Pedro Horrach: "Había un clamor por azotar a la infanta en mitad de la plaza"

El fiscal que envió a la cárcel a Urdangarin cree que el 'caso Nóos' estuvo contaminado por el ambiente social y mediático partidario de encausar a Cristina.

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zentauroepp43718265 madrid 12 06 2018 icult entrevista al fiscal pedro horrach 180613201511 / David Castro

Juan Fernández

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Héroe para unos por haber sentado en el banquillo a figuras intocables de la vida pública española como el expresidente del Govern balear Jaume Matas, o el cuñado del Rey, Iñaki Urdangarin; y villano para otros, por haber defendido a capa y espada la inocencia de la infanta Cristina en el juicio del <strong>'caso Nóos'</strong> en contra del criterio del juez –y de calle–, el exfiscal Pedro Horrach (Sa Pobla, Mallorca, 1966) transmite en persona las sensaciones del personaje secundario que es llevado a rastras al centro de la escena.

Tímido y esquivo, casi a la defensiva, ni disimula su incomodidad al hablar de sí mismo ni esconde la herida por la que hoy sigue supurando el dolor que le causó leer y oír todo lo que se dijo de él: pelele, cortesano, corrupto, títere de la Casa Real…

El destino ha querido que el lanzamiento del libro Horrach 'El fiscal que puso en jaque a la corrupción' (Península), en el que la periodista Ana Martínez Aguirre pone voz a su testimonio, coincidiera en el tiempo con la sentencia del Tribunal Supremo que, a grandes rasgos, le da la razón al mantener la pena de cárcel para Urdangarin. Debería estar contento, pero de la boca no se le va el sabor amargo por un caso judicial que le ha acabado cambiando la vida.

¿Qué ha sentido al conocer la sentencia del Supremo?

Satisfacción, aunque incompleta. Me ha alegrado saber que la postura que mantuve en la instrucción y el juicio ha sido ratificada, pero la fiscalía pedía más años de cárcel para los acusados. En ese sentido, la alegría es tan solo a medias. También me siento aliviado al ver cerrado, al fin, un caso que empezó hace ocho años.

¿Recuerda ese día? ¿Qué pensó cuando, instruyendo el 'caso Palma Arena', dio con los nombres de Urdangarin y la infanta Cristina?

Vi clara su participación cuando registramos la sede de la entidad en Barcelona e incautamos documentación comprometedora para él. Cuando tomé declaración a [Diego] Torres en la sede judicial de Via Laietana y le pregunté por la implicación de su socio en el desvío del dinero, se negó a contestar. Decía que tenía que consultarlo antes.

"No fui consciente de la repercusión
mediática y social que iba a tener mi decisión"

Y de pronto, se dice a sí mismo: "Estoy a un paso de empapelar al yerno del Rey". Poca broma.

Era evidente, todos los indicios apuntaban a él. Honestamente, en aquel momento no fui consciente de la repercusión mediática y social que iba a tener aquella decisión. Había pasado ya por muchos casos con cierta trascendencia local y pensaba que esta vez ocurriría lo mismo. Pronto vi la que me venía encima, y ahí sí pensé: "¡Dónde me he metido!".

Cuando piensa en el 'caso Nóos', ¿qué sensaciones tiene?

Agridulces. Estoy contento por el trabajo realizado, pero no puedo olvidar todo lo que he pasado en estos años. En los medios de comunicación y la opinión pública se instaló un prejuicio según el cual yo era el malo de la película por no querer imputar a la infanta. La consecuencia fue una crítica feroz de mi desempeño profesional. Mi independencia se puso en duda.

¿Cómo lo llevó?

Me dolió mucho, porque fueron años de ataques constantes. No era plato de gusto oír a diario teorías confabulatorias que me situaban al servicio del Gobierno y la Casa Real, ni escuchar que era una marioneta en manos del Rey o del ministro de turno. Cualquier argumento que daba para defenderme se lo llevaba el viento. Estuve demasiado expuesto y, al final, el arañazo lo acabas sintiendo.

"Me situaban al servicio del Gobierno y la Casa Real, y cualquier argumento para defenderme se lo llevaba el viento"

¿Comprende la sorpresa, y también la estupefacción, de mucha gente al verle defender con tanto ahínco la inocencia de la infanta Cristina? Hasta ahora creíamos que el fiscal se dedicaba a acusar, no a defender.

La misión de los fiscales no consiste en acusar, específicamente, sino en defender la legalidad y los derechos de los ciudadanos. Acusamos, o no, en función de los hechos incriminatorios que encontramos, pero en el 'caso Nóos' hubo una instrucción a la carta. El juez solo tomó en consideración las pruebas que podían incriminar a Cristina de Borbón y rechazó las que probaban su inocencia. Por eso reaccioné así.

