Sindicalistas a los 10 años

Bolivia es el único país del mundo donde los niños pueden trabajar legalmente a los 10 años contraviniendo las directrices de la Organización Internacional del Trabajo. Aquí analizamos el porqué de esta insólita regularización auspiciada por el poderoso sindicato infantil.

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TEXTO Y FOTOS LUCAS VALLECILLOS

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Todo empezó cuando el Gobierno de Evo Morales elaboraba la nueva Constitución de Bolivia, en la que como miembro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se disponía a cumplir el Convenio 138 sobre la edad mínima para el trabajo (en un país donde están empleados en torno a un millón de niños entre 5 y 17 años), prohibiéndolo hasta los 14 años. Pero el poderoso lobi de los niños trabajadores de Bolivia, representados por la Unión de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (UNATSBO) no estaba dispuesto a que se incluyera esta medida y, a finales del 2013, inició una serie de movilizaciones en La Paz, que terminaron en altercados con la policía.

REGULAR, NO PROHIBIR

Finalmente, nació el 17 de julio de 2014 el Código Niño, Niña y Adolescente, donde el Gobierno afrontaba una realidad inevitable: en Bolivia trabajan unos 491.000 niños y adolescentes, entre 5 y 13 años. Optó por regular en vez de prohibir convirtiéndose en el único Estado del mundo que legaliza trabajar excepcionalmente a menores de 10 años por cuenta propia, y a partir de 12 años por cuenta ajena, autorizados por las Defensorías de la Niñez y Adolescencia. Una excepción que es la regla, y donde lo normal es que los menores de entre 5 y 13 años trabajen sin permiso alguno.

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En La Paz el año pasado se dieron solo 17 autorizaciones, en una ciudad donde el trabajo infantil está a la orden del día.Las escenas que mostraron los informativos conmocionaron al país y generaron duras críticas de la oposición y grupos defensores de la infancia. Al día siguiente, una representación de los manifestantes fue recibida por la vicepresidenta Gabriela Montaño y, luego, por el propio Evo Morales. Se generó así un intercambio de ideas, donde la premisa por parte de los niños era la eliminación, en la nueva Constitución, de la prohibición de trabajar para los menores que no alcanzaran los 14 años.

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TRABAJO, NO EXPLOTACIÓN

La presión ejercida por los niños trabajadores resultó eficaz. "El problema no es el trabajo, es la explotación. Para nosotros el nuevo código es muy importante, ya que ha tenido en cuenta nuestras opiniones y denuncias, y ha tomado en valor el trabajo que realizamos", dice Liseth Castro, coordinadora de UNATSBO. Por su parte, Franz Henrry, delegado del sindicato de niños en su facción independiente, que tiene 16 años y trabaja desde los 7 vendiendo cigarrillos, opina que "el trabajo no es malo, te ayuda en tus estudios, y a sustentarte. En la cultura aimara el trabajo significa mucho, por eso está el dicho de "Amasuya, amakaya y amayuya" ("no seas flojo, obedece y no robes"). Nosotros, los bolivianos, tenemos unos valores culturales que nos enseñan a trabajar". Y señala con mucho orgullo: "Por primera vez en la historia a escala mundial, los niños trabajadores hemos influido en la elaboración de la nueva Constitución de un Estado. Los bolivianos no debemos acatar los convenios internacionales firmados con la OIT; los de afuera no deben venir a decirnos lo que debemos hacer, tenemos que partir de nuestra Constitución. Y pensar, como Estado, qué entendemos como trabajo infantil, dejando de lado el concepto de la OIT".

El código prohibe los trabajos peligrosos o insalubres. Pero poco esfuerzo hacen las autoridades para que se cumpla la ley, o por ofrecer alternativas más seguras a niños que desempeñan trabajos donde se juegan la integridad física o psicológica, como el caso de José Miguel Condori, de 12 años, que trabaja desde hace medio año como escamador en el mercado de Potosí. "Tengo que llevar plata para ayudar en casa y para el material en la escuela, somos nueve hermanos y no tengo papá". Quita las escamas a pescados por un boliviano; si también le retira las aletas, dos, y, si lo trocea, tres. Lo que más respeto le da a José Miguel es cortar las aletas: dice que, si no tiene cuidado, se puede "cortar la mano".

SEIS HORAS EN LA MINA

Otro ejemplo flagrante de que el Gobierno está lejos de aplicar el código del que tanto presume es Cerro Rico en Potosí, donde muchos niños trabajan de una u otra manera en las minas. Es el caso de Samuel Castro, que cuando entra en las entrañas de Cerro Rico es para trabajar seis horas junto a su padre, en la que está considerada una de las explotaciones mineras más peligrosas del mundo por su alto índice de accidentes, donde además los mineros suelen enfermar de silicosis.

