Las chicas también son 'skaters'

La directora Crystal Moselle lleva al cine, convertida en un híbrido entre drama y documental, la vida de un grupo de muchachas que practican 'skateboard' en Brooklyn

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Juan Manuel Freire

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Crystal Moselle no imagina películas, se las encuentra por la calle. Hace unos años, la hasta entonces directora de anuncios y cortos iba paseando por el Lower East Side neoyorquino cuando se cruzó con seis jóvenes vestidos como los gánsters de 'Reservoir dogs'. ¿Pero qué diablos? Tras hablar con ellos, descubrió que eran hermanos y habían sido criados en casi completo aislamiento; su única ventana al mundo fueron las películas. Contó su gran historia en el documental 'The wolfpack', gran premio del jurado en Sundance.

Otro día, Moselle iba en la línea G del metro, saliendo de Brooklyn, cuando se quedó fascinada por la conversación entre dos chicas 'skaters'. Allí mismo les preguntó si querían hacer una película con ella. "Siempre me he dejado inspirar por gente a la que conozco casualmente", nos explica la directora en conversación telefónica. "Lo que más me llamó la atención de aquellas dos chicas era que patinaran. Crecí con muchos 'skaters' a mi alrededor, pero todos eran chicos". De la "química instantánea" con Nina Moran y Rachelle Vinberg nació 'Skate kitchen', híbrido de ficción y documental en torno al (verdadero) colectivo de chicas 'skaters' que da título al filme. El lunes, día 19, llega a Movistar+, en Movistar CineDoc&Roll (22.00 h.) y bajo demanda.

Su propia historia

¿Qué tienen en común los chicos de 'The wolfpack' y las chicas de 'Skate kitchen'? ¿Qué clase de personajes interesan a Moselle? "Me atrae la gente con su propia perspectiva de las cosas –explica–, que sabe crear su propia historia. Y que se apasiona con aquello que les interesa". En el caso de los hermanos Angulo, la pasión era el cine: recreaban escena-por-escena sus películas favoritas. En el caso de Nina, Rachelle y el resto del colectivo, es el monopatín, plataforma a un modo de vida ajeno al 'statu quo'.

Desde el principio, dice Moselle, "las chicas vieron con buenos ojos la idea de hacer una película". Su colectivo es inclusivo: a las chicas que se quedan mirando, se les ofrece una tabla y se les enseña unos movimientos. Una película serviría, quizá, para inspirar a las chicas que sueñan con patinar en cualquier otro lugar del mundo. "Es lo mejor que podría pasar con la película, desde luego. Que inspirase a las chicas. Y a los chicos".

No, no hay rencor con el otro género, aunque el nombre 'Skate kitchen' se originara como alusión irónica a los comentarios que algunos dejaban a Moran y Vinberg en los vídeos de exhibición que colgaban en Youtube: frases sexistas en la línea de "¡Hey, debería volver a la cocina!".

Organismo vivo

Al parecer, las componentes de 'Skate kitchen' se entregaron a la película con generosidad y confianza; se 'engorilaron' con el tema, por usar argot 'skater'. "Yo tenía ganas de colaborar", dice Moselle. "Por suerte, ellas también". Sus personajes son versiones revisadas de sí mismas: de la muy directa y hippy Nina, de la más taciturna Rachelle, de la videógrafa Kabrina 'Moonbear' Adams, de las encantadoras gemelas Brenn y Jules Lorenzo… Las cosas que les pasan son, así es, cosas que les han pasado a ellas. En cierto modo.

"Pasé mucho tiempo con ellas dando vueltas por ahí. Me fijaba en historias que contaban y tomaba notas, para después, quizás, dar forma a un argumento con las anécdotas. Hay escenas muy escritas y otras muy improvisadas, en las que solo les daba un boceto de situación". Por momentos, como esa escena en torno al uso de los tampones, el espectador puede tener la sensación de estar metido en una reunión entre amigas que no debería estar presenciando. La intimidad es radical.

'Skate kitchen' es antes un organismo vivo, una colección de momentos capturados en el tiempo, que una película dramática tradicional. Pero existe una historia. Rachelle es Camille, una chica de Long Island que parece encontrar su lugar en el mundo en una 'crew skater' de chicas. Todo se complica cuando empieza a sentir cosas por un chico (Jaden Smith, el gran hijo de Will) al que, por desgracia, ya había querido una amiga del grupo. Habrá lágrimas.