DEL ACTIVISMO A LA INSTITUCIÓN

Gala Pin: "Nos ven como un error democrático"

«El 15-M de la era Colau sería de derechas»_MEDIA_1

«El 15-M de la era Colau sería de derechas»_MEDIA_1

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Gala Pin se enroló en la organización del 15-M en enero del 2011 a través de Facebook. Tenía 29 años y estaba en el cogollo del movimiento vecinal de la Barceloneta, paraba desahucios con Ada Colau y monitorizaba las redes. Cinco años después es la encarnación de la nueva política que reclamó aquellos días en plaza Catalunya.

¿Queda algo de aquella Gala Pin? Soy la misma Gala con muchas capas más.

Muchas capas ¿y un corsé? El 15-M éramos más felices, y no sé si, a veces, más útiles también.

Según la 'lógica Barrio Sésamo', si ahora está dentro no está fuera. El sociólogo Niklas Luhmann afirmó que todo sistema tiene una periferia. El dentro y el fuera no acaban de existir. Yo hablo de 'fork', que en 'software' es la creación de un proyecto en una dirección distinta de la principal tomando el código fuente del proyecto existente.

'El 'código fuente' era democratizar el espacio público. Y es quien manda a la Urbana a echar a los manteros. Como representantes de la institución debemos asegurarnos de que no damos un trato privilegiado a nadie, pero también gestionar un espacio público que tiene muchos intereses. Sí me mortifica el no poder explicar la complejidad de decisiones que se podría presumir que eran difíciles de asumir por nosotros.

Pero, ¿en qué notamos la nueva política? En la priorización de asuntos, como la vivienda y la educación. En la participación en el proceso de planificación estratégica. Y en que ahora nadie tiene atajos para llegar al gobierno. Ya no llaman al concejal de turno para mirar de cerrar un negocio.

Lleva casi un año de edil. ¿Ha visto cosas dentro que no creeríamos? Sí. Frustra ver que aquellos que han formado parte de la política institucional desde hace años viven en otra realidad que la de la gente común. Y nos hacen sentir que somos un error democrático, que la gente votó mal y que cuando pase el 'error' las cosas se arreglarán. Y siento un clasismo como nunca antes sentí. En un acto, un gran empresario vino y me dio un beso en la frente. Jamás se lo habría dado a Sònia Recasens. Otro, con buena intención, manifestó su interés por ver un gobierno de la 'banlieu'. Yo soy de la Barceloneta.

Sus vecinos, camaradas de lucha, tampoco están muy contentos. La gente con la que he luchado codo con codo, cuando se enojan, a veces tienen razón. Es necesario que salgan a la calle. Como sociedad y como gobierno no podemos permitirnos perder la movilización. Creo que ha llegado el momento de reinventar el papel de los movimientos sociales.

¿Qué tipo de reinvención? Deberían encaminarse a indicar aquellos aspectos que el gobierno no debe dejar de atender y a señalar los poderes fácticos, élites que se consideran el sujeto de la ciudad y piensan que el resto o no son sujetos de derecho o no tienen sus mismos derechos.

¿Y si lo hacen ustedes? Uno de los peligros que corremos es que, tras ganar algunas alcaldías, la conflictividad en la calle disminuya, en parte por confianza y en parte por la sensación de que ya han venido unos que lo arreglarán. Nosotros no arreglamos si no hay ciudadanos en la calle. Hay que romper con la idea de que el hecho de que hayamos llegado a las instituciones es una evolución del 15-M y que no hay 15-M más allá. El clima del 15-M tenía que ver con el empoderamiento ciudadano.

¿Cómo sería un 15-M en la era Colau? De derechas, vista la virulencia de determinados sectores de la ciudad en algunos momentos. Quiero pensar que el día en que la izquierda piense en montarnos un 15-M, nosotros habríamos salido antes.