LA CARA B DE UN BARRIO ESTIGMATIZADO

Paqui García: "Soy pollera, pero hubiera querido ser abogada"

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Paqui vive justo encima de su tienda. «En los últimos años, La Mina ha envejecido mucho, se nota en las calles, los niños ya no saben jugar», comenta. Huérfana desde muy pequeña, a los 12 años ya empezó a trabajar en esta pollería, aprendiendo el oficio «a la antigua», explica ella, que consiste en cortar las piezas con tijeras pequeñas. Asegura que ha tenido que adaptar su negocio, pero que «lo que no cambia en este barrio es la costumbre de vender embutidos y otros productos robados en la calle... Y el problema –añade– es que la gente los sigue comprando, sobre todo los forasteros, los de Barcelona».

«Son precisamente esas personas las que hablan mal de La Mina, pero no les importa comprar cosas robadas», opina. Según esta tendera, la Guardia Urbana no controla los trapicheos porque hay muchos intereses: «Intereses que se intercambian por votos». Por este motivo, ella se comprometió como tesorera en la Asociación de Comerciantes La Mina, una de las que tiene más socios en todo Sant Adrià y que lucha contra esta venta ambulante ilegal. «Nos perjudica a todos los que pagamos nuestros impuestos y abrimos nuestro negocio cada día». «Yo soy pollera, pero me hubiera gustado ser abogada. Me indignan las injusticias», concluye  Paqui García.