LA CARA B DE UN BARRIO ESTIGMATIZADO

La otra Mina

Es un lugar que todos creemos conocer sin haberlo pisado nunca. En él se esconden historias anónimas que van más allá de la anécdota y del conflicto. Porque, como todos, el barrio también tiene su cara amable. 

EVA MURGUI

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"'Mira La Mina com canvia'", reza un gran cartel con letras noventeras estratégicamente colocado para que pueda verse desde la Ronda Litoral. Las calles bien asfaltadas, las amplias plazas públicas o una biblioteca municipal con un importante premio de diseño no ocultan algunos problemas enquistados de este impopular y estigmatizado barrio de Sant Adrià del Besòs. Los pañales sucios que cuelgan de los árboles en la Rambla Camarón sí que esconden, en cambio, la convivencia y la implicación de muchos vecinos que llevan años trabajando por limpiar su entorno y, de paso, la imagen de La Mina .

El barrio es noticia cuando ofrece titulares periodísticos vinculados al conflicto, del tipo: 'Miedo en La Mina', 'Lucha de clanes gitanos' o 'Las tres condenas de La Mina'. «La gente buena no vende», lamenta un vecino con resignación. En este reportaje, nos hemos propuesto no hablar de clanes, tampoco de pobreza, ni de miedo. La Mina es mucho más que eso. Su historia no se entiende sin conocer los orígenes de sus habitantes, la mayoría de ellos procedentes de familias que, en los años del predesarrollismo, vivían en las barracas del Camp de la Bota, La Perona o Montjuïc y fueron realojados aquí. Una realidad desconocida o marginada. Una historia que marca el contexto que envuelve el barrio y que permite hacer una radiografía más aproximada del alma de La Mina.

DESAMPARO

Tras el estigma social que persigue a sus 10.000 vecinos indistintamente, se esconde una sensación colectiva de desamparo y abandono por parte de las administraciones. Y, por otro lado, la falta de diálogo entre los que representan las dos caras del mismo barrio, separados por fronteras mentales, dificulta la cohesión social en una zona situada a tan solo 500 metros del cuidado Fòrum.

A continuación, les presentamos siete historias de gente normal que intenta hacer vida normal en un barrio proscrito. 

NIEVES HEREDIA

Tiene 26 años. Es gitana, madre y trabaja como educadora en el proyecto ‘Siklavipen Savorença’ (‘Educación para todos’) de la Fundació Pere Closa.

«Sueño con que cada día más gitanos acaben sus estudios»

Romper estereotipos es el objetivo de esta joven, que junto a su equipo, trabaja con un grupo de unos 50 niños y jóvenes, sus familias y los centros educativos de La Mina. La finalidad del proyecto es conseguir el éxito escolar de los menores gitanos, fomentando la normalidad educativa, a través de grupos de refuerzo y tutorías diarias individualizadas. «La mayoría de gitanos que estudiamos nos sentimos muy solos, y más aún en la educación posobligatoria», asegura Nieves Heredia. «En mi caso, nunca tuve un compañero gitano, y eso, entre otros motivos, hizo que abandonara en 1º de Bachillerato, aunque luego retomé los estudios», cuenta esta formadora. Leer más...Leer más...

VICENTE SORIANO

Nació en el Camp de la Bota hace 50 años. Es pensionista y ahora, también, petanquero.

«Siempre digo con orgullo que soy de

La Mina»

Entre un equipado polideportivo y los matorrales que bordean la Ronda Litoral, se encuentra el Club de Petanca La Mina, donde este vecino y su amigo César Insa (55 años) lanzan bolas con precisión milimétrica, mientras el bochorno veraniego se lo permite. Aquí también organizan almuerzos, torneos y otras actividades, que reúnen a personas de diferentes edades. 

Vicente Soriano sostiene que «los chavales están mejor aquí jugando, que en la calle maleando». Para estos dos vecinos, el principal problema de la gente del barrio es el ninguneo por parte del Ayuntamiento de Sant Adrià del Besòs. Sienten con impotencia que La Mina «está en tierra de nadie». César Insa, por su parte, se queja además de la falta de ayudas y subvenciones para las entidades, y del agravio existente entre La Mina y el resto de zonas de Sant Adrià. Leer más...

