ENTREVISTA

Danae Stratou: "Grecia estará bajo vigilancia hasta el 2060"

La esposa de Yannis Varoufakis, artista plástica, respalda la agenda verde para Europa de su marido

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Irene Savio

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En un momento de la entrevista, salta una observación inevitable: "Es usted una conocida artista en Grecia, pero hay quien la critica por la visibilidad que le ha dado el ser la esposa de Yannis Varoufakis, uno de los más mediáticos exministros de Finanzas que ha tenido el país". Tras la respuesta tajante –"no me importa lo que la gente diga, me interesa más que las mujeres en Grecia hagan oír su voz. Tenemos mucho camino por delante"–, a Danae Stratou (Atenas, 1964) se le endurece el semblante.

Antigua profesora de la Escuela de Bellas Artes de Atenas, cosechó éxitos mucho antes de conocer a Varoufakis. En 1999, fue una de las primeras mujeres en representar a Grecia en la Bienal de Venecia, gesta a la que siguieron otros encargos en certámenes internacionales que la llevaron a viajar hasta Australia. Un capítulo de su vida que no ha archivado, pese a que ha dedicado tiempo a la política helena para denunciar las consecuencias de la devastadora crisis que castigó a su país.

–¿Qué impacto ha tenido la crisis en el arte y la cultura griegos?

–Antes del 2010, los artistas griegos éramos excluidos de los principales circuitos internacionales. No nos daban importancia, quizá porque no les parecíamos ni occidentales ni orientales ni lo suficientemente dramáticos.

–¿Ahora ya no es así? 

–A partir del 2015, todos los focos se pusieron sobre Grecia y, de repente, la situación cambió. Es paradójica, porque aquí no hay dinero, lo que obliga a los artistas griegos a luchar para sobrevivir. Muchos trabajan sin cobrar. El Estado no nos apoya. Sin embargo, ahora existimos para el público internacional, y ya no seguimos las modas de otros países. Ahora somos nosotros los que creamos nuestras tendencias. Prueba de ello es que Atenas ha sido sede de la Documenta, una de las citas de arte contemporáneo más importantes del mundo.

–Es una artista, pero se ha involucrado en el DiEM25, movimiento político fundado por su marido. 

–No ocurrió de la noche a la mañana. El movimiento nació en Berlín con el objetivo de lograr mayor transparencia y democracia en la Unión Europea, después de que Alexis Tsipras –el anterior primer ministro griego– cediese a las políticas de austeridad al aceptar el tercer rescate. Desde entonces, hemos intentado promover un Green New Deal para Europa, un pacto verde para nuestro futuro, y también nos concentramos en dar nuestra visión para hallar soluciones a los problemas socioeconómicos de países como Grecia.

–No hay mucha presencia de las mujeres en la política griega.

–Por eso quise involucrarme en DiEM25. No fue un decisión fácil porque sé que los medios se interesan por mí por razones equivocadas. Pero quiero animar a las mujeres griegas a dar el paso para que se escuche nuestra voz.

–¿Es usted ortodoxa? 

–Sí, pero no practicante. Todo el mundo es ortodoxo en Grecia.

–¿Diría que la religión influye mucho en el país?

–Hay una parte de la población que es creyente, pero no la mayoría. Creo que influye más la cultura patriarcal que aún está instalada en todo el mundo y que en Grecia es muy visible. 

"El dolor de la crisis ha abierto la puerta del arte griego" 

–¿En qué sentido?

–Las mujeres griegas no están acostumbradas a participar en la vida política del país. No hay muchas activistas. En Grecia solemos decir que las mujeres nunca hablan aun cuando tienen cosas interesantes e importantes que decir, pero que los hombres que no tienen nada que decir hablan siempre. En parte creo que es así y tenemos que cambiar. 

–Los griegos, que leen mucho, pasan mucho tiempo delante del televisor.

–La televisión no ayuda. Pero lo cierto es que somos un país pobre, que siempre ha sido pobre, y eso hace que todo avance se produzca con más lentitud. Nos falta madurar como país. Los países del norte de Europa, como Alemania y Francia, que desde hace tiempo son ricos, han tenido la oportunidad de progresar más rápidamente.

–Grecia aprobó las uniones de personas del mismo sexo hace apenas cuatro años.

