Estreno de 'Tres idénticos desconocidos': Separados al nacer

Vivieron como extraños hasta que, a los 19 años y por casualidad, descubrieron que eran trillizos dados en adopción a distintas familias estadounidenses. Ahora, casi cuatro décadas más tarde, un documental rescata su historia

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Nando Salvà

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En cuanto Bobby Shafran llegó al Sullivan County Community College en septiembre de 1980 para iniciar sus estudios universitarios, en el campus todos se comportaban como si ya le conocieran. La gente que se cruzaba lo saludaba efusivamente, chocaban manos con él, hasta lo abrazaban. Las chicas lo besaban, en la boca. Él no entendía nada, sobre todo porque algunas de esas personas lo llamaban «Eddy». Al rato un estudiante, Michael, se le acercó. «¿Eres adoptado?», le preguntó. Sí. Lo era. «¿Naciste el 12 de julio de 1961?». En efecto, contestó Bobby.

Michael no podía creerlo: aquel tipo era una copia de su amigo, que había dejado la universidad al final del semestre anterior. «¡Tienes un hermano gemelo!», exclamó. Tras una llamada telefónica y un viaje en coche durante la noche, Bobby se encontró frente a Eddy Galland, el hermano de quien lo separaron al nacer y del que nunca había sabido nada. Su peripecia apareció en la portada del 'New York Post', desde donde llamó la atención de David Kellman, que estudiaba en otra universidad de Nueva York. Al ver aquellas dos caras tan asombrosamente parecidas a la suya, averiguó el número de teléfono del hogar de los Galland. «No vas a creer esto ...», fueron sus primeras palabras.

La historia, en efecto increíble, es rememorada en el magnífico documental 'Tres idénticos desconocidos', dirigido por Tim Wardie y que a lo largo de su metraje transita de lo jovial a lo trágico y ofrece a la vez intriga detectivesca y reflexiones científicas y filosóficas. A decir verdad, la mejor manera de experimentarlo es no sabiendo gran cosa de antemano acerca de lo que cuenta; si usted planea ir al cine en los próximos días, pues, quizá quiera dejar de leer ahora mismo.

Rodando con Madonna

Tras el descubrimiento, lógicamente, los padres de los chicos pidieron explicaciones a la agencia con la que habían tramitado la adopción, que por supuesto era la misma en los tres casos. Querían saber por qué unos trillizos habían sido separados en tres hogares distintos, y por qué nadie informó a ninguna de esas familias de que su hijo tenía dos hermanos. La respuesta que recibieron no fue satisfactoria; se les dijo que la mejor opción para el bienestar de los niños era repartirlos, porque nadie habría querido adoptar a tres niños de golpe.

Ajenos a esas hostilidades, los trillizos se convirtieron en celebridades de la noche a la mañana. Pasaron por todos los 'talk shows' de la televisión, en los que sedujeron por sus generosas sonrisas y su tendencia a acabar las frases los unos de los otros, y los paparazi dieron buena cuenta de su ajetreada vida nocturna. Incluso hicieron una aparición estelar en la comedia 'Buscando a Susan desesperadamente', protagonizada por Madonna. Aquello les encantaba; disfrutaban de la atención recibida, del espectáculo y de su compañía mutua.

En los 80,
eran unas
celebridades
que iban a
todos los
‘talk shows’
e incluso
abrieron un
restaurante

No tardó en quedar claro que las similitudes entre los tres no se limitaban al aspecto físico. Tenían el mismo cociente intelectual, y sus risas sonaban exactamente iguales. Todos ellos eran amantes de la comida italiana pese a haber crecido en familias judías, y fumaban la misma marca de tabaco. Los tres afirmaban haber perdido la virginidad a los 12 años, y compartían predilección por las mujeres mayores.

