ACTORES EMERGENTES
Aitor Luna y Yon González, hermanos y 'currelas' del cine y la televisión
Hijos de trabajadores de una fábrica, echan mano de «la suerte y la constancia» para abrirse paso en un oficio menos glamuroso de lo que muchos piensan.
Olga Pereda
Periodista
Especialista en Educación de El Periódico. A los mandos de la sección 'Mamás y Papás' y del Club de Educación y Crianza. Te mando cada viernes una newsletter con contenidos clave para afrontar la maternidad y la paternidad. Escribo en la sección de Sociedad y tengo alergia a la pseudociencia.
OLGA PEREDA
Aitor Luna ('Gran Reserva', 'Alatriste') siempre quiso ser actor. Con 17 años dejó su ciudad natal, Bergara (Guipúzoca), y se mudó a San Sebastián y después a Bilbao. Estudió interpretación y vivió «feliz» haciendo lo que más le gusta: teatro. Actuó en el metro, en la calle, en cafés y se recorrió todos los pueblos de Euskadi. Su hermano pequeño, Yon González (Aitor se cambió el primer apellido porque le gustaba cómo sonaba) le miraba desde Bergara con cierta envidia. A él le gustaba más el karate y los coches que la actuación, pero le picó el gusanillo. Su madre le animó a entrar en una agencia de modelos y allí le salió su primer casting televisivo. Ahora su nombre luce en series y películas devoradas por la audiencia ('Gran Hotel', 'Bajo sospecha', 'Mentiras y gordas', 'Perdiendo el norte').
Hijos de andaluces que emigraron a Euskadi para trabajar en fábricas, Aitor y Yon -con cinco años de diferencia y una envidiable percha, heredada de su guapísima madre- se han convertido en dos imprescindibles del panorama audiovisual. Afirman ser «hermanos de verdad», de los que se apoyan en los malos momentos y se alegran de los éxitos del otro. ¿Más pruebas? A sus 35 años, Aitor acaba de mudarse a una casita, en Madrid, a cinco minutos de la de Yon.
BACALAO A LA VIZCAÍNA
El surf y los coches no son los únicos placeres del pequeño del clan, que disfruta mucho convocado en casa a su cuadrilla para charlar delante de un buen bacalao a la vizcaína. Los espacios de libertad de Aitor son la música, sus botas (no se las quita ni en verano) y los cielos de Madrid.
Con su melena cortada por exigencias del guión de 'Velvet', serie de Antena 3 en la que se acaba de incorporar, Aitor ha estrenado este fin de semana su segunda película, 'Mi pastelería en Brooklyn', en la que da vida a un cocinero ególatra. Rodó la cinta en Nueva York a finales de 2014. Y a los pocos meses, cogió sus maletas y emigró. Quería aprender inglés, respirar aire y recuperarse un poco de la espinita clavada de 'Alatriste', personaje en el que se dejó el alma y que Tele 5 vapuleó al cancelar la emisión de la serie. «Nunca voy a hacer algo tan intenso en mi vida. No cambio por nada esa experiencia, aun sabiendo el fracaso comercial», asume.
MOZO DE MUDANZAS
En Nueva York, Aitor quiso aprender inglés para ampliar sus fronteras laborales. «Tenemos que romper barreras. Somos actores». Gracias a una beca, se apuntó en una academia. Pero la dejó porque no le gustó el método. Optó por ser «autodidacta». Para tratar de ganarse la vida, llevaba idea de trabajar en cualquier cosa. Literalmente. «El problema es que en esa ciudad hasta para pasear perros tienes que tener contactos». Ejerció, por un día, de mozo de mudanzas. Y otro día se dedicó a «recibir gente» en un evento. Sorprende su realismo en un mundo en el que, aparentemente, todo es glamur, dinero y felicidad. «El día a día de un actor español, salvo contadas excepciones, es bastante crudo», afirma entre calada y calada. «La realidad es la que es. El hecho de trabajar ya es un regalo. Pero yo soy ahorrador y previsor. A lo mejor estoy sin currar un año entero. Yo no vivo de la hostia. No vivo mal, no me quejo. Soy afortunado. Pero la realidad de la industria es esta», afirma.
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Los hermanos González Luna solo han coincidido en pantalla en 'Matar el tiempo', 'thriller' independiente dirigido por Antonio Hernández que pasó desapercibido en la cartelera. La película alertaba del uso de las nuevas tecnologías. Aitor tiene perfil (no muy activo) de Twitter mientras que su hermano, directamente, pasa del tema. «Abrí una cuenta y solo puse un tuit. Qué cojones, paso».
A mamá se le cae la baba con los dos. «Está muy orgullosa de nosotros, claro que sí», reconoce Aitor, que en breve estará en el Teatro de Mérida con 'Alejandro Magno'. La suerte y la constancia son, concluye, las dos claves de la carrera de los González Luna. Aitor se ríe y afirma que, efectivamente, no hay actor con más suerte que su hermano pequeño.
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