Mary Kaldor: "Si Europa colapsara, podría haber una nueva guerra global"

La politóloga británica acuñó el término 'nuevas guerras' a los conflictos posteriores a los 90 y la criticaron. Ya no.

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Irene Savio

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La británica Mary Kaldor tiene 73 años y –al menos– dos almas. La primera (cronológicamente) es la de la activista, miembro de organizaciones pacifistas como Ciudadanos de Helsinki (Helsinki Citizens), que ayudó a fundar y fue muy activa contra las fratricidas guerras surgidas en los 90 por el desmoronamiento de la antigua Yugoslavia. La segunda es la de la académica y referente europea para el análisis de los conflictos y su gestión.

Irrumpió primero en la escena con su teoría sobre el fin de las 'viejas guerras' anteriores a los 90, que dieron paso a las 'nuevas guerras' de hoy, en las que ya no hay reglas, la división en dos únicos bandos contendientes ha quedado obsoleta y la estrategia es obtener el poder sembrando miedo y odio. Teorías que primero fueron recibidas con algunas críticas, pero que no han perdido vigencia, y que se suman a sus posteriores reflexiones sobre la necesidad de una doctrina de seguridad para Europa, plasmadas en el 'Informe Barcelona' (redactado con motivo del Fórum Universal de las Culturas, en el 2004).

Tras desarrollar experiencias con Naciones Unidas y en el Stockholm Internacional Peace Reasearch Institute, Kaldor dirige el programa de investigación de sociedad civil y seguridad de la prestigiosa London School of Economics. EL PERIÓDICO la ha entrevistado con motivo de la inauguración de la Bienal Archipiélago Mediterráneo (BAM) de Transeuropa, un festival organizado por European Alternatives y celebrado hace unas semanas en Palermo (Italia).

–En 1999 publicó 'New and old wars', donde, entre otras conclusiones, hacía énfasis en que, a partir de los años 90, se difuminó la distinción entre la guerra y la delincuencia organizada. ¿Qué queda hoy de aquel análisis?

–Diría que esa realidad hoy es mucho más evidente. Al principio, me criticaron mucho por el libro, decían que era inapropiado el uso del término 'nuevas guerras' cuando en el mundo desde siempre se han producido dramas como la limpieza étnica. Eso es cierto, pero lo que yo observé es que en los nuevos conflictos había elementos novedosos, al estar involucrados grupos movidos más por la violencia en sí misma que por la victoria militar, a los que el extremismo les ha resultado funcional. Estas 'nuevas guerras' se producen en situaciones de quiebra de los estados y tienen tendencia a extenderse en el espacio y el tiempo.

"Las nuevas guerras se producen en situaciones de quiebra de los estados y tienden a extenderse en el tiempo. Es el caso de Siria y Libia"

–¿Es lo que está ocurriendo en Siria y Libia, por ejemplo?

–Exactamente, Siria y Libia son dos conflictos que revisten estas características.

–¿Cuál cree que fue su aportación al análisis de los conflictos? 

–En aquel momento, quise resaltar que los métodos tradicionales [para zanjar los conflictos] ya no funcionaban a causa de las mutaciones en la naturaleza de las enfrentamientos. Se ha demostrado que las intervenciones militares pueden provocar más violencia; que la asistencia humanitaria, desgraciadamente, a veces ha acabado en manos de algún bando y que los procesos de paz han terminado contribuyendo a legitimar a algunos grupos armados. Es lo que ocurrió en los Balcanes [durante las guerras de los 90] y, como digo, está ocurriendo actualmente en Siria.

–En un reciente ensayo suyo, citó el drama de los migrantes que están en la frontera entre México y Estados Unidos, como un "síntoma mórbido" del nuevo desorden mundial. ¿Lo puede explicar? 

–Antonio Gramsci ya lo dijo: "La crisis consiste en que lo viejo está muriendo y lo nuevo no consigue nacer, en este interregno surge toda una serie de síntomas mórbidos". Es esto lo que veo yo. Estamos en una transición del viejo modelo industrial basado en los combustibles fósiles y en el consumo masivo, y nos movemos hacia algo que todavía no ha nacido.

–¿Estamos en una especie de limbo, entonces?