Es cierto que entre ellos también había diferencias; Bobby era callado y meditabundo, Eddy derrochaba calidez y generosidad, y David mostraba seguridad en sí mismo y don de gentes. Sin embargo, después de casi dos décadas de separación los vínculos sanguíneos se reafirmaron de inmediato. Los hermanos se fueron a vivir juntos a un apartamento en Manhattan, y poco después abrieron un restaurante –llamado, cómo no, Trillizos– que atraía a montones de turistas y que, con el tiempo, sería el desencadenante de su separación.

Los tres hermanos tenían otra cosa en común: todos ellos habían sufrido episodios de depresión a lo largo de sus vidas. En la película, Bobby recuerda que solía dar cabezazos contra la cuna cuando era un bebé, y David atribuye esos comportamientos a la ansiedad provocada por la separación. En la adolescencia, tanto él como Eddy pasaron temporadas en hospitales psiquiátricos, y Bobby estuvo envuelto en la muerte de una anciana durante un robo, en 1978.

Con el tiempo, el día a día del restaurante empezó a poner en evidencia desavenencias entre los trillizos, y Bobby decidió abandonar el negocio. La decisión fue un mazazo para Eddy, que daba una importancia desmedida a la relación con sus hermanos. Su obsesión llegó a ser tal que, cada vez que David y su esposa Janet cambiaban de casa, él se mudaba también para estar cerca de ellos. Fue precisamente Janet quien encontró el cuerpo sin vida de su cuñado, en junio de 1995.

Ratas de laboratorio

Dos meses después del suicidio de Eddy, el periodista neoyorquino Lawrence Wright publicó un artículo en el que desvelaba un estudio secreto emprendido a principios de los 60 por el psicólogo Peter Neubauer, un judío austriaco que había huido del Holocausto. Al parecer, los trillizos se encontraban entre un grupo más numeroso de hermanos múltiples neoyorquinos que habían sido separados los unos de los otros sin informar ni a los padres biológicos ni a las familias adoptivas. «Fuimos tratados como ratas de laboratorio», lamenta Bobby en el documental. 

Una investigación
periodística
dedujo que la
separación de
los hermanos
formaba parte
de un experimento

Sobre el papel, el objetivo del experimento era encontrar argumentos determinantes con los que contestar uno de los grandes interrogantes en el mundo de la psicología: ¿está la conducta humana predeterminada por la genética o es moldeada por el entorno? Eso explica que cada hermano se hubiera criado en un estrato social diferente al de los otros dos: si Bobby creció en una familia de clase alta y Eddy en una de clase media, los padres de David eran humildes trabajadores. Y explica también que, a lo largo de su infancia, recibieran visitas periódicas de examinadores que los observaban y tomaban notas. Mientras cuenta todo eso, 'Tres idénticos desconocidos' plantea interrogantes sobre el papel de la ética en la investigación científica; y para ello sitúa el estudio de Neubauer en su justo contexto: los años 60, un tiempo de auge para la psicología durante el que se emprendieron otros ensayos perturbadores como el 'Experimento Milgram' o el 'Experimento de la Prisión Stanford'. Cada uno de ellos merece su propio artículo.

Estudio secreto

Cuando el artículo de Wright salió a la luz, la prensa intentó hablar con Neubauer; él se negó a hablar de sus métodos y sus conclusiones porque, aseguró, los resultados iban a ser publicados tarde o temprano. Pero nunca vieron la luz y, tras la muerte del doctor en el 2008, fueron depositados en los archivos de la universidad de Yale, y el acceso a ellos está restringido desde entonces y hasta 2065. Mientras tanto, según afirma en una de las revelaciones más impactantes de la película uno de quienes en su día fueron asistentes de Neubauer, al menos cuatro de las personas que participaron como cobayas en el estudio siguen actualmente sin saber que tienen uno o varios hermanos gemelos. 

¿Son los trillizos producto del ADN o de las circunstancias? Al final de 'Tres idénticos desconocidos', por primera vez durante su metraje, Bobby y David se sientan juntos frente a la cámara, y la imagen ilustra a la perfección las limitaciones de la genética. A los 19 años eran indistinguibles; a los 57, un simple vistazo basta para diferenciarlos. A estas alturas, la mayor similitud entre ambos es la rabia que los reconcome.