¿Habría actuado igual si no se hubiese tratado de la hija del Rey?

Exactamente igual, porque ya lo hice antes en otros casos, aunque sin tanta trascendencia. Los fiscales vemos a diario situaciones procesales como esta, y no hay ni una esposa ni un marido que, por ser socia o socio de la empresa de su pareja, haya sido acusado de delito fiscal. Aparecen como administradores, pero son figuras formales, puros floreros. Sin ir más lejos, el 'caso Palau'. Las esposas de los acusados eran las administradoras de las entidades usadas para desviar el dinero. ¿Usted ha visto a alguna de ellas sentada en el banquillo?

¿Era necesario poner tanto énfasis en la defensa de la infanta?

Reconozco que mi reacción fue pasional, pero yo soy así, siempre pongo mucha pasión en mi trabajo. En esta ocasión, me indigné cuando vi que la investigación se estaba viendo condicionada por los prejuicios que se habían instalado en el juez instructor.

¿Un juez con prejuicios? ¿Acusa a José Castro de prevaricar?

No, yo no he usado esa palabra. Solo digo que el ambiente favorable a la incriminación de Cristina de Borbón influyó en él, no me cabe la menor duda. No nos engañemos: en la calle había un clamor por ver a la infanta azotada en mitad de la plaza. Ir a favor del viento mediático y apuntarse a carro es muy fácil

¿Cómo ha sido su relación con la Fiscalía General del Estado en estos años?

No ha sido mala, pero sí escasa. Solo mantenía contacto con el fiscal jefe de Anticorrupción. A Eduardo Torres Dulce siempre le agradeceré la defensa que hizo de mi posición. La Fiscalía debería ser una institución más fuerte y tener una presencia en los medios más clara. Así evitaríamos que ciertos casos se personalizaran, como me ocurrió a mí.

"No he estado en Zarzuela en mi vida. Pilar Urbano me preguntó sobre una reunión con el Rey y le dije que no sabía de qué hablaba"

¿Existió un pacto para salvar a la infanta?

A mí me han hablado de reuniones en Zarzuela. Si las hubo, yo nunca tuve conocimiento. Quien diga lo contrario, que aporte una prueba. Es muy fácil lanzar una teoría conspiratoria al aire, pero luego preguntas quién, cuándo y dónde, y nadie da datos.

Pilar Urbano dijo el otro día en televisión que esa reunión existió y usted estuvo implicado en ella.

Yo no he estado en Zarzuela en mi vida. Pilar Urbano me lo preguntó y le dije que no sabía de qué hablaba. Le pedí pruebas que me relacionaran con esa reunión, si es que la hubo, y no me dio ninguna. Reuniones, llamadas, encargos secretos… Todo son especulaciones al viento, pero sin pruebas.

¿Se ha planteado querellarse con Urbano o con quienes sostienen que usted ha confabulado para salvar a la infanta?

Podría haber interpuesto decenas de querellas, porque me han llamado corrupto en infinidad de medios, y de hecho me lo planteé en alguna ocasión. Pero ¿de qué me iba a servir si les ampara el derecho a la libertad de expresión y el secreto profesional para no revelar sus fuentes? Así resulta imposible defenderte.

¿Qué percepción tiene usted de la Corona?

Es la institución que tenemos y como tal hay que respetarla, pero me parece anacrónica y llamada a desaparecer. De hecho, ha ido desapareciendo en multitud de países y en algún momento también lo hará en el nuestro. ¿Cuándo? No lo sé.

"Debería limitarse
la inviolabilidad del Rey y que ciertos delitos no estuvieran protegidos"

¿Qué le parece la inviolabilidad de la que goza la figura del Rey?

Una cierta inviolabilidad está justificada para proteger al jefe del Estado de denuncias absurdas que pudieran poner en duda la institución, pero esto no puede convertirse en un caparazón que dé impunidad a todos sus actos. Debería limitarse y que ciertos delitos no estuvieran protegidos. Los de tipo económico, por ejemplo, y otros más graves, como el homicidio o el asesinato. Cuesta entender que la inviolabilidad los ampare.

Hace un año solicitó dejar la fiscalía. ¿Por qué lo hizo?

Llevaba ya muchos años como fiscal y en Anticorrupción, y deseaba hacer un cambio de ciclo. Es algo que ya tenía pensado, pero no le negaré que lo que he vivido en los últimos años ha influido en mi decisión. El 'caso Nóos' me ha cambiado la vida.

¿Cómo es su relación actual con el juez Castro?

Inexistente. De tener una relación muy próxima, hemos pasado a no tener nada. Esto también se lo ha cargado el 'caso Nóos'.