BODA APÓSTATA

La exmonja da el 'sí' al expapa Gregorio

Ginés Jesús Fernández y Nieves Triviño protagonizan una apócrifa versión de 'El Pájaro Espino'. Hoy festejan una boda, oficiada el viernes, sin olvidar a los amigos y fieles que quedaron en El Palmar de Troya, a quienes quieren «abrir los ojos».

Ginés Jesús Fernández, como Papa, y Nieves Triviño en la portada de 'Interviú'.

Ginés Jesús Fernández, como Papa, y Nieves Triviño en la portada de 'Interviú'.

JULIA CAMACHO

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«Vivir, vivir tranquilos y queriéndonos, porque a nuestra edad, esto es ya para siempre». Nieves Triviño lo tiene claro cuando se le pregunta por cómo imagina su vida a partir del lunes, ya convertida en la esposa del que hasta hace unos meses era conocido por los fieles de la Iglesia Cristiana Palmariana de la Santa Faz como Papa Gregorio XVIII. Y es que Ginés Jesús Fernández, su nombre civil, tenía un doble motivo para abandonar El Palmar de Troya: el amor por Nieves, exmonja de la orden, y la constatación de que tras los muros de esta pequeña pedanía a las afueras de Utrera (Sevilla) todo se sustentaba sobre mentiras, fraudes y abusos, según afirma ahora.

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Tanto Nieves (que el pasado lunes posó ligera de ropa en 'Interviú') como Ginés dicen estar «muy tranquilos» y no tener miedo porque «con la verdad se va a todas partes». Ni siquiera temen las acusaciones del sucesor de Fernández, el que fuera su secretario Joseph Odermatt (Pedro III), que le acusa de haberse llevado dinero. La boda que hoy festejan y que se ofició el viernes en el Sacromonte granadino pone fin a un romance iniciado casi en secreto hace unos meses y por casualidad, cuando Nieves logró su teléfono y contactó con el Sumo Pontífice para alertarle de que un grupo de antiguos frailes y fieles ya expulsados, medio en broma medio en serio, amenazaba con volver al Palmar y darle una paliza al Papa. «Me extrañó un odio tan bestial», explica, convencida de que lo que proponían «hubiera abierto una auténtica guerra». «Pero es que algunos de ellos querían hacérselo pagar a la orden como fuera, porque quedaron muy tocados psicológicamente». Por lo que le fueron contando a Triviño, a raíz de abusos de todo tipo, incluidos los sexuales.

"CANSADA DE TANTO CASTIGO"

La alerta de Nieves, que dejó la orden con 23 años «cansada de tanto castigo», no hizo sino poner al Papa Gregorio XVIII en guardia ante unas irregularidades que ya intuía y empezaba a constatar, como esas relaciones supuestamente prohibidas.

Con esa excusa, empezaron a hablar de forma continua. «Yo ya me habia fijado en él cuando era fraile y yo monja, pero jamás le había hablado, eran muy estrictos con eso». Las largas charlas telefónicas dieron paso a encuentros semiclandestinos, largas noches en hoteles y, finalmente y tras muchas dudas porque «le pesaba el cargo y todos los amigos que tiene allí», la marcha de Ginés y su apostasía de la fe palmariana.

LA VIDA REAL

Comenzó entonces un proceso de adaptación del expapa a la vida real que aún dura, porque Ginés «salió muy desubicado y ahora tiene que adaptarse a la vida normal». Pasar de un mundo donde todos le obedecían sin rechistar a buscar un trabajo, adaptarse a la convivencia con las hijas adolescentes de ella...

El choque no extraña a quienes conocen los excéntricos preceptos de la Iglesia Palmariana, una escisión de la iglesia católica que algunos tachan de secta y que fue fundada a finales de los 60 en el lugar donde cuatro mujeres dijeron haber visto a la Virgen, congregando la atención de cientos de curiosos. Dos de ellos fueron Clemente Fernández, vinculado a una severa familia católica y muy conocido en los ambientes gais de Sevilla, y Manuel Alonso, que llegaron a tener visiones místicas y se convirtieron en el primer momento en los principales adalides de la causa.

NORMAS ESTRICTAS

Roma negó tales apariciones, y sus impulsores -que habían creado una orden religiosa a base de opulentas donaciones llegadas incluso desde el extranjero- decidieron que quien rehuía la verdadera fe era el Vaticano, y no ellos, volviendo a las normas anteriores al Concilio Vaticano II. Así, siguen impartiendo misas en latín, los fieles visten ropas austeras (nada de vaqueros), completamente cerradas, faldas largas y velo. Veneran como santos a Escribá de Balaguer, Cristóbal Colón y Franco, no tienen internet ni televisión, y apenas leen. Ni los niños se libran de las estrictas normas.

Es precisamente a través de los más pequeños por donde el matrimonio confía en abrir una vía para convencer a quienes aún siguen confiando en la orden. «Les decimos que al menos los niños deben disfrutar, y poco a poco se van abriendo, ya nos escuchan, van minando a alguien de su familia explicándoles las contradicciones, ése mina a otro y así...». Aspiran a demostrarles, señala Ginés, «que todo era un fraude desde el inicio». Un misterioso incendio este verano en la basílica quemó numerosos papeles, pero él asegura contar con fotos y documentos que demostrarían el montaje del Palmar.