Tina: "Durante años sentía que vivía en una película"

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HANNA JARZABEK

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"Cada momento de mi vida iba acompañado de la idea de no estar en mi papel. Es como si alguien te hubiese puesto frente a una película: sabes que estás dentro, pero es como si mirases un filme. Estás siguiendo un guion que no es el tuyo. Hablaba con la gente y mientras les escuchaba refiriéndose a mí en masculino, una voz dentro de mídecía: '¡Que soy yo! ¿No lo ves? Estoy aquí dentro, ¡sácame de aquí!'».

Tina, de 47 años, pasó gran parte de su vida luchando contra su feminidad interior. En su adolescencia, a escondidas, se compraba a veces alguna prenda femenina que guardaba detrás de su colección de latas de cerveza. «Hace poco pregunté a mi madre si lo vio en algún momento. Me dijo que no. ¿Que no? ¡Si las madres lo ven todo!». Tina ni siquiera entendía muy bien qué le pasaba, pero algo por dentro la atormentaba. Un día grabó un mensaje en una casete, copió el contenido en un papel y los escondió de forma que cualquiera hubiera podido encontrarlo. «Quería que alguien lo oyera, lo leyese, y que la bomba explotara. No pensé en lo que iba a pasar después. Solo quería que esto saltase ya, y no encontraba otra manera». Pero la bomba no explotó y Tina tuvo que guardar su secreto muchos años más.

BUSCAR "ALIADOS"

Se enamoró a los 18 años y pensó que todo se arreglaría. Y así transcurrieron 16 años, un divorcio y otra relación. Desde entonces vive sola y tampoco tiene hijos. La sensación de que algo no cuadraba volvía cada vez con más intensidad. La mujer dentro de ella buscaba una salida. A veces, Tina imaginaba cómo podía ser su vida si dejara libre el ser que vivía en ella. Pero el horizonte se llenaba rápidamente con los peores presagios: prostitución, marginación. «Yo no tenía ningunas ganas de ser prostituta ni de divertir a la gente. Quería mantener mi vida y mi trabajo. Solo quería liberarme de este cuerpo que no era mío».

A los 41 años, un problema de salud le hizo replantearse su vida. Se dio cuenta de que le podía pasar cualquier cosa en cualquier momento y no quería llevarse su secreto a la tumba. Sabía que la transición iba a ser dura y decidió buscar «aliados». En cada entorno eligió a la persona que sentía más cercana y habló primero con ella. «Tina me invitó un día a casa -recuerda Mari Carmen, vecina suya y gran amiga- y, con su aspecto masculino, me dijo que en realidad era una mujer. Mi primera reacción fue mirar alrededor, por si había una cámara escondida por algún lado». Aunque hoy recuerdan todo aquello entre risas, al principio Tina tiraba de valor para encarar estas charlas.

DIAGNÓSTICO Y HORMONAS

Tina acudió a la UTIG para pedir que le prescribieran hormonas. Su aspecto aún era de hombre. Como también le pasó a Zenia, a la psicóloga le bastaron 20 minutos para determinar que era «un travesti fetichista» y que no le facilitaría el acceso a las hormonas. «Es un diagnóstico desastroso. Toda tu vida temes desvelar al mundo tu verdadero ser y, cuando finalmente encuentras coraje para hacerlo, los que más deberían ayudarte niegan tu identidad. Solo porque me presenté con aspecto de hombre. ¿Y cómo querían que fuera si ni siquiera había empezdo la hormonación? Te dicen que antes que nada debes hacer un test de vida real. O sea: demostrar que vives como una mujer las 24 horas del día.¿Con aspecto de hombre? ¿Me pueden explicar cómo se hace? ¡No te dan hormonas y te exigen que actúes y vivas como mujer, estando en la piel de un hombre de cara a la sociedad!».

PROCESO DE CUATRO AÑOS

La transición de Tina duró cuatro años, durante los cuales consiguió mantener el resto de su vida sin cambios y nunca sufrió rechazo en su entorno. Pero en la familia las cosas ya son más complicadas y de cara al público se evita el tema.

Muchas otras mujeres transexuales adultas, por miedo a perderlo todo, no se atrevan a dar el paso. «No todas tienen fuerza para imponer al mundo su verdadero yo y hay muchas que terminan suicidándose. Hace un año estuve en el entierro de una amiga. Oficialmente era un hombre de 68 años que se colgó y no es verdad. Era transexual pero nadie lo sabrá jamás». Faltan aún muchas cosas para que la situación de estas mujeres mejore. Tener más referentes positivos es seguramente uno de ellos. En este sentido, el encuentro con Nati fue decisivo para ella. «La conocí al principio de mi transición. Es dueña de una peluquería, vive desde hace años muy feliz con un hombre y sus mejores clientes son gitanos que requieren sus servicios para las bodas. ¡Jamás me lo hubiera imaginado!» .

TRANSFOBIA EN EL TRABAJO

Según Tina, una de las cosas más preocupantes es la transfobia en el ambiente laboral. «La gente sigue pensando que una mujer transexual sirve solo para una cosa. Por eso me da tanta satisfacción lucir ahora mi uniforme». Desde hace 25 años Tina trabaja en la misma empresa. El pasado agosto empezó a ejercer de agente cívico, recorriendo los barrios más turísticos o problemáticos de Barcelona. ¿Por qué es tan importante mostrarlo? «Para que así la gente vea que no estamos en la calle solo para dar precios».