–Es una de las pocas cosas buenas que hizo el Gobierno de Tsipras. La Iglesia se opuso, montó un gran escándalo. Pero esto tiene que ver con la falta de separación entre el Estado y Iglesia, que sigue siendo un problema.  Un 8% de los griegos son electores de extrema derecha que la Iglesia controla. Luego está el centroderecha, que mantiene una relación de cercanía por su cultura conservadora. Dicho esto, en estas posturas también existen contradicciones.

"Una de las pocas cosas buenas que hizo Tsipras fue aprobar las uniones de personas del mismo sexo"

–¿Por ejemplo?

–Los griegos no tienen problema alguno con el aborto. Viví en Texas durante tres años y allí la religión tiene un peso mucho mayor.

–Usted también señala a las dinastías de políticos que se han dividido el poder en Grecia en el último medio siglo.

–Es un desastre [suspira y ríe] .

–Pero los votan los propios griegos. 

–Estas familias han echado sus raíces en las entrañas de la sociedad, controlan a algunos sectores, a los medios de comunicación. Pero eso no ocurre solo en mi país. Pensemos en los Clinton. 

–Quizá en pocos lugares como en Grecia es tan visible.

–Cierto. Aquí tenemos a los Mitsotakis, a los Karamalís, a los Papandreu. En el 2015, Syriza [la coalición que lidera Tsipras] rompió con todo eso, pero han vuelto.

–¿Qué salva del Gobierno de Tsipras? 

–¿Dónde están mis apuntes? [ríe]. Bromas aparte, creo que el acuerdo entre Grecia y Macedonia del Norte [que puso fin a tres décadas de disputa entre los dos países] fue algo muy positivo. Esa pelea sobre el nombre de nuestros vecinos era totalmente absurda.

–¿Y qué fue lo peor? 

–Que ahora estemos sometidos al cuarto rescate. No lo denominan así, aunque no sea otra cosa que eso, un rescate. Estaremos bajo vigilancia [de las autoridades europeas] hasta el 2060, prisioneros de nuestra deuda.

–¿De verdad cree que había alternativa? 

–Por supuesto que sí.

–¿Cuál?

–La de cumplir con la razón por la cual Syriza fue elegida en enero del 2015; es decir, el plan trazado para reestructurar la deuda. El problema fue que Tsipras optó muy pronto por otro camino y dejó de apoyar el plan que habíamos pactado.

"El propio Juncker admitió que Bruselas no fue solidaria con Grecia al aplicar su insensata austeridad"

–¿No cree que el riesgo era acabar fuera de la UE?

–No creo que hubieran llegado a eso. Recientemente el Jean-Claude Juncker [presidente de la Comisión Europea] admitió que Bruselas no fue solidaria con Grecia al aplicar su insensata austeridad. Incluso oficiales del Fondo Monetario Internacional (FMI) reconocieron el daño hecho a los griegos para salvar a instituciones de otros países. Lo que nosotros proponíamos no era una utopía. Habíamos propuesto pagar nuestras deudas no con préstamos, sino invirtiendo en el crecimiento.

–Volviendo a su profesión, ¿seguirá trabajando? 

–Hasta que me muera. Durante unos meses paré para ocuparme de la política, pero en las próximas semanas volveré a la normalidad. 

–¿Tiene algo en mente?

–Sigo con un proyecto sobre la crisis económica. Se titula 'It’s time to open the black boxes!' ('¡Es el momento de abrir las cajas negras!') y es una instalación muy simple, unas 100 cajas negras con una palabra iluminada. Las palabras son elegidas por los habitantes de los lugares en los que se muestra la instalación. Son respuestas en una sola palabra a preguntas como ¿qué te da miedo hoy? ¿Qué es lo que más querrías proteger? La finalidad es dar voz a las personas, a sus miedos, a sus protestas, a sus deseos.

–Ya la presentó en España.

–Sí. La primera exposición fue en Atenas en el 2012, a la que siguieron otras en Austria, Francia y España, donde estuve el año pasado. En diciembre viajará a Bélgica.

–¿Qué palabras han sido recurrentes?

–En Mallorca, por ejemplo, una de las ideas más comunes giró en torno a la necesidad de proteger a la isla frente al peligro que supone para el entorno el turismo de masas. Aunque, en esta época en la que vivimos, los miedos de las personas son muchos y muy variados.