MARIEN GIL / CURRA REYES

Llevan más de 30 años cosiendo juntas y conversando de todo un poco, como se hacía antes.

«En los 80, había un nivel alto de analfabetismo»

Un grupo de mujeres de diferentes edades se reúnen varias tardes por semana en un taller de costura. Mientras rematan los bajos de un pantalón para ir al baile o cosen botones perdidos de los nietos, comparten reflexiones sobre la vida, y también sobre su barrio. Alfa Costura se creó como un colectivo de alfabetización en 1982, cuando derribaron muchos barrios de barracas de Barcelona y reubicaron a algunos de sus habitantes en La Mina. «Por aquel entonces había un nivel de analfabetismo muy alto», recuerda Marien Gil (80 años) y gestora del espacio. Leer más...

MARCOS UTRERO

Tiene 51 años. Ha trabajado toda su vida por el asociacionismo y, actualmente, además es ‘casteller’.

«No somos gitanos o payos; somos trabajadores»

Uno de los oficios más antiguos de Sant Adrià y que ya no existe era el de 'pasador': persona que ayudaba a la gente a pasar el río. Passadors es también el nombre de la 'colla' de 'castellers' de la ciudad, en la que Marcos Utrero se siente integrado con cierto orgullo. «Para hacer un 'castell' se necesita la suma de esfuerzos, por eso me gustaría que esa unión desinteresada llegara a calar un día en mi barrio», asegura. «Reivindico que nosotros también somos Sant Adrià, no solamente La Mina. Como hacían los 'passadors' antiguamente, quiero que Sant Adrià esté orgulloso de todos sus vecinos», demanda. Leer más...Leer más...

PAQUI GARCÍA

Tiene 50 años y llegó a La Mina con cinco formando parte de una familia de siete hermanos.

«Soy pollera, pero hubiera querido ser abogada»

Muchas tardes, la pollería de Paqui parece el patio interior de una casa, por el que algunas vecinas pasan a merendar mientras charlan de lo cara que está la vida. Los azulejos retro de la tienda denotan que el negocio lleva funcionando tantos años como el barrio. Su familia provenía del núcleo de barracas de La Perona, que tomó ese nombre por la visita de la argentina Evita Perón a Barcelona. Leer más...

JUANJO RODRÍGUEZ

Este párroco de 53 años es el tesorero del edificio Venus desde hace ocho años.

«Vale la pena apoyar a las personas»

Es una de las personas que mejor conoce la realidad del problemático edificio Venus, uno de los bloques  de pisos más deteriorado de Catalunya, que hace tiempo que tenía que haberse derribado. Ahora, la Generalitat vuelve a planteárselo. «La luz se va unas tres veces al día. Aquí la norma es el jaleo», asegura Juanjo Rodríguez. Según él, esta zona concreta de La Mina necesita un plan de intervención social, que analice en profundidad la realidad de este edificio y estudie cada caso personal con detenimiento, para saber dónde reubicar a cada familia. «Si el Ayuntamiento realoja a estas familias en otro edificio, reproducirá el Venus y sus problemas en bloques más pequeños», opina el párroco. Leer más...

DAVID PICÓ

Educador de 43 años. Participa en la Plataforma de Educación Social (PES) La Mina.

«Hay peligro de huida de los jóvenes»

"Con un 20% de absentismo escolar tienes un problema; cuando es del 80%, tienes un fracaso». La frase es del alcalde de Sant Adrià, el socialista Joan Callau, sobre el índice de absentismo en el Instituto Fòrum 2004 de La Mina. A juicio de David Picó, «esos números no son reales, porque se cuentan los alumnos que faltan solo unas horas a clase». Para combatir este imaginario colectivo tan negativo sobre el barrio, la PES La Mina viene llevando a cabo diferentes proyectos socioeducativos desde que se levantaron los primeros bloques. Desdelamina.net es un canal de dinamización comunitaria que comunica en positivo, «para que la gente de fuera tenga una visión más ajustada de la realidad del barrio», explica el educador. La imagen pública del barrio está marcada por la crónica negra, muy presente y que vende mucho. Por eso, hace falta «ofrecer el contrapunto, también a partir de esta misma imagen, sin esconderla», explica David Picó. Leer más...