PRESTIGIOSO RECONOCIMIENTO

Alain Delon: el galán más turbio del cine francés

Cannes rinde homenaje a seis décadas de oficio de un mito pese a su polémica biografía

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Nando Salvà

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Hay un momento francamente inquietante en 'A pleno sol' (1960) en el que el icónico antihéroe Tom Ripley reflexiona sobre su nuevo asesinato, sentado, con una copa de vino en la mano, dando sorbos lentamente. En el centro mismo del plano están sus ojos, que son de un gris clarísimo y que brillan como canicas. Unos ojos hermosos pero fríos, vidriosos, vacíos. Son los ojos de Alain Delon (83 años), y gracias a ellos se convirtió en una estrella de forma inmediata y hasta hoy: el próximo martes se inicia la 72ª edición del Festival de Cannes, en la que el divo francés recibirá una polémica Palma de Oro –se le ha criticado su manifiesta homofobia, racismo, antisemitismo y el reconocer haber maltratado a alguna de sus exparejas– en honor a sus seis décadas de carrera.

Es un admirador
confeso de la
jerarquía militar,
votante del Frente
Nacional y amigo
personal de la
famila Le Pen

Aquella adaptación de la novela de Patricia Highsmith 'El talento de Mr. Ripley', en efecto, le bastó para coronarse como el hombre más seductor del mundo del cine –alguien, quizá para acortar, lo bautizó como la versión masculina de Brigitte Bardot–, en tanto que reveló una ambigüedad, una mezcla de ferocidad y vigilante quietud, que definiría su imagen pública a lo largo del resto de su carrera. Todo en aquel joven de 25 años –sus rasgos faciales, su comportamiento, incluso su nombre mismo– era punzante, espinoso, cortante como una hoja de afeitar; y sobre esa cualidad construyó su carrera, con frecuencia en colaboración con algunos de los grandes directores. 

Belleza juvenil

Luchino Visconti sacó el máximo partido de su belleza juvenil en 'Rocco y sus hermanos' (1960) y 'El gatopardo' (1963); para Michelangelo Antonioni rodó el romance 'El eclipse' (1962), en el que derrochó un aire arrogante que sirvió de contrapunto a la angustia existencial típica de los personajes masculinos del director italiano; con Joseph Losey trabajó en 'El asesinato de Trotsky' (1972) y 'El otro señor Klein' (1976). Y Jean-Pierre Melville, uno de los grandes maestros del 'thriller' francés, contó con él hasta en tres películas; en la primera y más importante de ellas, 'El silencio de un hombre' (1967), exhibía una suerte de laconismo zen en la piel del asesino a sueldo Jeff Costello –un tipo que viste su soledad como un manto y su gabardina como un uniforme– que acabó convirtiéndose en arquetipo esencial del cine criminal e inspirando a los autores más diversos, de John Woo a Jim Jarmusch.

Sospechoso de asesinato

La reputación de Delon no tardó en ser vampirizada por el aspecto gélido y amenazante de personajes como ese, y a eso sin duda contribuyeron algunas turbias apariciones en las páginas de sucesos. Las más publicitada tuvo lugar a finales de 1968 cuando, en un pueblo a las afueras de París, la policía encontró el cuerpo de un hombre llamado Stevan Markovic en un contenedor de basura. En el momento de su desaparición, Markovic trabajaba como guardaespaldas personal de Delon y, durante la investigación, el actor y un gánster llamado François Marcantoni se convirtieron en los principales sospechosos del asesinato. Para entonces, eso sí, él mismo ya había participado activa y orgullosamente en la mitificación de su propia imagen, presumiendo a menudo de su pasado como paracaidista durante la guerra de Indochina y del año que pasó en la cárcel tras protagonizar varios episodios de indisciplina a lo largo de su paso por el ejército. Pese a estos últimos, en cualquier caso, hasta la fecha sigue siendo un admirador confeso de la jerarquía militar; también un votante del Frente Nacional y amigo personal de la familia Le Pen.

Perturbador carisma

Con cada nueva película –títulos como 'El clan de los sicilianos' (1969) o como 'Borsalino' (1970), mirada romántica al mundo del crimen que coprotagonizó con Jean-Paul Belmondo–, Delon solidificaba su perturbador carisma, y afianzaba su dominio de la taquilla francesa al tiempo que se convertía en el actor mejor pagado de la historia en su país; y mientras incorporaba a la actriz Mireille Darc a una lista de conquistas amorosas de la que también formaban parte la cantante Dalida, su exesposa Nathalie Delon y la actriz Romy Schneider –que llegó a ser su prometida y que lo abandonó a causa de sus continuas infidelidades–, seguía levantando pasiones entre hombres y mujeres de todo el mundo. El único público al que nunca llegó a conquistar es el estadounidense; al principio de su carrera, por su propia reluctancia a aceptar papeles hablados en inglés –llegó a rechazar un contrato con el superproductor David Selznick–; durante los 70, a causa de la escasa repercusión que obtuvieron las películas que rodó en Hollywood, 'Sol rojo' (1971) y 'Scorpio' (1973) entre ellas.  

«He dedicado 
mi vida a jugar
a ser Alain Delon.
Lo demás me
importa un
bledo», ha dicho

Desde finales de esa década, a medida que diversificaba sus intereses a través de una serie de nuevas actividades profesionales –invirtió en sectores tan dispares como la industria de los helicópteros, el boxeo y las carreras de caballos, y hasta lanzó una línea de gafas de sol–, convirtió el ocaso algo prematuro de su belleza física en una oportunidad para interpretar personajes más extraños y arriesgados. En el drama romántico 'Notre histoire' (1984) subvirtió su personalidad fílmica encarnando a un decrépito alcohólico, y aún más sorprendente resultó su trabajo en la adaptación literaria 'El amor de Swann' (1984), en la que dio vida a un extravagante aristócrata gay. Y su personaje en 'Nueva ola' (1990), su única colaboración con Jean-Luc Godard, puede entenderse como una astuta reflexión sobre el lujo y el glamur que envolvieron su propia vida y sobre el conflicto entre el hombre y el mito.

A excepción de 'El regreso de Casanova' (1992), retrato de madurez del libertino veneciano que fracasó en la taquilla, las apariciones posteriores de Delon en pantalla han sido más bien anecdóticas, y separadas por varios anuncios de retirada que han resultado ser papel mojado. En el 2017 anunció que rodaría una última película junto a Juliette Binoche, pero al parecer el proyecto ha sido cancelado. Aun así, la fiera parece seguir hambrienta. «He dedicado toda mi existencia a jugar a ser Alain Delon. Y todo lo demás me importa un bledo», aseguró en una ocasión. Ahora, en la alfombra roja de Cannes, interpretará una vez más el papel de su vida.