Cristina Pedroche: de profesión, sus campanadas

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Ramón de España

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Todo parece indicar que los tres temas que más preocupan a los españoles son el paro, el 'procés' y los atuendos de Cristina Pedroche para presentar las campanadas de fin de año en Antena 3. No necesariamente en ese orden. Es más, yo diría que los dos primeros palidecen ante el tercero. Clausurados los posados en bikini de Ana Obregón –sin los cuales no se daba por iniciado el período estival–, las elucubraciones sobre lo que llevará puesto Cristina Pedroche Navas (Madrid, 1988) en Nochevieja se han convertido en el momento de mayor morbo colectivo de la nación.

Lamentablemente, el proceso cuenta con una víctima muy conspicua: el pobre Ramón García, del que nadie parece acordarse. Yo le echo de menos, francamente, pues durante un montón de años, la aparición de Ramontxu para las campanadas era de las pocas cosas fiables de este país. Ramón parecía eterno y cada año se mostraba igual a sí mismo: esa campechanía vasca, esa capa española de Casa Seseña, esa expresión orgullosamente cazurra, esa seguridad de que el año no empezaba hasta que él no lo decía...

Con las burradas de Voz sobre el presupuesto para combatir la
violencia de género, la indignación
de las feministas durará poco

Pero todo eso se ha evaporado como lágrimas en la lluvia y ahora las campanadas de fin de año son propiedad de Pedroche. Vale, siguen teniendo más audiencia las de TVE, pero eso es fruto de la rutina y la nostalgia por la ausencia de Ramontxu: queda mucha gente en España que si no se come las uvas con la Primera es como si el año nuevo no empezara.

La elección de Josie

Hay que reconocer que Cristina se esmera cada año con el modelito de Nochevieja, que consiste, como todos sabemos, en diferentes variedades de la desnudez. Cuenta con la ayuda del gran Josie, estilista superlativo que la primera vez que lo ves no sabes si es real o un actor interpretando un papel escrito por un guionista homófobo. Más o menos, lo mismo que pasaba al principio con Pablo Iglesias, cuando salía en las tertulias de Intereconomía y no sabías si podía existir alguien tan rancio o si se trataba del fruto del ingenio de un escritor de extrema derecha.

Para el 'outfit' de este año –un biquini de flores–, Josie recurrió a Yves Saint-Laurent, pero no al modelito que lució en 1999 Laetitia Casta, sino al muy similar de 1967, que le tocó a la por aquel entonces top model alternativa Twiggy. Así se lo ha hecho saber Josie, con displicente suficiencia, a quienes le afean el refrito, gente sin memoria estética y sin el menor conocimiento de lo que se cocía en el Swinging London. Previamente, Cristina había publicado una foto suya en bolas; es decir, cubierta con bolas de árbol de Navidad, para que se viese que conserva su sentido del humor vallecano.

La doctrina Ratajkowski

Como de costumbre, a la pobre me la han vuelto a poner verde: que si florero, que si mujer objeto, que si calientabraguetas, que si vergüenza del género femenino… Las chorradas de siempre, pues todos sabemos que, según la doctrina Ratajkowski, ir medio en pelotas es lo más feminista y empoderador que imaginarse pueda.

Nunca falta quien sugiere que el próximo año Cristina salga de esmoquin y Chicote se ponga el sucinto vestidito de turno. De momento, hay que conformarse con las aterradoras fotografías del marido de la estrella, el cocinero David (o DabizMuñoz, luciendo los modelitos de la parienta, motivo suficiente para que esta lo plante y lo deje a solas con sus sofritos.

Afortunadamente, la indignación feminista dura unos pocos días, sobre todo este año, con las burradas de Vox sobre el presupuesto para combatir la violencia de género en Andalucía, que según ellos es un despilfarro que, además, margina a los hombres. Y, como de costumbre, nadie se hace la pregunta fundamental en este caso: ¿a qué se dedica realmente Cristina Pedroche? Como cuando Pere Portabella celebraba su célebre suquet y todos nos preguntábamos qué hacía el resto del año, también hay quien no sabe a qué se dedica Cristina cuando no está en la Puerta del Sol pasando frío.

La vecinita de enfrente

Yo se lo cuento: está de tertuliana en el programa Zapeando desde 2104; previamente, hizo sus pinitos de actriz en series como 'Aída', 'Águila Roja' o 'La que se avecina', y en 2018 le cayó un papel secundario en la película de Santiago Segura 'Sin rodeos'. Aparte de eso, viaja mucho, cuelga constantemente fotos suyas en Twitter e Instagram (para alegría de sus más de un millón de seguidores), ejerce de icono feminista alternativo y, sobre todo, se dedica a ser muy simpática y a intentar caerle bien a todo el mundo: comparada con otras colegas del mundo de las 'celebrities', Cristina es encantadora e inofensiva, adecuándose perfectamente a ese concepto de la vecinita de enfrente que tan buenos resultados da cuando se aplica bien.

Consiste en mostrarse fresca, agradable y normal, como la vecina a la que le ha tocado la lotería, pero nadie la envidia ni le coge manía por su suerte. Cristina lo borda.