AINHOA, 38 años.Trabajadora social

«¿Berberechos? Como mucho, en Navidad»

Ainhoa mira desde la ventana del comedor de su casa, propiedad de un fondo buitre.

Ainhoa mira desde la ventana del comedor de su casa, propiedad de un fondo buitre. / ARIANNA GIMÉNEZ BELTRÁN

GERARDO SANTOS

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Ainhoa y su pareja, Juanjo, viven en el piso de este último, propiedad del fondo buitre BlackstoneMartí, el hijo de él, pasa con ellos el fin de semana cada 15 días. Ainhoa tiene una hija, Rocío (o Ro, como le llaman en casa), de 5 años. La niña aporrea un tambor de juguete, pero Ainhoa le dice que lo deje en su sitio, que ese es «el tambor de las manis». Tanto ella como Juanjo son miembros de la PAH. A Ainhoa la desahuciaron de su piso, propiedad de Catalunya Caixa, en 2011. Desde entonces ha perdido unos 40 kilos.

Cuando el padre de Ro las dejó, Ainhoa cobraba 600 euros de paro y pagaba 900 de hipoteca, su recuerdo de aquellos meses es el de comer pan mojado en agua o leche: «No me llegaba para darle los 200 gramos de papilla a la niña, muchas veces me quedaba en 170; así que Ro tomó pecho hasta los tres años». Entonces la familia, cómo no, salió al rescate. Ainhoa comenta que para que su hija comiese, robar alguna papilla en el supermercado estaba contemplado: «Hasta que entré en la PAH me sentía culpable, un estorbo para la sociedad».

Ahora es feliz con su empleo de trabajadora familiar en una cooperativa y disfruta con Ro, que dice que prefiere ser una bruja que una princesita. Ainhoa asegura que después de todo lo que ha pasado, se aprende a comprar de otra manera: «Nada de marca, no tengo despensa, no se acumula comida en casa, la fruta y la verdura las compro el sábado. Al final de la semana bajan los precios antes de que la comida se les eche a perder. Y, ¿berberechos? Como mucho en Navidad».