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Sorprende ver la facilidad con la que Samuel se mueve a sus 12 años por el laberinto de galerías que configura la mina Grito de Piedra, donde más de una vez ha tenido que sacar a su padre por no encontrar la salida debido a los efectos del alcohol. Sin lugar a dudas, hay otros ejemplos que cumplen con el espíritu del código, como el de Isabelita Vázquez, que a sus 12 años combina de maravilla un trabajo seguro y saludable con sus estudios. Ella es 'canillita', vendedora de periódicos, trabaja unas cuatro horas por la mañana recorriendo el barrio del Calvario en Potosí y por la tarde va al colegio. Lo más pesado del trabajo es, asegura, levantarse "pronto y conseguir clientes".

Lo que no ha superado el código es la aprobación de los órganos de control y seguimiento de la OIT -que supervisan que los países respeten los convenios que han firmado-, a pesar de que los representantes gubernamentales de Bolivia acudieron a la reunión anual del organismo en el 2015 convencidos de que su nueva ley daba protección y visibilidad al problema del trabajo infantil con el objetivo de erradicarlo, y de que no infringía los convenios firmados. Aludiendo a que "se aprobó el Código que ratifica la edad mínima para el trabajo a los 14 años. Y, asimismo, se ha establecido una excepción de 12 años para trabajos por cuenta ajena y de hasta 10 años para trabajos por cuenta propia, en ambos casos previa autorización especial de los padres o tutores y de las autoridades estatales. Además, se prohíbe la explotación infantil y el trabajo forzoso y en labores peligrosas".

LA PERSPECTIVA ANDINA

Los argumentos de los representantes de Bolivia para defender los puntos más polémicos de su nuevo código recibieron un fuerte revés por parte de la comisión de la OIT que instó al Gobierno a que "derogue las disposiciones de la legislación que establecen la edad mínima de admisión al empleo o al trabajo y trabajos ligeros [...]  y elabore sin tardanza una nueva ley, en consulta con los interlocutores sociales, por la que se aumente la edad mínima de admisión al empleo o al trabajo de conformidad con el Convenio 138". De momento, el Gobierno de Evo Morales ha hecho oídos sordos. La OIT lo ha emplazado a que proporcione explicaciones en la reunión anual de 2017, cuando le corresponde presentar un informe sobre el cumplimiento del convenio.

Jorge Domic, director de Fundación La Paz y uno de los psicólogos e investigadores sociales más prestigiosos de Bolivia, es uno de los padres del código. No participó en el redactado final, pero formó parte del equipo que lo modeló. Respecto a los artículos más polémicos, donde se alude a la edad mínima para trabajar, concreta que "es una medida que se inscribe en la línea constitucional de Bolivia, no contradice a la Convención de los Derechos del Niño y es un proceso largo de más de 20 años que se inició con los movimientos de los NATs (niños, niñas y adolescentes trabajadores); yo estoy plenamente de acuerdo".

Los niños trabajadores juegan un papel muy importante dentro de la familia desde un punto de vista económico: dadas las condiciones de pobreza son un pilar fundamental. Domic dice, con determinación, que "no es la idea romántica, de un niño que juega, estudia y es protegido por la familia. En Bolivia la gran mayoría de niños tiene deberes, obligaciones, es otra niñez, tenemos que pensar que el trabajo se inscribe en lo cotidiano, pero también se incluye desde el punto de vista cultural entre los aimaras y quechuas. En el mundo andino el niño trabaja porque es un valor que le permite adquirir un proceso de socialización en el mundo".

Sin embargo, los miembros de la OIT han rechazado que el trabajo infantil sea inevitable. Estiman que la pobreza es una causa clave para él, sí, pero que al mismo tiempo también es causa de pobreza. Y afirman que "existe evidencia de que los niños trabajadores abandonan la escuela con más frecuencia".

"SIN TRABAJO NO HAY EDUCACIÓN"

Luis Albert, de 12 años, y Franz Henrry hacen hincapié en que ellos son de UNATSBO independiente, que no los maneja nadie; que no quieren que ninguna oenegé los utilice para su beneficio económico. Ambos formaron parte del pequeño grupo de niños trabajadores que se reunieron con el presidente para expresarle su posición. "Fuimos a charlar con Evo Morales al palacio, y se sensibilizó con nosotros por que él también ha sido un niño trabajador. El Gobierno quería erradicar el trabajo en menores de 14 años, pero entonces no podríamos estudiar, y hay muchos niños que necesitan trabajar por la situación de su familia. Si nos prohiben trabajar, entonces nos tendrían que dar la educación, y no creo que eso pueda pasar", dice Albert con gran aplomo.

Desde su larga experiencia con los niños trabajadores, Domic piensa que "la OIT debe dejar de pensar desde un punto hegemónico y occidental. El código recupera la soberanía, es una decisión independiente y autónoma que responde a las necesidades de este país, a su realidad cultural, social y económica. Es una ley innovadora porque busca la protección de los niños trabajadores, cosa que ninguna otra legislación lo ha hecho en Latinoamérica".