Frederic Amat: "Hasta un portero juzga mi fachada. ¡Fantástico!"

Su propuesta para la reforma de la fachada del Liceu levanta ampollas. El artista, que considera que no hay arte sin subversión, encaja las críticas. Al menos, las que no van cargadas de "negatividad".

Frederic Amat, en una imagen de de su homenaje a Espriu, en los Jardinets de Gràcia.

Frederic Amat, en una imagen de de su homenaje a Espriu, en los Jardinets de Gràcia.

NÚRIA NAVARRO

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Cuando las llamas calcinaron el Liceu, el 31 de enero de 1994, Frederic Amat estaba en el ensayo del 'Roberto Zucco' de Lluís Pasqual en San Petersburgo. 'Shock'. Cuatro años después, presentó a concurso un proyecto para decorar el techo de la sala y ganó Perejaume. 'Fracaso'. Ahora el artista ha mostrado un esbozo de su idea para "realzar" la fachada del teatro y se ha armado la de Dios es Cristo. ¿Masoquista? No. El artista está convencido de que su 'tuneo' es bueno para el coliseo lírico, el barrio y la ciudad entera.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"El perfil","text":"Entre sus intervenciones en Barcelona\u00a0destacan el 'Mural de les Olles\u2019 (2000), entre el Mercat de les Flors y el Institut del Teatre; el \u2018Mur d\u2019ulls\u2019 (2011), en la fachada del Hotel Ohla, y \u2018Solc\u2019 (2014), su homenaje a Espriu en los Jardinets de Gr\u00e0cia."}}Centra, casi, una cuestión de Estado. He sido objeto de la primera declaración del nuevo 'conseller' de Cultura, Santi Vila, cosa que agradezco. Yo esperaba la polémica, pero no pensaba que colearía tantos días. La doy por buena. La cultura solo está viva en la medida en que perturba.

Una cosa es perturbar, y otra ser el vapuleado agente perturbador. Soy consciente de que estoy jugando con el templo de la ópera de la ciudad, pero también de que hago visible una necesidad: la fachada actual no es digna del gran teatro. Necesita una presencia mayestática que no tiene. Las grandes aventuras que ahora todos celebramos tuvieron su momento de polémica, incluso de confrontación. Pero fueron posibles gracias a la osadía de artistas y mecenas. ¡Denme un voto de confianza! Y 'confianza' significa no tener miedo.

¿Usted confía? El arte no es para miedosos. Y si en algún momento sobreviene el temor, de noche busco luz.

Dé luz a los hostiles. Todos hemos hecho un 'ohhh' cuando hemos estado sentados en la sala y se abría la gran cortina. Pero ninguno de nosotros, al pasar por delante del teatro, hemos dicho: 'Guau'. La gente fotografiaba antes la casa de los paraguas que al Liceu.

¿Acaso no había necesidad? El «guau» que pretendo no es un «guau» de espuma. Es un preparar al espectador para entrar en el espacio de la representación. ¿Qué debe hacer la fachada de un teatro en el siglo XXI? Dar una solución que no se dio en el pasado. En 1946 el arquitecto dimitió y la cosa se dejó a medio resolver.

Ya. Pero las críticas le deben de doler, como a todo vecino. Ratifican el proyecto, porque solo con dar el enunciado ya se está juzgando. Aún no he tenido posibilidad de mostrar los 100 dibujos, ni la maqueta... ¡No se puede segar la hierba antes de que dé semilla! Insisto, la polémica es buena siempre que no venga del territorio de la negatividad. Si hay negatividad, dices: «¡Hombre! Me cortáis las alas!».

En las redes -y no redes- lo que circulan son más cardos que flores. No lo sigo, la verdad. No he nacido para la red. He recibido muchísimos mensajes de apoyo. Pero, ¿sabe lo curioso? Los negativos hacen mucho ruido, mientras que la gente inteligente -algunos de primerísima línea, cuyos nombres saldrán a la luz algún día- me envían mensajes o me llaman diciéndome «adelante», «bravo».

¿Permite repasar algunas pullas? Venga. Soy un hombre-anuncio al que le han colgado todas las etiquetas. Y no solo a mí. Se las cuelgan a ellos mismos.

¿A ellos mismos, dice? ¿A quiénes? El círculo abierto [el anillo] que propongo representa la planta del teatro romano de Vitruvio dibujada por Palladio. Es el público. Así que si dicen «es un piercing», el público es un piercing.

«Se convertirá en un rocódromo para temerarios y ladrones», disparan. ¿Qué es un rocódromo?

Una estructura de escalada. Si andas por la calle puedes hacer chiste de todo, ¿no? He recibido un whatsapp que me decía: «Te entiendo porque incluso mi portero está juzgando tu fachada». ¡Es fantástico! He conseguido que gente que no ha ido a la ópera haga una reflexión.

