podemos romper este ciclo y salvar vidas.

"El régimen de aislamiento en las cárceles es una tortura"

¿Cree que el régimen de aislamiento en las cárceles es tortura?

Sí, lo creo.

Los funcionarios de prisiones no estarían de acuerdo con usted.

¡Ah! Pues vale [risas]. Quizá haya buenas razones administrativas para segregar a las personas. Puede que alguien sea increíblemente violento o tan famoso que necesite ser aislado para evitar que otros internos le ataquen. Ahí está el caso de Jeffrey Epstein, que acabó suicidándose… Pero no hablo de estos casos, hablo del régimen de aislamiento en el sentido de lo que le pasó Aaron Wynn.

¿Quién era Aaron Wynn?

Aaron era un joven estudiante de 18 años cuando, en 1985, un coche embistió su moto provocándole graves lesiones cerebrales. A partir de entonces su personalidad cambió y con el tiempo fue incapaz de controlar sus emociones. Sus padres buscaron ayuda desesperadamente durante años. Tras un encontronazo con un policía le ingresaron en un hospital psiquiátrico donde lo mantuvieron en aislamiento y maniatado durante dos años y medio… [se emociona].

"La mayoría de gente acaba suicidándose porque nadie les pregunta, porque tenemos miedo de pronunciar la palabra"

Le sigue doliendo.

Mucho… Mi libro, 'A court of Refuge', está dedicado a él. Cuando le dejaron salir le diagnosticaron estrés postraumático y esquizofrenia a causa del matrato que había recibido, pero aun así sus padres seguían sin encontrar ayuda. En 1993 sufrió un brote psicótico y sin querer empujó a una anciana que cayó al suelo y falleció. Aaron fue acusado de asesinato en primer grado.

¡Qué pesadilla!

El caso derivó en una investigación de un gran jurado sobre el sistema de salud mental en el condado de Broward. El informe fue demoledor y de ahí salió la idea de crear un juzgado especializado en colaboración con los proveedores de servicios comunitarios y  de salud mental. Había demasiados casos de personas atrapadas en un círculo que les llevaba continuamente del hospital a la calle y de ahí a la cárcel y en cuanto salían volvían a la calle y otra vez a la cárcel.

"Trabajé mucho tiempo en un psiquiátrico y lo que vi me traumatizó tanto que creo que ayudar a la gente forma parte de mi propia curación"

¿Los juzgados de salud mental serían el equivalente de nuestros juzgados de violencia contra la mujer?

Si se guían por el trauma de la mujer y ofrecen servicios para que las víctimas tengan el mejor tratamiento posible, además de responsabilizar al acusado, estaríamos hablando de la misma filosofía, sí. Ahora mismo en Estados Unidos hay miles de tribunales especializados. Los primeros fueron los de adicción a las drogas, aunque el funcionamiento es distinto.

En todos estos años habrá visto tantas cosas… ¿Cómo lo soporta?

Estuve trabajando mucho tiempo en un hospital psiquiátrico y lo que vi me traumatizó tanto que creo que cada vez que ayudo a alguien forma parte de mi propia curación.

Uno de los grandes temas de su juzgado son los suicidios.

Vivimos una de las peores epidemias de suicidios a nivel mundial, por eso decidí elevar la prevención del suicidio a la prioridad número uno del juzgado. Queremos normalizar el diálogo en torno a este tema. ¿Usted ha intentado suicidarse?

¿Cómo dice?

Que si ha intentando usted suicidarse alguna vez.

Pues… no.

La mayoría de gente diría que sí… Preguntas como «¿cuándo le pasó?» o «¿piensa en hacerse daño ahora mismo?» no aumentan el riesgo de suicidio, al contrario, lo desmitifican. La mayoría de gente acaba suicidándose porque nadie les pregunta, porque tenemos miedo de pronunciar la palabra.