En nombre de Marcheline

Angelina Jolie -protagonista reciente de la noticia bomba (atómica) del cuché: su divorcio de Brad Pitt- ha hecho de su vida un calco de la de su madre.

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TERESA CENDRÓS

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Descompuesta por la muerte de su madre, Angelina Jolie le dedicó este bonito piropo filial: «Fue la mujer más maravillosa y un fantástico modelo de conducta para mí». Marcheline Bertrand perdió la batalla contra el cáncer de ovario hace nueve años, a los 56. Y las palabras de su hija no eran únicamente palabras. La protagonista de 'Inocencia interrumpida' se ha reflejado en el espejo materno desde que su padre, Jon Voight, desapareció del mapa y su familia quedó reducida a la autora de sus días, su querido hermano James, dos años mayor, y ella, que apenas tenía cinco.

Rara es la entrevista de las muchas que ha concedido durante su carrera en la que Jolie no hable de su madre. «No tuvo su propia carrera, su propia vida, sus propias experiencias; todo era para nosotros», recuerda en una de ellas. «Nunca seré tan buena madre como ella», asegura en otra.

Por lo que se ve, los genes Bertrand-Gouwens (apellidos de los abuelos, que regentaban una bolera en el Illinois profundo) son tenaces. Para lo bueno, la belleza -Angelina es el fiel retrato de su madre-, y para lo malo, la altísima probabilidad de contraer cáncer -una enfermedad que antes que a Marcheline se llevó a su abuela Lois, a la que ella ni siquiera conoció, y, hace tres años, a su tía Debbie-, lo que la determinó a extirparse los senos y los ovarios como medida profiláctica.

DEPRESIVA Y BEBEDOR

La tendencia a la depresión y a la melancolía de Jolie -que Voight describió en una etapa de alta tensión entre ambos como «graves problemas emocionales»- también fue un rasgo característico de su madre, a la que homenajeó, el pasado año, en su última película como directora, 'Frente al mar'. El filme -que pasó sin pena ni gloria- relata premonitoriamente el triste declive de una pareja: depresiva, ella; bebedor, él. Y, ya ven, el apego de Brad Pitt a la botella está, precisamente, detrás de una de las «diferencias irreconciliables» que el entorno de la actriz ha señalado como causa de la ruptura.

Angelina vivió una adolescencia rebelde, como Marcheline, que, siendo casi una niña, se fugó a Hollywood persiguiendo el sueño de convertirse en una estrella de cine. Allí conoció al protagonista de 'Cowboy de medianoche', un guaperas con mucho porvenir, y, a los 21 años, pasó por la vicaría con él. Jolie también se casó con 21 por primera vez y también lo hizo con un actor, Jonny Lee Miller (el Sherlock Holmes de la serie 'Elementary'). Antes, a los 16, se había escapado con su novio de entonces, había coqueteado con las drogas, se había tatuado prácticamente toda la piel del cuerpo, había sido una de las primeras 'stars' en declarar su amor por una mujer (Jenny Shimizu) y hasta infligido autoheridas. «El ritual de haberme cortado y sentir el dolor tal vez me hacía vivir la sensación de algún tipo de liberación», se sinceró años después.

LA PROLE

Ese primer matrimonio duró tres años, los mismos que el segundo, con Billy Bob Thornton. Los hijos llegaron, sí, pero de lejanas tierras. Siguiendo la moda iniciada muchos años atrás por Mia Farrow, adoptó a niños de países necesitados. Primero Maddox, camboyano, y, más tarde, Pax, vietnamita, y Zahara, etíope. Por esa época sintió la llamada de la solidaridad y comenzó a volar a focos de conficto en su 'jet' privado para socorrer a las víctimas. Marcheline, años antes, ya había creado la Fundación Todas las Tribus, de apoyo a los pueblo indígenas. «El amor que siento por los niños, mis valores, mis preocupaciones por lo que sucede en el mundo, todo me viene de mi madre», confesó Angelina tras enterrarla.

Con Pitt, engendró a tres retoños: Shiloh y los gemelos Knox y Vivienne. A esta última le puso Marcheline de segundo nombre, en memoria de su madre. Y, de nuevo, ella -o su idealizado recuerdo-, en el retrovisor: mimando a sus pequeños, jugando con ellos, acariciándolos..., como puede verse en un vídeo familiar colgado en Youtube y filmado durante unas vacaciones en Hawái en 1981.

Y, miren por dónde, su especial «amor» por sus hijos -como el que Marcheline sentía por los suyos-, ha acabado llevándose por delante la convivencia con su hasta hace muy poco perfecto marido. El supuesto «maltrato» de Pitt a los niños, nublado por la bebida, la ha decidido a alejarlo de sus vidas. Seguramente está convencida de que su madre hubiera hecho lo mismo.