–No sé si lo llamaría 'limbo', pero sí hay personas que intentan tomar y ejercer el poder usando todo tipo de ideologías extremistas: el nacionalismo, el racismo... Esto tiene consecuencias muy peligrosas para la sociedad. Parece que somos incapaces de reformar nuestras instituciones para encontrar formas de vivir mejores a las que tenemos ahora.

–¿Qué le preocupa en concreto del rumbo que está tomando la sociedad?

–Bueno, soy británica y, por tanto, estoy profundamente preocupada por el 'brexit'. Me preocupa desde un punto de vista personal, claro, porque estoy muy implicada con Europa y adoro la libertad de movimiento. Es horrible que nos la quiten. Pero también me preocupa que el Reino Unido se divida. Es un proceso que está creando muchas tensiones y creo que Escocia puede acabar independizándose y puede haber una unificación de Irlanda del Norte con la República de Irlanda, o una nueva guerra. Estoy muy preocupada por mi sociedad.

"Después del 'brexit', Escocia puede acabar independizándose y puede haber una unificación de las dos Irlandas"

–¿Está convencida de que lo que plantea es una posibilidad real?

–Todavía tengo esperanzas de que eso no ocurra, pero con el 'brexit' en marcha es completamente inevitable. En Escocia habrá un segundo referéndum y se harán independientes o habrá una guerra o la unificación de Irlanda.

–El 'brexit' también es un gran desafío para la Unión Europea. 

–Sí, podría desencadenarse una nueva guerra global si Europa colapsara. Hay muchas señales de ello: las posturas identitarias, el capitalismo depredador, la violencia machista... Son otras características de las nuevas guerras. Algunos de estos conflictos, como los de Siria y Libia, han llevado a la desintegración de los estados y es difícil que tengan un fin. El 'brexit' también comparte algunas de estas pulsiones. Aunque no haya ahora bombardeos o soldados, ha habido una gran subida de delitos de odio y una galvanización de algunos movimientos. Además, se postula una amplia desregulación en materia social y medioambiental. Y todo eso será mucho más fácil fuera de la UE. 

–¿Por qué la ultraderecha está avanzando tanto en Europa?

–La enorme desconfianza hacia las instituciones políticas han producido extremistas de derecha e izquierda en todas partes. Esto también es parte de lo que decía Gramsci cuando hablaba de los 'síntomas mórbidos'. Los estados ya no son capaces de darnos el tipo de protección que creemos que es básico para cualquier contrato social, y hay una enorme frustración por la percepción de que no podemos influir en sus políticas. La consecuencia es que las personas se están moviendo en varias direcciones, sin saber cuál es la solución, pero sí conscientes de su frustración y de que ya no están dispuestas a aceptar el término medio.

–En sus ensayos y libros, insiste en el papel de la sociedad civil. No obstante, en los últimos tiempos, se han vivido choques fuertísimos entre los estados europeos y las oenegés, que dicen que su trabajo está siendo criminalizado.  

–La sociedad civil no es lo mismo que las oenegés. Dicho esto, así es, eso está ocurriendo en Rusia, en Turquía… 

–También en el Mediterráneo...

–También en el Mediterráneo y en el Reino Unido, donde la legislación para las organizaciones benéficas es mucho más estricta ahora. Esto es lo que se llama 'autoritarismo suave'. Sí, el espacio en el que se pueden mover las oenegés es más pequeño que antes. 

–¿Qué opina de las recientes protestas ciudadanas en países como Irak, Líbano y Chile?

–Estoy tan preocupada como excitada por lo que está ocurriendo en esos países. Lo de Chile lo he seguido bastante de cerca. Estoy con ellos. Yo también estaría en la calle protestando si estuviera allí. Pero, por otro lado, estoy preocupada, porque las protestas pueden llevar a nuevas guerras. En el caso de Líbano quizá no, pues, después de los horrores del conflicto civil, hay menos predisposición hoy para volver a esa violencia tan brutal. Me parece muy interesante que los jóvenes se estén manifestando y que rechacen  el sectarismo. Esto es maravilloso. Quizá tengan éxito justamente porque nadie quiere otra guerra.

–¿Cuáles son las guerras en curso que más le preocupan?

–Siria, Yemen y Congo. Y también me preocupa el hecho de que el Derecho Internacional Humanitario todavía está diseñado para hacer frente a las viejas guerras y no a las nuevas.