Concha Velasco: la artista total

La Premio Nacional de Teatro 2016 no tiene el aura de las divas, pero su versatilidad le aseguró hace tiempo la confianza del espectador.

La artista total_MEDIA_1

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JUAN FERNÁNDEZ

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En su libro de memorias -'El éxito se paga', publicado hace dos años-, Concha Velasco relataba el encuentro que a mediados de los años 50 convirtió a la adolescente de provincias encandilada con las candilejas de los teatros que ella era en ese momento, en la profesional del espectáculo que sería después. Tras debutar como bailarina en el cuerpo de baile de la Ópera de A Coruña y hacer sus primeros pinitos flamencos en la compañía de Manolo Caracol, se presentó ante Celia Gámez suspirando por formar parte de su revista. Nada más verla, la reina del cuplé le pidió que se subiera la falda, y a continuación exclamó: «Estás contratada. Con esas piernas llegarás donde tú quieras».

Aunque durante unos años ejerció de 'pin-up' local y animó con más coquetería que destape la libido de una generación y pico de españoles, no fueron las piernas las que llevaron a Concha Velasco a donde quería -por si quedaban dudas, lo convirtió en canción y lema vital: la chica quería ser artista- sino más bien su tesón, su voluntad de trabajo y su versatilidad para brillar a gran altura en cualquier papel, género o formato que le propusieran. Modesta como una primeriza, Velasco decía hace poco en una entrevista que la siguieron contratando porque era muy puntual en los rodajes y siempre se sabía el guion a la perfección. La actriz pasaba por alto que despertadores para llegar a tiempo a los sitios y loros para repetir frases hay muchos, pero una capacidad como la suya para dar lustre a cualquier misión que le encomienden bajo los focos no se ve todos los días.

MÁS DE 60 AÑOS DE TABLAS

En ámbitos deportivos ha prosperado la expresión fútbol total para definir a los equipos que bordan el juego en todas las zonas del campo y se muestran tan rocosos en defensa como vertiginosos atacando o dominadores en el centro. Para casos como el de Concha Velasco habría que acuñar la etiqueta de artista total, pues lleva más de 60 años, desde que debutó con apenas 16 años en la película 'La reina mora' (1955), ejecutando con impecable solvencia todo tipo de personajes y registros. Lo mismo enamoró como chica ye-yé en las españoladas de los años 60 y 70 junto a Tony Leblanc y Manolo Escobar que aportó rigor y dramatismo a clásicos del cine nacional como La colmena (1982). Valió tanto para dignificar funciones ligeras y olvidables en los escenarios como para dar empaque a los textos teatrales más exigentes, e incluso a los musicales. No en vano, ella se metió en esto para ser bailarina.

Al final, el mayor capital del intérprete no es la credibilidad, sino la confianza ganada en el ojo del espectador, y Concha Velasco lleva muchas décadas disfrutando de un permiso poco usual para colarse en los hogares españoles y conseguir que la acepten de igual forma como la resurrección televisiva de Teresa de Jesús (1983) que como la encarnación del mal en el clan de 'Herederos', la serie donde daba vida a la retorcida Carmen Orozco en 2007. Tan eficaz presentando 'Sorpresa, sorpresa' como animando 'Cine de barrio', la vallisoletana alcanzó hace mucho tiempo el estatus de artista en quien el espectador puede confiar porque siente que está en buenas manos.

MAGNETISMO

Ahora, el Ministerio de Cultura le ha concedido el premio Nacional de Teatro por sus últimas interpretaciones dramáticas pero ese galardón se le queda pequeño; a ella le iría mejor el de gran señora del espectáculo. Lo llamativo de Concha Velasco es que su tesoro no se esconde en el aura deslumbrante de las divas, sino en un magnetismo mucho más familiar y cercano, y que tiene que ver con la transparencia con que siempre se ha mostrado fuera de los escenarios.

Nunca le importó definir su rutilante carrera profesional como el reverso de una vida personal llena de carencias y sufrimientos. De todos dio cuenta abiertamente y a las claras, fueran estos económicos, como la ruina a la que la abocaron los fracasos empresariales de su exmarido, el actor y productor Paco Marsó, o afectivos: que este aireara sus infidelidades en revistas y programas de la tele no resultó un plato de gusto para la actriz, pero supo tragarse ese sapo sin que su dignidad quedara dañada.

DE "LOS DE LA CEJA"

Confesa «mujer de izquierdas», no dudó en ponerse al frente del grupo de artistas que dio la cara por Zapatero, aun a riesgo de que se la partieran en según qué ámbitos. Su último gran papel ha sido el de enferma de linfoma, pero al cáncer también lo ha afrontado -y vencido- de frente y sin disimulos. Ya no vive en la lujosa La Moraleja, donde residió en los años de vino y rosas, sino en un piso del extrarradio madrileño, cerca de su hermano y su hijo. Pero si un fan suyo de la década de los 70 despertara hoy después de haber pasado 40 años dormido, encendería la tele y miraría la cartelera teatral y descubriría que Concha Velasco sigue ahí.