25 ANIVERSARIO

Álbum de recuerdos del CCCB

El 'invento' de Josep Ramoneda ha dado a Barcelona momentos de alto voltaje intelectual

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Núria Navarro

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En la rueda de prensa de presentación del CCCB, en 1994, Pasqual Maragall soltó muy ufano: "¡Esto será el Pompidou catalán!". Se refería el alcalde al Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou de París, el Norte que señalaba cualquier brújula de la modernidad. Pero Josep Ramoneda, el inventor de la fórmula, con ese 'je ne sais quoi' impertinente del filósofo, lo interrumpió: "Señor alcalde, cuidado". El CCCB mediría 15.000 metros cuadrados y no 90.000. No podría fardar de una colección de 100.000 obras de arte. Y su presupuesto, ay, sería 100 veces menor.

Ahora bien, desde el mismo día de 1989 en que recibió la llamada del presidente de la Diputació Miquel Royes para pedirle que planteara la idea, él tuvo claras dos cosas: 1/ "que sería un modelo y no una copia", y 2/ que, como Barcelona no era capital de Estado pero tenía "capacidad de pensar, vivir e imaginarse", el CCCB se consagraría a las ciudades (anticipándose – es justo subrayar– a la idea de ciudad como sujeto político). "La ciudad de las ciudades será un espacio de vida en el corazón de la vida", vendió Ramoneda en París antes de la inauguración, y 'Le Monde' se apresuró a elegirlo como uno de los seis proyectos culturales del futuro.

El 'shock' de Bauman

Durante su larga capitanía, el filósofo de Cervera convirtió el centro en sustrato donde fermentaron la reflexión, el debate, la creación artística y las músicas avanzadas. Y trajo a los mandarines del pensamiento cuyos 'tours' jamás pasaban por la ciudad (a no ser que los trajera el editor Jorge Herralde). Personalmente, admite el 'shock' que le produjo en el 2005 la visita del polaco Zygmunt Bauman. Pero también recuerda el aliento crítico del búlgaro Tzvetan Todorov, los 'riff' queer de Judith Butler y la retranca del historiador marxista británico Eric Hobsbawn, ya ancianito cuando subió a la tarima. "Es difícil elegir unos pocos –se queja–, aunque a algunos preferiría no haberlos conocido" (y no se refiere al malhumorado Lou Reed, cuyo trote por la casa le resultó "simpático").

Y en las municipales del 2011, CiU se impuso al PSC. Dos décadas después de pararle los pies al excitado Maragall, almorzó con Roger Bartra, recogió algunas cosas del despacho y se detuvo unos minutos en el Pati de les Dones. Dejaba el legado de un equipazo y una marca con reputación.

Estos son los 10 'greatest moments'

SÒNAR. 1994

Tras la resaca de los JJOO, el festival de música avanzada –big bang de la modernidad barcelonesa y anticipo de la conexión entre música y mutación digital– encontró acomodo diurno en el CCCB, donde se ofició la vertiente más experimental y de reunión. Con el tiempo, el Sònar se convertiría en la cita ineludible de los "públicos despiertos".


XCÈNTRIC. 2000

El Festival de Cinema Independent de Barcelona, que tocaría el cielo en el 2017 al inaugurar con una selección de cintas domésticas del José Val del Omar, acompañadas por el 'exflamenco' Niño de Elche, ha sido el espacio para el disfrute de un cine vanguardista, experimental y ensayístico que rara vez se cuela en los circuitos comerciales.


KOSMÒPOLIS. 2002

Un año antes de morir –y de convertirse en tótem–, el chileno Roberto Bolaño estrenó este festival que aspiraba a formar un canon mutante de la cultura escrita. Por él han desfilado Ryszard Kapuscinski (2002), Jostein Gaarder (2006), Tzvetan Todorov (2008), J.M. Coetzee (2009), Salman Rushdie (2015) o Karl Ove Knausgård (2017).


ZYGMUNT BAUMAN. 2004

La primera vez –de varias– que el pequeño, enérgico y gesticulante sociólogo polaco, fundador de la teoría de la modernidad líquida, desencadenaría una explosión sináptica en el auditorio. "Vigilemos porque [tras liquidar al judío y al enemigo de clase], el principal programa del siglo XXI no sea la liquidación del hombre", alertó.


HAMMERSHOI Y DREYER. 2007

Entre las 170 exposiciones ofrecidas, esta destaca no solo por ser un estimulante 'mix' de genio danés –el pintor Vilhelm Hammershøi y el cineasta Carl Theodor Dreyer–, sino también porque el diseño de la muestra se encargó al equipo Aranda Pigem Vilalta Arquitectes (RCR)– de Olot, que 10 años después ganaría el Pritzker.


LOU REED / LAURIE ANDERSON. 2008

Envejecido, con tripa y aire avinagrado, el autor de 'Walk on the wild side' no decepcionó en la presentación en Kosmòpolis del 'El Cuervo', libro recopilatorio de letras y textos inéditos. Con Laurie Anderson por videoconferencia, ofrecieron un recital poético que incluyó a Brossa, Espriu y Vinyoli. Murió cinco años después.


PAUL AUSTER. 2012

El escritor de Nueva Jersey lo petó en la presentación de su 'Diario de invierno', viaje literario al pasado que decidió emprender al notar las primeras alertas de la vejez. Unos 850 espectadores –hubo que habilitar una sala extra– rindieron culto a Auster e hicieron fila para conseguir un autógrafo. Probablemente el récord de Kosmòpolis.


'BIG BANG DATA'. 2014

Antes de que el 'algoritmo' de Google, Amazon y Facebook animaran charlas de café apocalípticas, el CCCB ya montó esta exposición que formulaba la pregunta: ¿son los datos el nuevo petróleo, una fuente de riqueza potencialmente infinita? Después de una atenta visita a la muestra, más de uno se negó a dar datos y aceptar 'cookies'.


ANGELA DAVIS. 2017

La archifamosa activista por los derechos civiles de los 60 y perseguida miembro de las Panteras Negras aterrizó ocho días después del 1-O. No solo rugió que "el feminismo será antirracista o no será" sin que le pesaran sus 73 años y una férula en el pie, sino que se mostró dispuesta a tocar el asunto catalán, y hasta a mojarse.


JUDITH BUTLER. 2018

Sí, la paladín del queer, la teórica de la performatividad del género, ya había conferenciado en el CCCB antes –2008, 2010, 2015–, pero esta vez jugaba un doble muy amistoso con su admirada filósofa Fina Birulés y en el marco de 'Ciutat Oberta. Biennal del Pensament', la 'rave' de las ideas a la que peregrinaron 12.000 personas.