Gener@ción Z: así son los jóvenes que vienen

Los jóvenes 'posmillennial', los nacidos entre 1995 y el 2010, acaparan els interés de la demoscopia, las consultorías de márketing y la academia, que tratan de responder a la pregunta: ¿qué tipo de personas moldea la revolución tecnológica, la precariedad económica y la desigualdad? Los últimos estudios apuntan a que se trata de jóvenes realistas, autodidactas y sin miedo al futuro que quieren cambiar el mundo, pero no saben cómo. De momento, viven el día a día y cada cual se las apaña como puede.

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NÚRIA MARRÓN

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Aún no nos hemos aclarado si los 'millennial' (ya saben: los nacidos entre 1980 y 1994) son, tirando de cliché, unos narcisistas apolíticos cuyos fetiches basculan entre el palo selfi y Lena Dunham; o por el contrario, una generación progresista que ha hecho lo que ha podido y que, abocada a la emprendeduría o la precariedad -o a las dos a la vez-, ha ido echando por el retrete a la pareja estable, El retrato generacional, decíamos, aún está por perfilar. Y, sin embargo, sus hermanos pequeños, la llamada generación Z, ya están empezando a copar las investigaciones de las casas demoscópicas, las consultorías de márketing y la academia. ¿Cómo son los jóvenes 'posmillennial'?, dice el estribillo de moda. ¿Qué clase de ciudadanos está moldeando una sociedad que les da la bienvenida a la edad adulta con wi-fi, pantallas y redes sociales, sí, pero también con un paro del 50%, salarios bajos y recortes de derechos sociales?

Imaginarán que los nacidos entre 1994 y el 2010 -y que conforman el 25,9% de la población mundial- son altamente escurridizos. Al fin y al cabo, ni la juventud ni la infancia son una mole homogénea a la que se le pueda hacer una prueba de PH. Sin embargo, la consultoría Atrevia y la Deusto Business School se han adentrado en este boscaje y han salido de él con el informe 'Generación Z, el último salto generacional'que pretende trazar las líneas maestras de esta última frontera. Al habla Núria Vilanova, presidenta de Atrevia. «Hemos visto que quienes rondan los 20 años son, además de digitales, nativos en adaptación y nuevos valoresHan perdido el miedo a la incertidumbre, porque han crecido con ella, y son inclusivos, liberales y realistas, auténticos buscavidas de las oportunidades», explica.

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EL MERCADO QUE SE AVECINA

Vilanova dice más cosas. Por ejemplo, que son «autodidactas e irreverentes», en el sentido que buscan sus propias respuestas fuera de la institución familiar y académica -sí, lo han adivinado: aquí el gran oráculo es Google-. Que el empleo para toda la vida les parece ciencia ficción ybuscan ocupaciones que se amolden a sus valores y no se den de tortas con la vida -no importa que no existan: «creen que sus trabajos aún están por inventar»-. Que están muy preocupados por el medio ambiente, aunque la incoherencia, que es intergeneracional, no les lleva a cuestionar los vuelos en 'low cost'Que «quieren disfrutar de las cosas, no tenerlas». Y que todo debe ser inmediato. «Algo que no entienden es cómo las decisiones políticas se toman cada cuatro años», explica la consultora, que considera que estos jóvenes están inspirando tanta literatura a su porque son el «icono del mundo que viene».

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En efecto, si los consultores andan decodificando el 'código fuente' de ese mundo aún agazapado es porque configura el mercado que se avecina y, en un sentido u otro, zarandeará el sector inmobiliario, el motor, las finanzas y la publicidad, al tiempo que obligará a toda la 'intelligentsia' mercadotécnica a repensar mensajes, productos y servicios. Ya lo dice la teoría del consumo: que el segmento de entre 18 a 24 años es el más influyente, ya que las generaciones anteriores y las posteriores quieren peinarse como ellos el flequillo. Y los Z, que han empezado a asaltar el trono, lo habrán tomado en cinco años.

¿Y qué más se sabe de ellos? Pues los informes repiten canciones parecidas: por lo visto, desean producir sus propios contenidos (las 'celebrities' de Youtube son ya más populares que las surgidas de la industria), el 77% están preocupados por no endeudarse, el vínculo con los partidos políticos tradicionales se ha esfumado y solo uno de cada 10 confía en su propio Gobierno.

