Eugenia Martínez de Irujo abre la fosa séptica

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Núria Navarro

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Eugenia, la menor de los seis hijos de la duquesa de Alba –y la única chica– cumplió el lunes 50 años y, pim pam, desveló que Jesús Aguirre, el cura rojo que encandiló a su madre cuando esta –capricho del destino– tenía 50, era un mal tipo. "Me llamó a su despacho –tenía yo 11 años – y dijo que si le pasaba algo a mi madre, que según él estaba enferma del corazón, cosa que era mentira, yo sería la culpable".

Así abrió la fosa séptica familiar en la yincana televisiva de Jesús Calleja que, a juzgar por sus logros –Blanca Suárez destapó que fue acosada cuando salía con Miguel Ángel SilvestreMercedes Milá habló de su depresión y enseñó el trasero; Ágatha Ruiz de la Prada dijo que había engañado a Pedro J.– debería estar patrocinada por Aero Red.

Lo cierto es que la óptica de la duquesa de Montoro coincide con la que vertió Manuel Vicent en 'Aguirre, el magnífico' (2011), un libro que publicó cuando la jefa de la Casa de Alba estaba viva y que la puso hecha un basilisco. "Es un personaje digno de la corte de los milagros de Valle-Inclán", escribió el valenciano. "Nunca conocí a un hombre tan apasionado e inteligente", le defendió Cayetana en una carta abierta.

La cama en disputa

Cuando el exjesuita desembarcó en la vida de los Alba, concretamente el 16 de marzo de 1978, cambió –a peor– la dinámica emocional de los hijos que aún seguían bajo el techo de Liria. "¿Mamá se va a casar con un sacerdote?", se sobresaltaron cuando aún no habían digerido la muerte del padre, Luis Martínez de Irujo. "Fernando y yo no lo vimos morir. Nos lo comunicaron una semana después –contó a este diario Cayetano Martínez de Irujo, el quinto de la prole–. Mi madre, hija única, era la emperatriz y tenía muchos quehaceres, pero mi padre tuvo hermanos y eso lo hacía más próximo. Era la única persona que me brindaba calor humano. Cuando murió, todo perdió su sentido".

Esta confesión puso de los nervios a la duquesa de Alba –me consta–, pero años después, en un acto promocional de Tous, firma para la que trabaja Eugenia, ella reconoció que quien le dio cariño fue "Nani Margarita", pero que al morir su padre –tenía 3 años– Cayetana consintió una mayor proximidad. "La noté muy unida a mí –confesó a EL PERIÓDICO–. Yo lo comparo un poco a cuando me separé, ¿no? Llenas ese vacío que sientes con tu hija. En ese periodo mi madre y yo dormimos juntas y a mí me hacía una ilusión tremenda".

Aguirre acabó con esa práctica, y muchas otras. Y su sombra se proyectó durante 20 años. Los hijos mayores no la sufrieron. Y los menores encararon la situación de maneras distintas. "Jacobo ha sido el rebelde pasivo, y yo, el rebelde activo –afirmó a este diario Cayetano–. Él salió por la puerta de atrás (...), y en mi caso mi cobijo fueron las mujeres, que me han querido y apoyado". Pero Eugenia, que se comió el padrastro de cabo a rabo, salió con unas locas ansias de libertad. "En ciertas cosas me identifico con la Cayetana que pintó Goya –me explicó–. Era muy de amistades bohemias, como yo. ¡Me moriría en una reunión de banqueros o empresarios! No me gustan las normas. Procuro hacer siempre lo que quiero".

Rivera y otros ‘hits’

Lo ha demostrado. Seguramente es la más suelta de los Alba. Encarnó el mito de la aristócrata y el torero al enamorarse de Fran Rivera, hijo de Paquirri y Carmen Ordóñez, miembros del gotha del 'cuore'. Hasta su superboda en Sevilla, en 1998, con la corona de Eugenia de Montijo que acaba de repescar para un reportaje de 'Harper’s Bazaar', la duquesita experimentó lo que Audrey Hepburn en 'Vacaciones en Roma'. Emociones. "Una vez fui a ver a Fran, que estaba alojado en un hotel en Madrid –confesó a este diario–. Le dije: 'Cuando llegue, te llamo y bajas; estaré en el coche tal, de tal color'. Bajó, llegó al coche y, de repente, salieron unos dedos de dentro de una bolsa de deporte que golpeaban el cristal. ¡Era yo! Y me llevó al hotel en la bolsa de deporte. ¡Ser pequeñita fue mi salvación! ".

Tuvieron una hija, Tana, ahora mayor de edad. Y partieron peras. Según la versión del diestro durante la tramitación de la nulidad, aunque la separación se confirmó en el 2002, el matrimonio aguantó apenas año y medio. Entonces Eugenia se centró en su hija, y se vio fugazmente con el Litri, y tuvo escarceos con 'preppies' como Colate Vallejo-Nájera, Gonzalo Miró y Vicente Dalmau, y un visto y no visto con José Coronado.

También se convirtió en el báculo de su madre en el último tramo de su vida. Estuvo ahí cuando Cayetana pasó por el quirófano para implantarle una válvula en el cerebro. Estuvo ahí cuando el funcionario de la Seguridad Social Alfonso Díez Carabantes propició un sanedrín familiar para asegurar que los 3.000 millones de euros en juego no fueran a parar a su bolsillo.

Eivissa y Las Vegas

Tras la muerte de la matriarca, en el reparto de la herencia le tocó la casa de Punta Galera, una finca de Eivissa bautizada como S'Aufabaguera. Muy 'boho chic', como ella. Y el año pasado se casó en Las Vegas con Narcís Rebollo, fundador de Vale Music –discográfica que dio cancha a los primeros trinos de 'Operación Triunfo'– y hoy presidente de Universal Music para España y Portugal.

A diferencia del hijo de Paquirri, escarmentado del modelo 'mundo por montera' de Carmina y ahíto de esposa discreta y casera, Rebollo entiende sus extravangancias (a principios del 2000 él mismo se paseaba en un Mercedes con tapicería 'animal print' y tele engarzada en el salpicadero). Así que le pareció ideal casarse con Eugenia hace un año en la Little White Chapel, ella disfrazada de Marilyn, él de Elvis; o que la duquesa tuviera un cerdo vietnamita como animal de compañía–, o haga un cameo en la serie de Paco León 'Arde Madrid' o celebre su cumple en la bañera y cuelgue su 'nude party' en Instagram. Todo, en las antípodas de lo jesuítico.