Bob Fosse & Gwen Verdon: ni él era un genio solitario ni ella su musa

HBO revisa en 'Fosse/Verdon' la relación amorosa y creativa de dos mitos del musical

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zentauroepp47596731 mas periodico bob fosse y gwen verdon 1966190405133134 / MARKA / EPS

Juan Manuel Freire

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La nueva miniserie biográfica de FX (aquí en HBO desde el miércoles, día 10) se basa en el libro 'Fosse', de Sam Wasson, pero su título es 'Fosse/Verdon', algo que marca la diferencia. No se llama así porque se hayan quedado con las páginas que tocan la relación de Fosse con Verdon, que son mayoría. La idea es, también, desdibujar el mito del genio masculino solitario; recordar que sin Verdon, quizá nunca habría habido Fosse.

Esta pudo ser otra serie sobre un hombre difícil. Fosse lo era como el que más: adicto al trabajo y a la seducción, eternamente inseguro e insatisfecho (nada era nunca suficiente, ni lo suyo ni mucho menos lo que hacían los otros), obsesionado con la muerte… Pero ha acabado siendo una serie sobre una conexión intensa, compleja y fructífera, capaz de resistirlo casi todo. Aunque separados en 1971, siguieron casados hasta la muerte de Fosse de un infarto en 1987, en brazos de… Verdon.

La serie imita la cronología no lineal propuesta por Wasson, remarcando en cada salto temporal el tiempo que queda para el fallecimiento del coreógrafo. Cuando los vemos juntos por primera vez, quedan 19 años. Están rodando 'Noches en la ciudad', adaptación al cine de un musical basado, a su vez, en 'Las noches de Cabiria' de Fellini. Fosse es el coreógrafo y director, pero vemos a Verdon dirigir a unas bailarinas.

Esta participación fue una constante. Ella era no solo el apoyo emocional, sino la persona que hacía realidad los caprichos y las fantasías, de forma abnegada y entregada, como cuando hizo un viaje de ida y vuelta Munich-Nueva York solo para alquilar la mejor máscara de gorila para el número 'If you could see her' de 'Cabaret', primero de los dos musicales revolucionarios firmados por Fosse; el otro sería 'Empieza el espectáculo'.

En la serie, Fosse es el camaleónico Sam Rockwell, mientras que Verdon tiene el rostro expresivo de Michelle Williams, una actriz familiarizada con los papeles de esposa sufridora y también con Broadway: fue Sally Bowles en el revival de, precisamente, 'Cabaret' del 2014.

Unos ensayos definitivos

Fosse y Verdon se conocieron en el musical 'Malditos yanquis' de Broadway, del que él fue coreógrafo y ella protagonista. Ambos venían de entornos o condiciones poco adecuados para alcanzar el estrellato. La familia de Fosse, de Chicago, tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para costear la educación artística de su hijo, y no dudó en enviarle a bailar a antros burlesque para traer dinero a casa. Verdon sufrió de raquitismo de niña, pero el ballet le ayudó a fortalecer las piernas y a los 11 años ya bailaba en solitario en 'La princesa encantadora', de Josef von Sternberg.

Fosse tenía sus reservas con Verdon, pero al final accedió a trabajar con ella durante unas jornadas y ver qué tal iba. Aquellos ensayos fueron definitivos. El coreógrafo no solo aceptó a Verdon como la heroína Lola, sino también como tercera esposa, después de otras bailarinas, Mary Ann Miles y Joan McCracken; esta última su apoyo durante su fase de asentamiento en Hollywood, en la que estuvo al servicio de grandes como George Sidney ('Bésame, Kate') o Stanley Donen ('Tres chicas con suerte').

Marido y mujer y colaboradores

En 1960, el año de su boda, Fosse y Verdon colaboraron en el musical 'Redhead', seguido por clásicos de la altura de 'Sweet Charity' y 'Chicago', en el que Verdon dio forma al personaje de la asesina Roxie Hart.

Fosse se mudó a Nueva York para ser el próximo Fred Astaire, pero a lo largo del camino decidió, también, ser un nuevo Kubrick, o un nuevo Fellini. Su primer intento fue la citada 'Noches en la ciudad', fracaso de taquilla y crítica. La crítica del 'New York Times', como recuerda la serie, la definió como "una película embrujada por la presencia de una estrella invisible, Gwen Verdon, que originó el papel titular en el espectáculo de Broadway que fue específicamente diseñado para ella". Pero 'Cabaret', cuya filmación se aborda desde el primer capítulo de la serie, fue otro cantar y bailar y valió a Fosse un Oscar al mejor director.

Verdon mereció su propio Oscar, a la mejor aliada en todos los sentidos. Durante mucho tiempo aguantó con estoicismo los excesos de su marido: el alcohol, las drogas, las infidelidades… Esto último, Fosse lo achacaba a su paso por el mundo del burlesque, donde según contó había sido acosado y abusado sexualmente por strippers.

Por otro lado, en el libro 'Fosse', su compañera de baile e instituto Beth Kellough insinúa que quizá se hizo womanizer para combatir los rumores sobre su sexualidad: "No era afeminado, pero la gente creía que cualquier chico que bailara era un poco raro. Puede que se convirtiera en un womanizer para probar a la gente que no lo era".

'Empieza el espectáculo'

Separados, Fosse y Verdon siguieron cerca el uno del otro. La segunda vez que Fosse revolucionó el cine musical, con la muy autobiográfica (aunque él lo negara) 'Empieza el espectáculo', Verdon también hizo acto de aparición, en la forma de Audrey Paris (Leland Palmer), exmujer del coreógrafo encarnado por un soberbio Roy Scheider, el adicto a las mujeres, el alcohol y las drogas Joe Gideon. No faltaba la hija que tuvieron en 1963, Nicole, aquí Michelle (encantadora Erzsébet Földi, sin carrera posterior en el cine). Ann Reinking, principal compañera de Fosse durante los 70, hacía un poco de ella misma.

'Empieza el espectáculo' fue su mejor película, incluso por encima de 'Cabaret' y aquel apasionante biopic de Lenny Bruce ('Lenny') que adelantó la estructura de series como 'Seinfeld' y 'Louie'. En su particular 'Ocho y medio' (incluso tomó prestado a un director de fotografía habitual en Fellini, Giuseppe Rotunno), Fosse navegaba con fluidez entre la vida y la muerte, la realidad y el artificio; era una película cargada de vibrante ansiedad, como su director.

Si algo malo se puede decir de este pre-testamento fílmico, es, quizás, que tampoco concede un papel tan importante a Verdon, algo que corrige 'Fosse/Verdon', complemento tardío a aquel (exuberante y fabuloso) ejercicio de egolatría. Hay intriga por saber cómo aborda 'Empieza el espectáculo' la nueva serie, cuya tipografía imita a la del clásico de 1979.