ENMIENDA AL SISTEMA

La enmienda al sistema y el desencuentro generacional anidan, pues, en un grupo de edad que, como explica el demógrafo y sociólogo Pau Miret-Gamundi, se caracteriza por haberse dado de morros contra un mundo para el que no habían estado preparados. «Nacieron en un momento de muy baja natalidad, es una generación de muy poca gente. Su infancia y adolescencia transcurrieron en una época económica muy buena y con muchos recursos materiales, educativos y sociales. Nada hacía prever que su entrada en la vida adulta sería tan precaria. Exagerando, se podría decir que se les crio para un hotel de cinco estrellas y se han encontrado con una jungla». Pero la selva, recuerda este investigador del Centre d'Estudis Demogràfics, no es igual para todos. «Quienes más sufren son los de menor preparación, que son muchos, ya que vienen de un mundo en el que estudiar y formarse -se les decía- no servía para nada y muchos no tienen ni el certificado de la ESO. Además, el Estado del bienestar no hace más que poner las cosas difíciles, aumentando las tasas universitarias, por ejemplo. Eso hace que fundamentalmente se apoyen en la familia, pero de estas hay de muchos tipos, no como el Estado, que en teoría es solo uno. Así que quien no cuente con una familia que le ayude, lo tendrá muy, muy difícil».

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El empeoramiento de las condiciones materiales ha provocado ese cambio de valores al que apuntan los consultores. Al fin y al cabo, ¿cómo alguien de 20 años va a planear comprarse una casa o un coche con sueldos de 600 euros, en el caso de que encuentren trabajo? Sin embargo, el contexto explica muchas cosas más allá del cambio cultural que supone echar a la basura el concepto de propiedad. Por ejemplo, la brecha generacional en las urnas, urbi et orbi, señala que los más jóvenes parecen haber tomado un camino de diferenciación y antítesis. Una búsqueda de lo nuevo, de lo diferente, teniendo en cuenta las miserias que han heredado.

En el brexit, el 64% de los jóvenes votaron la permanencia; el 26-J, el grueso de votos veinteañeros fue al fardo de Podemos, y en las primarias demócratas de New Hampshire, por ejemplo, Bernie Sanders logró el 83% de los apoyos entre la gente de entre 18 y 29 años frente al 16% de Clinton. El mensaje estaba claro: el sueño americano encarnado por la exprimera dama, francamente, no les parecía para tanto a una generación sobreendeudada por las tasas universitarias.

SÁLVESE QUIEN PUEDA

¿Quiere esto decir que los sub-21 vienen con un orden del día rupturista? Pues poco se avista, más allá de la desconfianza en las grandes empresas y en la política tradicional. «No les gusta lo que hay, pero tampoco ven un modelo alternativo, para ellos el neoliberalismo es lo que el agua al pez: ni se lo plantean porque no han conocido otra cosa –apunta la politóloga Cristina Monge–. La idea del futuro se ha roto y son muy presentistas: se buscan la vida de forma individual, y bastante es. Así, los más formados tendrán una vida  volátil, siempre pegados a una maleta, y los menos preparados estarán abocados a la precariedad». 

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En este sentido, la socióloga Almudena Moreno, coautora del Informe de la juventud en España, señala hacia los fangales que les aguardan al girar la esquina. Uno es el retardo en el acceso al mundo laboral. «De alguna forma, uno se convierte en ciudadano cuando es económicamente independiente y puede responsabilizarse de su vida, por lo que esa acumulación de retrasos, como ya pasa con la fertilidad, tendrá consecuencias para todos». El otro gran desafío, asegura, son los efectos de la desigualdad y la polarización en el conflicto social. ¿Cómo se cubrirán necesidades básicas como la vivienda, el trabajo o la salud? «Aumentará la competencia por las oportunidades, que serán escasas y se disputarán desde posiciones desiguales», apunta la investigadora, que lanza la siguiente pregunta (y que no debería ser retórica): «Con un Estado del bienestar menguante y un aumento de la precariedad, ¿cómo van a afrontar, ellos que son tan pocos, el cuidado de sus padres, la generación más numerosa de la historia?».