Un crítico de ópera ha sentenciado: «Será ideal para que se aposenten las palomas y caguen a placer». ¡Imposible! Si se aposentan en cualquier punto del círculo, salvo en uno, resbalarán como en un tobogán.

Será «una fachada humillada», añade un ilustre cronista de la ciudad. A veces la pluma se convierte en espada y en vez de dar luz, da oscuridad. Mi diálogo de la contemporaneidad con la historia está basado en el respeto. Entro descalzo con una sola alternativa, muy pensada: realzar la fachada, no humillarla. Mi intervención no mutila el edificio y además es reversible.

Los tacos de sus anillos no son los de un cuadro de salita de estar. Estoy convencido -y lo digo sin vanidad- que la ciudad se lo hará suyo, como la fachada del Hotel Ohla de Via Laietana. La gente ya dice al taxista: "Al edificio de los ojos".

Todo el sarpullido, ¿qué explica de la sociedad barcelonesa? Que necesitaba debate.

¿Debate sobre un ícono burgués? En el incendio del 94 también se quemó toda una manera de entender el Liceu. Hoy es de la ciudad.

Será de la ciudad, pero el abono de temporada ronda los mil euros. Ahí está el problema. ¡Que ayuden a la cultura! No puede ser que no haya ley de mecenazgo, ni el 21% de IVA, ni la reducción de un 30% del presupuesto. Catalunya aguantó la resistencia al franquismo gracias a la cultura. Y hoy gente como Cesc Gelabert ha cerrado la compañía, los poetas hacen de camareros... Sin embargo, que lo pongan difícil no significa rendición.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"Tengo dos criaturas,\u00a0","text":"\"Tengo dos criaturas,\u00a0de 11 y 3 a\u00f1os, y cada d\u00eda me levanto pensando en dejarles un mundo m\u00e1s digno, m\u00e1s justo y m\u00e1s culto\""}}Firmó un manifiesto que denunciaba que la cultura es corporativa y parroquial. ¡He firmado tantos! Creo que hemos pasado del 'Barcelona posa't guapa' al 'Barcelona sigues digna'. Tengo dos criaturas, de 11 y 3 años, y me levanto y ya no pienso en mí, como antes, sino en dejarles un mundo más digno, justo y culto. Y la cultura solo está viva en la medida en que es conflictiva.

Eso lo suscribiría Ada Colau, que no ve con buenos ojos su plan. Colau me cae simpática. Tiene una sonrisa que me convence.

Adulador usted. Seguro que percibe que no es solo una obra para el placer de los ojos, sino que tiene una dimensión social. La instalación hace que una calle perdida, Sant Pau, se abra hacia la Rambla del Raval y la Filmoteca. Se le da una dimensión de imantación. En fin... El propio director general del Liceu tardó cuatro días en digerir el proyecto. Si me dejan volar, será un vuelo que haremos todos juntos.

La cosa está en 'stand by'. Oiga, ¿es masoquista? ¿Yo? ¿Por qué?

El Liceu siempre le ha dado dolores de cabeza. Ya ve, he vuelto después de que no triunfara mi propuesta decorativa para el techo.

Entonces habló de 'fracaso'. Para perfilar los nueve óculos realicé casi 100 dibujos. ¿Quién pierde un concurso y da saltos de alegría?

Le prometieron que expondrían su maqueta, no lo hicieron y se enfadó. No se cumplió el pacto de caballeros. Los responsables de aquel momento dijeron que no se podían permitir la polémica.

Y, quizá enojado, dijo que la remodelación era «extemporánea». Pero comprensible, porque la sala de un teatro es una escenografía. Pusieron purpurina, repitieron moldes... Y yo creo en la contemporaneidad. Si hiciéramos caso a la opinión del lugar común, aún iríamos en tartana. Y yo no quiero ir en tartana. Cuando tienes una idea clara es el momento de preguntarse: «¿Y todo lo contrario?».

No es el caso actual. Toda aventura creativa debe ir río adentro en busca del tesoro escondido.

Empeño que tiene peajes. He recorrido mucho camino. A los 16 años me pregunté qué quería y encontré la solución en el poeta y amigo Joan Brossa. Él decía: «¿Qué hacemos? ¿Adónde vamos? ¿De dónde venimos? Pero aquí tenemos una caja de lápices de colores». Yo quiero marcharme con la caja de colores. El gran placer es ver, pero aún lo es más ver lo que no se ha visto.

El que no verá su obra es su bisabuelo, el fundador de la enciclopedia Espasa y un fijo del Liceu. ¿Qué diría? Ni idea... Sí sé que estará contento con mi pieza en la Viña de los Artistas que inauguraré en junio en La Poble de Cérvoles, de donde salieron él y su hermano. Esa no tendrá tanta polémica, espero.