Baby Sussex: todo (o casi) sobre el parto nada protocolario de Meghan Markle

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Núria Marrón

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El acontecimiento 'celebrity' de esta primavera ha entrado en formato de cuenta atrás. Está previsto que Baby Sussex –nombre que ya ha recibido el bebé real en la pila bautismal de la prensa– llegue al mundo en los próximos días y que desencadene un frenesí mediático con rango de Superbowl.

Así que aquí va una guía para no perderse en el laberinto de chismes, hechos y odios que rodean al advenimiento de este nuevo linaje que unirá a los Windsor con el Hollywood interracial –¿acaso no oyen removerse a la reina Victoria en el mausoleo real?– y que se ha convertido en uno de los pasatiempos favoritos –junto al pub, las carreras de caballos y el té de las cinco– con el que los británicos están aliviando esta primavera de pasión y 'brexit'. 

Plan de parto

Sin "hombres con traje" ni ginecólogos de la reina 

Por orden de aparición, el último incendio que ha prendido tabloides, redes, analistas y súbditos con tendencia a echar espumarajos inflamables con solo oír dos palabras –Meghan Markle– ha llegado a cuenta del llamado 'plan de parto'. Contaba días atrás 'The Mail on Sunday' que la duquesa se propone parir con una ginecóloga porque no quiere que "hombres con traje" traigan al mundo a su bebé. ¡Boom!

Si están al corriente de las crisis que se montan cada vez que alguien sin remota idea de protocolo real dictamina que la duquesa no ha abierto una puerta de forma correcta, podrán hacerse una idea del follón. Según sus detractores –entre los que bullen la alt-right y los supremacistas blancos–, Markle rechaza al equipo de ginecólogos de la reina, los mismos que asistieron a Diana y a Kate Middleton, porque a) no puede parar de cometer "extravagancias" y b) no acepta que "no puede tenerlo todo: vivir como una estrella de Hollywood y ser duquesa" (cortesía de la analista en jefe de 'The Telegraph' Anna Pasternak).

Más allá del gulag de reeducación donde parte de la prensa enviaría a la duquesa, parece que la futura madre, que se estaría planteando parir en casa, quiere a su lado a su ginecóloga de cabecera y un parto con las mínimas intervenciones (sin epidural ni oxitocina). Si finalmente acude al hospital, el centro que están barajando no es el mismo que eligieron Diana y Kate (Saint Mary, 6.000 libras la primera noche, y carta de vinos y champán), sino uno más cercano a Frogmore Cottage, la casa en Windsor con ¿lo adivinan? huerto ecológico y sala de yoga en la que acaban de instalarse tras dejarse tres millones de euros en reformas. Por lo visto, el vecino hospital Frimley Park cuenta con salas preparadas para partos no medicalizados y la habitación cuesta 100 libras la noche.

Sin retrato de familia

No habrá foto con bebé tras el parto

En los partos sin incidencias, este centro hospitalario suele dar el alta a las 12 horas del nacimiento. Y Markle ya ha anunciado que en esos momentos en los que la parturienta, pasada la furiosa tormenta, siente el cuerpo como una herida abierta no estará para calzarse tacones ni para someterse a secadores de pelo ni a maquilladoras que armen su célebre 'efecto buena cara'. Así que vayan olvidándose de la foto de rigor a las puertas del hospital con la que la prensa, desde los tiempos de Diana, documenta los natalicios reales.

De todas formas, esta tradición 'royal' está oficialmente cuestionada desde que, meses atrás, la actriz Keira Knightley escribió un ensayo que lamentaba que la duquesa de Cambridge, a las siete horas de haber parido, compareciera ante la prensa en perfecto estado de revista escondiendo –escribía– "la batalla" que había vivido e intentado parecer a toda costa "guapa y elegante" ante un grupo de varones fotógrafos.

Así que la primera imagen, dicen los hermeneutas de palacio, llegará vía Instagram, a través de la cuenta oficial que acaban de abrir y en la que piden a sus seguidores que, por favor, si habían pensado enviarles algún regalo, se abstengan de hacerlo y destinen el dinero a donaciones al puñado de oenegés que indican. Al estilo Gates, quieren que Sussex sea una marca de filantropía global.

Ni príncipe ni alteza real

¿Se llamará Victoria? ¿Isabel? ¿Eduardo? 

A partir de aquí, las informaciones entran en esa categoría de rumores que alimentan las casas de apuestas. Parece que a la tenista Serena Williams, íntima de Markle y organizadora de su 'baby shower' –esa fiesta que se celebró en un 'penthouse' del Mark Hotel de Nueva York que cuesta 66.000 euros por noche y en la que hubo desde máquina de hielo dulce hasta filetes de 150 libras– se le escapó días atrás que el bebé era niña. Desde entonces, las apuestas del nombre basculan (por este orden) entre Isabel, Diana y Victoria, aunque también hay quien encomienda sus libras a Felipe o Federico.

Si la reina no decreta lo contrario, no tendrá tratamiento de alteza real ni título de príncipe. Cosas del 'Buckingham code', si es niño será conde de Dumbarton (uno de los títulos menores de Harry) y si es niña será lady Mounbatten Windsor. En ambos casos ocupará el séptimo lugar de sucesión al trono, podrá tener doble nacionalidad y será criado en gran medida por la abuela materna, Doria Raglan, trabajadora social, profesora de yoga y vecina de un suburbio de Los Ángeles. 

Marcaje

Polémicas, bulos y "figura de odio nacional" 

Precisamente el capítulo de la 'nanny' –una institución en la familia real tan arraigada como la capa de armiño y las joyas de la corona– es uno de los puntos calientes del folletín que nos ocupa. ¿Contratarán a una niñera? ¿Será la abuela materna la que se encargue de la crianza en ausencia de los padres?

Llegados a este punto, deben de estar pensando en qué momento las niñeras reales empezaron a protagonizar titulares. Sin embargo, el 'caso Markle' –en el que viintervienen la bancada más extrema de 'haters' han llegado a decir que la duquesa usa una barriga protésica porque, ya saben, tiene una relación patológica con la atención– está alcanzando categoría sociológica.

Según la periodista de 'The Guardian' Zoe Williams, la duquesa se está convirtiendo en algo parecido a "una figura de odio nacional, la persona que todos necesitamos para superar un momento difícil, como la novia de tu primo que lleva las cejas muy depiladas y no deja de parlotear sobre yoga en una tensa cena de Navidad". Al fin y al cabo, señala, personas que jamás han sentido inquietud por las desigualdades sociales y los privilegios reales –y estarán de acuerdo con que aquí sí hay tema, y de los gordos– de pronto sienten una furiosa indignación porque una celebridad casada con un príncipe lleve un bolso caro. "Hicimos esto antes, ¿recuerdan? –escribía la columnista–. Y perder el sentido de la proporción en la crítica a las deficiencias de una princesa no es un error que un país pueda cometer dos veces".